Era 1992 o 93... yo recién entraba al diario, no existía Internet, no existían los celulares, las grandes estrellas eran una especie de deidades y, para llegar a ellas, había que pasar por no sé cuántos filtros (eran otros tiempos, con la implosión de Internet uno tiene ahora al artista casi a la mano). Yo tenía 23 años, un hijo y un historial de trabajos como recepcionista en un bufete, secretaria ejecutiva en el IFAÍN de mis amores y mesera y bartender en el Bar Cocodrilo.
Me metí casi a la fuerza en el diario y, ya establecida, me propuse conseguir una entrevista telefónica con José José.
Me puse detrás, hice muchas llamadas y ni recuerdo cómo, pero lo logré.
Con el corazón desbocado (desde dos días atrás, cuando me dijeron fecha y hora) hicimos lo coordinado y en un tris, escuché al otro lado de la línea, como si fuera cualquier hijo de vecino, a una de las megaestrellas continentales que nos deshacían a todos con sus canciones,
Para hacerlo corto, acá se decantaron dos historias hermosas:
1) Hablo largo y tendido con José José. Lo grabé en un armatoste de esos que usábamos antes, con cassette. Los dos disfrutamos la entrevista, era evidente, la buena química iba y venía. Yo siempre había tenido una duda con una canción de él que me volvía (vuelve) loca al día de hoy, y nunca entendí por qué no pegó... pero tenía a José José en la línea y guardé la pregunta para el final
-- José (vieran que ese fue otro mosquero), yo toda pollilla y me parecía rarísimo decirle José José, pero igual me parecía que él se podía molestar si le decía solo “José”, porque podría sentirse muy canchón. Me percaté de eso hasta que lo tuve en línea y ya con la metralleta y el tiempo contado porque en esa época, los mánagers nos decían ’10 minutos’ o 20 o así, pero era dictatorial el asunto, entonces uno hacía la entrevista en un puro carrerón, para que no nos fueran a cortar.
Una vez que me mimeticé con el artista, me olvidé de sus managers. Estaba segura de que no nos iban a cortar la llamada si él no lo autorizaba.
Hablamos de todo, no es la idea aquí repetirlo. Me guardé la pregunta estrella para el final, por si me tiraba el teléfono. En el momento oportuno le dije "José, para mí su mejor canción es una que no ha sonado, la descubrí por accidente y no sé si usted sabe o alguien de su equipo me puede explicar qué pasó con esa pieza. Se llama Pruébame.
Al otro lado de la línea, primero un silencio; luego, un respingo.
Y José José, el entonces inalcanzable ídolo (como lo eran todos en los principios de los años 90) se tomó su tiempo y me dijo: “Me... me sorprende tanto que alguien me diga eso. También es mi preferida, a mí me encanta y estaba seguro de que iba a ser uno de los éxitos del nuevo disco... tampoco logro entender qué fue lo que pasó, pero así como te pasa, esa es mi canción favorita de este disco...gracias porque después de hablar contigo, estoy seguro de que yo no estaba equivocado”, me dijo.
***
Esa noche, ya tardísimo, llegué a la casa botando puertas de la emoción para contarle a Papi todo lo que había pasado. Se lo resumí primero (a él y a mami, pero él era el que pasaba en un puro ride con la música).
Entonces le di play a la grabación y empezamos los tres a escuchar la entrevista completa, con la historia de Pruébame incluida.
Cuando Papi se conmovía mucho, se le atravesaba un tarugo de emoción en la garganta y no lo podía contener: no sería él quien llorara de orgullo ante la hija que le venía dando palo desde el arranque de una adolescencia alborozada y, para peores, tempranísima.
Entonces, nada más no podía hablar. A mí misma, ya solo de escuchar la grabación, se me hinchaba el alma de la ilusión y la satisfacción de haber conseguido la entrevista con José José, a puro fuelle.
Al final, Papi, Mami y yo, terminamos (en un código tácito) escuchando la entrevista sin hacer comentarios, ni pucheros ni nada. Callados. Aguantándonos porque sí, entrevistar a José José en aquel momento, y que se abriera conmigo de aquella forma... diay no sé, no veo una analogía con un caso particular en estos tiempos.
Escuchamos en silencio. La mayor parte del tiempo, tragando grueso y con los ojos aguados, que todos intentábamos disimular.
Para Papi era surrealista oír a su chiquita de 23 años, la de los desmadres desde los 12, hablando de tú a tú con José José.
Después de que terminamos, ni Papi ni yo podíamos hablar, de la emoción, totalmente sensibilizados y él consciente de que estaba oyendo a su ídolo, conversando en la sala de la casa como si lo tuviera ahí.
Nos quedamos callados un gran rato, en un silencio extraño, un tanto incómodo. Cuando pudo hablar, solo me pudo decir: “Estás volando alto, chavala. Estás volando alto”.
Lo que me dieron José José y Papi aquel día, marcaron en mucho mi empoderamiento en el oficio que adoro.
***
José José murió hace unas horas. Este texto lo había escrito yo en Facebook, hace un año, en uno de los procesos de agonía que sufrió.
Yo solo atino a enviarle el agradecimiento absoluto por su música, por lo que nos ha dado y cierro este texto con el sentimiento que nos une a miles, a lo largo del continente, en torno al Príncipe maravilloso, dedicadas, por supuesto a él, a nuestro amado José Jose: “Amor como el nuestro no hay dos en la vida...”