Después de cargar su motocicleta con algunos elementos esenciales, la costarricense Dayhiana Dalvise salió de su hogar, ubicado en Heredia, para conocer el mundo. En realidad, su objetivo era uno en particular: llegar hasta Alaska en un mes y regresar a suelo tico en otros dos meses, para disfrutar de los paisajes que ofrecen Centroamérica y América del Norte.
Hoy, con mucha disciplina y perseverancia, ya manejó los 13.000 kilómetros de carretera que la llevaron al punto más alto del continente: Dead Horse, en Alaska. A lo largo de su trayecto, también formó una comunidad digital, con la que comparte lo más bello de sus visitas y el mantenimiento que le da a la moto a través de su perfil de Instagram.
Antes de alcanzar este destino, y durante una de sus paradas estratégicas para descansar, la costarricense conversó con La Nación sobre cómo detuvo su vida por completo para recorrer el mundo con su compañera de dos ruedas, así como los encuentros más particulares que ha tenido hasta el momento.
Así se gestó la conquista Alaska
El 6 de junio fue la fecha que Dalvise salió de Costa Rica, aunque la verdad es que su viaje comenzó a planificarse hace cinco años. Conseguir tal nivel de organización no es sencillo, pues el plan incluía interrumpir su trabajo como ingeniera topógrafa por tres meses, investigar las rutas a recorrer y seleccionar la motocicleta indicada para realizar el viaje.
Así fue como, con años de preparación, cumplió todos los pendientes y dejó el país solo con lo esencial para el camino: dos litros de gasolina, una tienda de campaña, una cobija de emergencia, algunas prendas de vestir, un par de zapatos y las herramientas necesarias para cambios o inflado de llantas.
A pesar de que al inicio no quería sobrecargar a “la flaca”, como llama a su motocicleta, conforme avanzó en el camino tuvo que adquirir materiales adicionales que le permitieran combatir el clima, que no se asemeja para nada al trópico de Costa Rica, como abrigos térmicos y una colchoneta para dormir.
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El sueño de conocer el mundo en moto
Las ganas de recorrer el mundo surgieron en Dayhiana a los 15 años, justo en el momento en que su padre le obsequió un viaje para visitar a sus abuelos en Italia. A partir de entonces, la joven oriunda de Guanacaste, consolidó su sueño de conocer tantos lugares como le fuera posible. Lo que no sabía es que el destino pondría en su camino la manera de alcanzarlo: la motocicleta.
Adquirió su primer vehículo de dos ruedas en el 2017, durante una época en la que estudiaba y trabajaba a diario, movilizándose constantemente entre Cartago y San José. Al principio fue una necesidad de transporte para ahorrar tiempo, pero rápidamente se convirtió en una pasión.
Mientras más rodaba, más crecían sus ganas de viajar. Desde finales del 2019 se propuso hacerlo, hasta que se convirtió en realidad en junio del 2024. Salió acompañada de Karina Orozco, una colega que también pretendía llegar hasta Alaska en motocicleta. Sin embargo, Orozco desistió del viaje por motivos personales y laborales, por lo que Dayhiana continuó la aventura sola desde Los Ángeles, Estados Unidos.
Hoy, a más de un mes de haber salido y tras haber manejado durante 23 días, la guanacasteca considera que el viaje la ha hecho “crecer de bombazo”. Al pasar tanto tiempo consigo misma, se ha convertido en una persona mucho más madura que antes.
“A mí me gusta muchísimo andar en moto, para mí es como un videojuego. Entonces yo puedo manejar todo el día con música, haciendo introspección. Creo que este viaje lo que más me ha dejado es entender muchos aspectos de la vida, porque tenés mucho tiempo para estar con vos misma”, comentó.
“Ha sido bastante duro darte cuenta de todas las cosas que haces mal y que podés mejorar. También ha sido bastante duro pensar en toda la gente que también te hace mal y que deberías de dejar ir”, agregó Dalvise.
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Durante este viaje, asegura Dalvise, sus días han sido muy tranquilos. Se levanta para preparar el desayuno, alista el equipaje en la moto y comienza a rodar. Eso sí, se detiene cada dos horas para estirar las piernas y revisar el equipo. Además, debe estar muy atenta al nivel de gasolina, por lo que en cada parada consulta a los locales sobre la ubicación de la próxima gasolinera y planifica con antelación.
Cuando llega el momento de descansar en un nuevo hotel, suele buscar el local el mismo día a través del Internet. Algunos los reserva 200 kilómetros antes de llegar, porque calzan dentro de su ruta, y otros los escoge cuando llega a una ciudad en particular.
Según recordó la ingeniera, ha tenido la fortuna de encontrarse con personas locales y otros motociclistas que recorren grandes distancias, quienes le han brindado valiosos consejos. Por ejemplo, le recomendaron comprar gas pimienta, ya que en el tramo de 400 kilómetros antes de llegar a Dead Horse debe acampar en una zona donde podría encontrarse osos.
También la han salvado de tomar rutas incorrectas que podrían haberla desviado de su objetivo, por lo que considera que, aunque viaja sola mientras maneja, está acompañada cuando pone los pies en la tierra.
Una vez que termine su viaje ida y vuelta a Alaska, Dayhiana planea emprender una nueva travesía en motocicleta hacia el sur del continente, específicamente hacia Ushuaia, en Argentina. Su propósito será el mismo: disfrutar al máximo de las carreteras, los paisajes y los nuevos lugares por conocer.
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