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Imagine que el Mundial es una serie de altísimo presupuesto y no apta para una audiencia con corazón débil.
En una semana veremos los últimos capítulos de una temporada que ya comenzó, desde hace rato. De hecho, ya se han jugado 872 partidos y se han marcado 2.454 goles, algunos que ni fueron– Costa Rica y Panamá pueden dar fe de eso–.
El gol inexistente en el estadio Rommel Fernández, que a la larga le daría el boleto hacia Rusia a los canaleros, es apenas uno de los muchos condimentos de esta fiesta deportiva en la que ocurre de todo.
El Mundial, que involucra a 211 delegaciones, se ha realizado en medio de elecciones, guerras y golpes de estado. Destituyeron técnicos; debutaron jóvenes como la esperanza renovada de un país; algunos viejos aplazaron el retiro para buscar su redención...también murieron jugadores como el panameño Amílcar Henríquez, quien falleció acribillado en la barriada de Nuevo Colón en medio de la eliminatoria.
Un guion impensable lleno de puntos de giro, victorias agónicas y tragedias que ninguna afición del mundo se merece.
El fútbol es criticado por muchos, sí, pero aburrido no es y sus límites tampoco están confinados a 22 hombres corriendo detrás de una pelota por 90 minutos. Hay muchísimo más.
Todo comenzó el 25 de marzo del 2015, nueves meses después de que Alemania estampara la cuarta estrella en su escudo, después de vencer a Argentina en la final de Brasil 2014, con un solitario tanto de Mario Götze.
La gramilla de la selección de Timor Oriental, una excolonia portuguesa ubicada al Norte de Australia, fue donde arrancó la competición, con 10.000 hinchas apoyando a los locales ante Mongolia.
Los orientales se impusieron con goleada de 4-1 en la ida y un 0-1 en la vuelta, en Mongolia. Sin embargo, la alegría duró poco: FIFA descalificó a los de Timor Oriental por alinear a nueve jugadores de nacionalidades diferentes.
Pero esto es apenas es una de las muchas historias alrededor del mundial.
Lo que sigue es un repaso de las historias más destacadas de las eliminatorias que definieron a los 31 equipos que acompañarán a los anfitriones rusos en la disputa de la Copa del Mundo que se entregará el 16 de julio en Moscú, en un season finale imperdible. Por eso recopilamos las historias de Perú, Egitpo, Siria y otros.
África: El continente donde pasó de todo
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Para ganar en África se necesita algo más que talento, hay que tener estrella y mucha fortaleza física como mental.
Hay 54 países, muchos de estos con tradición futbolística– como Camerún, Costa de Marfil, Senegal, Argelia Egipto, Túnez, Sudáfrica, Ghana y Marruecos– pero solamente hay cinco boletos. Además, la inestabilidad política del continente desata situaciones insólitas que se traslapan al fútbol.
La eliminatoria comenzó con una ronda entre los países peor clasificados en el ránking de la FIFA. Enfoquémonos en un equipo que no estuvo ni cerca de ir a la Copa del Mundo: Eritrea, país que limita con el Mar Rojo, perdió a la mitad de su selección… otra vez.
Los eritreos viven bajo un régimen totalitario que no permite el libre traslado; de hecho, la única manera de salir es a competiciones deportivas. Apenas en su primera visita del certamen en Botswana, diez jugadores eritreos huyeron de la selección y clamaron por asilo político. Curiosamente, esta no es la primera vez que ocurre; para las eliminatorias del 2014, muchos seleccionados del conjunto del Mar Rojo huyeron y se instalaron en Holanda.
Volviendo a los mundialistas, en África ocurrió un capítulo trascendental para la historia del fútbol: se repitió un partido por un polémico fallo arbitral. Todo comenzó en noviembre del 2016, en un encuentro entre Senegal y Sudáfrica que terminó 2-1 a favor de los sudafricanos.
Hubo una polémica actuación del árbitro ghanés Joseph Odartei Lamptey, quien cobró un penal insólito por una mano inexistente que derivó en el primer gol de los sudafricanos.
FIFA tomó medidas en el asunto y el partido se repitió un año después. Senegal revirtió la historia y venció 2-0 a Sudáfrica para clasificarse a Rusia 2018. Por su parte, Lamptey fue vetado de por vida.
La maldición de los faraones.
La historia más llamativa del continente la escribió la Selección de Egipto: los norteafricanos regresan a una Copa del Mundo después de 28 años.
A pesar que los egipcios fueron la fuerza dominante en África en la pasada década (sus tres copas continentales dan fe de ello) la clasificación a un mundial les fue esquiva, como si fuera una maldición.
Para abordar este mal augurio hay que remontarse a 1989; en un enfrentamiento entre Argelia y Egipto, el ganador sellaría el boleto para la Copa del Mundo de 1990, en Italia.
Los egipcios vencieron 1-0 y el partido terminó en un fuerte pleito, en el que el argelino Lakhdar Belloumi atacó al médico de la selección de Egipto con una botella. Lo dejó ciego de un ojo y cayó sangre en la cancha.
Belloumi fue condenado en ausencia por un tribunal egipcio. Fue un hecho que causó conmoción entre las naciones.
Desde ese violento incidente el fútbol egipcio ha quedado marcado como si de una maldición se tratara. Los norteafricanos han quedado eliminados de las maneras inesperadas, la más dolorosa fue la de Brasil 2014. En esa ocasión, los egipcios fueron dirigidos por el estadounidense Bob Bradley, cuyo método eficaz trajo el buen fútbol de regreso al Cairo.
Sin embargo, la inestabilidad política causada por la Primavera Árabe –una serie de manifestaciones a lo largo de la región– obligó a la Federación de fútbol egipcia a suspender la Liga local.
Bradley mantuvo a sus seleccionados en forma con amistosos rápidamente organizados y una estricta rutina de entrenamientos, pero nada preparó al estadounidense para la tragedia del 1° de febrero del 2012. Con la liga nacional reinstaurada, los equipos Al-Masry y Al-Ahly ( el Saprissa y Alajuelense de ese país) disputaron la final del certamen.
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Al final del compromiso, los fanáticos del Al-Masry entraron a la gramilla para perseguir a los jugadores e hinchas rivales. Hubo pedradas, botellazos y hasta navajazos. El incidente provocó la muerte de 74 aficionados y dejó a más de 1.000 heridos.
Según los medios egipcios, uno de esos hinchas agonizó en los brazos de Mohamed Aboutrika, el capitán de la selección, quien después de la tragedia decidió renunciar al fútbol. Mohamed Barakat y Emad Mateab tampoco volvieron a representar a Egipto– eso es como si Bryan Ruiz, Keylor Navas y Celso Borges dejaran la Tricolor de un día para otro–. Fue catastrófico.
Como era de esperarse, los faraones se vinieron abajo tras recibir una goleada 6-1 ante Ghana que los dejaría fuera de Brasil. Bradley se marchó, la Liga se volvió a cancelar y las estrellas se retiraron… pero en medio de tanto caos y zozobra un joven apellidado Salah fue promovido a la selección mayor como la esperanza renovada del Cairo.
Cuatro años más tarde, Salah y otros jugadores de renombre como Ramadan Sobhi y Mohamed El Neny llevarían a Egipto su tercer mundial: Rusia 2018.
El partido que lo definió todo se jugó en el estadio de Alejandría en octubre del 2017. Esa noche, 86.000 seguidores se amontonaron para ver a su selección asegurar el boleto en la penúltima fecha. El rival fue Congo, el último del grupo.
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Todo iba encaminado con un tanto de Salah al 67’, el triunfo estaba al alcance; sin embargo los visitantes silenciaron el inmueble con un gol al 87’. Un frío corrió por la espina dorsal de todo el país, parecía que la maldición seguía… ¡Hasta que ocurrió el milagro!
Un penal en el último suspiro del partido le abrió las puertas a Salah, el hábil zurdo convertido en deidad por la fanaticada, marcaría para terminar con una maldición de casi tres décadas.
Los faraones regresan a una Copa del mundo.
Los jugadores que pudieron más que la guerra
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Algunos tuvieron que atravesar un camino más empinado para competir, como Yemen, que vivió una guerra en medio de la eliminatoria.
El conjunto de Medio Oriente tuvo que llevar a sus seleccionados como “mercancía de contrabando”. Para disputar un partido como locales, los yemeníes tenían que recorrer 13 horas en barco a fin de llegar a un aeropuerto que los llevaría a Qatar, territorio neutral y seguro.
A pesar de estas dificultades, los yemeníes derrotaron a Pakistán en la primera fase de la eliminatoria . Posteriormente, Yemen quedaría eliminado como último de su grupo.
La historia del continente asiático y quizá de toda la eliminatoria recae sobre la resiliencia de Siria, cuya capital fue arrasada por una guerra civil que desplazó a más de la mitad de su población hacia Europa. El conflicto dejó más de 500.000 muertos, entre ellos 38 futbolistas profesionales.
Los dos jugadores más importantes en el combinado, Al Khatib y Omar Al Somah, se negaron a jugar al inicio del certamen, con el argumento de que la Selección era un instrumento del presidente sirio Bashar al-Ásad.
Pero ambos volvieron a integrarse a la delegación. “No lo hicimos por el presidente, lo hicimos por la gente, el pueblo merece alegrías”, afirmó Al Somah en una declaración recuperada del documental producido por ESPN, El equipo del Dictador.
El narrador de la cadena siria más popular rompió en llanto en medio de la transmisión y esa noche el pueblo se olvidó de seis años de guerra
A pesar de la situación adversa, Siria ganaba y volvía a ganar con más transpiración que inspiración, sus zagueros jugaban al borde del reglamento y sus delanteros marcaban goles impensables al último minuto.
Uno de los momentos más vibrantes de toda la eliminatoria fue el encuentro de Siria ante Irán. Los sirios jugaron en Malasia como locales, mientras que a 5.500 kilómetros, el régimen instaló pantallas gigantes para que la población pudiera ver a sus seleccionados.
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Los sirios perdían 2-1 y necesitaban el empate para clasificarse al repechaje. Corría el minuto 93, Al Somah recibió el balón en el área para rematar al arco, con más convicción que técnica, y así igualar el marcador en la última jugada del partido. El narrador de la cadena siria más popular rompió en llanto en medio de la transmisión y esa noche el pueblo se olvidó de seis años de guerra para celebrar la alegría que Al Somah les prometió al volver.
Siria quedaría eliminada en el repechaje contra Australia, en un dramático encuentro en Sydney que culminaría 2-1 en tiempo extra. A pesar de la derrota los jugadores fueron recibidos con honores en Damasco: nunca antes Siria había estado tan cerca de una Copa del Mundo.
El ascenso inca y la caída de los "campeones" de América
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La eliminatoria suramericana es un infierno compuesto por diez países; tres de esos han sido campeones del mundo – Argentina, Uruguay y Brasil– y el resto ha ido a un mundial por lo menos una vez, con excepción de Venezuela, que en esta ocasión se desmoronó por el colapso político y económico del régimen de Nicolás Maduro. En la Conmebol todo juega, la altura de los estadios en La Paz y Quito, la fuerte fanaticada y, por supuesto, una durísima rivalidad entre todas las naciones vecinas . Nadie regala nada.
Pero la historia de esta eliminatoria la contaron Perú y Chile. Los chilenos llegaban como bicampeones de la Copa América, incluso en la última hicieron llorar a Messi y a todos los argentinos. A mediados del 2016 nadie podía bajar a la Roja del Olimpo futbolístico en el que se encontraba por los méritos de una generación dorada, liderada por jugadores como Arturo Vidal, Alexis Sánchez, Gary Medel y el arquero Claudio Bravo.
Por su parte, los peruanos parecía que no iban a ningún lado a pesar de contar con una ofensiva enamorada del gol, gracias al tino de Paolo Guerrero, el zigzagueo de Jefferson Farfán y el vértigo Christian Cueva.
Perú y Chile se encontraron en Lima, partido que terminó 3-4 a favor de los chilenos. Al final del compromiso los visitantes dejaron un mensaje escrito con pilots en el vestuario del estadio.
“Respeto, por aquí pasó el campeón de América”. Uno de los capitanes de Chile justificó el acto de vandalismo aludiendo que, durante su estadía, la hinchada de Perú los trató muy mal.
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“Si siguen de esa manera difícilmente van a clasificar a un mundial”, enfatizó el guardameta de la Roja, Claudio Bravo.
Hay un viejo adagio que dicta que el fútbol es de revanchas y la selección peruana puede dar fe de eso. Para la sétima fecha, de las 18 totales, Perú había perdido cinco partidos y solamente ganado uno. La bicolor no iba para ningún lado, pero un punto de giro los metió en la pelea.
El defensor paraguayo Nelson Cabrera jugó dos partidos con Bolivia, un triunfo ante Perú y un empate ante Chile. La Federación chilena reclamó la alineación ilegal de Cabrera ante la FIFA, que a la postre le dio los tres puntos tanto a peruanos como a chilenos. A partir de ahí hubo un cambio radical en la selección inca, que solo perdió uno de los siguientes diez partidos. Por su parte, Chile se vino abajo con una seguidilla de malos resultados.
Al final todo se definió en la última jornada. Perú recibió a Colombia, a los locales les faltaba un punto para entrar en el repechaje ante Nueva Zelanda, mientras que los cafeteros necesitaban también un empate para clasificar.
Por su parte, Chile visitaba a la ya clasificada Brasil con la urgencia de no perder para seguir su camino a Rusia.
Colombia abrió el marcador con un tanto de James Rodríguez y parecía que Rusia se esfumaba para los peruanos; sin embargo, Paolo Guerrero cobró un tiro libre indirecto que fue desviado por el arquero colombiano. En los últimos 15 minutos, las dos selecciones se dedicaron a tocar el balón sin hacerse daño, como si fuera parte de un acuerdo, aunque esto no se pudo probar.
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Mientras eso ocurría, la generación dorada chilena era despedazada ante un Brasil liderado por un inspirado e irreverente de Neymar. La prensa andina se encargaría de hacer un escándalo tras la eliminación, pues irónicamente si ellos no hubieran reclamado los puntos contra Bolivia estarían un peldaño arriba de los peruanos.
Perú vencería luego a Nueva Zelanda sin mayores contratiempos. Así fue como los incas regresaron a un mundial después de 36 años y a los reyes de América les tocará ver los partidos de Rusia desde su frío trono en Santiago.
Pero la novela no termina ahí. Guerrero, héroe de la eliminatoria peruana, fue suspendido por la FIFA en noviembre del 2017, pues supuestamente el control antidopaje encontró restos de cocaína en su sangre. El peruano defendió su inocencia aludiendo que consumió un té cargado.
En un principio la suspensión de Guerrero iba a ser de solo de seis meses, lo que le iba a permitir al delantero jugar en Rusia. Sin embargo el Tribunal Arbitral del Deporte (TAS) amplió la inhabilitación de seis 14 meses. Según el TAS, Guerrero no tomó una sustancia para mejorar su desempeño, pero sí incurrió en negligencia deportiva.
En Perú hubo manifestaciones en la vía pública para mostrar el apoyo al goleador, incluso los capitanes de los equipos de Dinamarca, Australia y Francia, rivales de los incas en el mundial , exigieron a las autoridades correspondientes que se permita que Guerrero juegue con su selección.
El delantero peruano acudió al Tribunal, la única instancia que podía suspender la sanción impuesta por TAS.
El tribunal determinó el 31 de mayo, 15 días antes de que se iniciara la Copa del Mundo, que el capitán Guerrero está habilitado para jugar en Rusia.
El bombardero andino volvió a representar a la bicolor esta semana en un amistoso ante Arabia Saudita, Paolo regresó con dos goles que celebró con una insurrecta rabia.
Parece que Perú se hace fuerte en medio de la adversidad y que esta generación está hecha para desafiar a la misma historia Que se cuiden Dinamarca, Francia , Australia y cualquier otro que se les ponga al frente.
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