![](https://www.nacion.com/resizer/v2/SIRAUGBPBFEPHCL72AGIUVQEZQ.png?smart=true&auth=acd24b703f87af027dea734a538e877ba177a7e8fe433d0a5f0e5d1c22431b73&width=798&height=399)
Como una cachetada a doble mano, así describe Pedro Capmany lo que sintió al ver la realidad que viven millones de personas que migran de Venezuela en busca de una mejor vida para ellos y sus familias.
Él estuvo por seis días en la frontera entre Venezuela y Colombia trabajando como entrevistador junto a los periodistas Jovel Álvarez y Carlos Matute, y las organizaciones Acnur y World Vision, sobre la realidad de venezolanos que dejan todo lo que tenían con tal de encontrar algo mejor.
Pedro describe la experiencia como impactante y recuerda ver a una niña pequeña que estaba descalza y no tenía un solo juguete. Las familias, usualmente, salen con lo que les cabe en una mochila. “La chiquita se entretenía jugando con lo que creí era un globo... pero no”, dijo.
“Esto fue una cachetada a doble mano. Con el tema de la pandemia para mí como músico no fue fácil quedarme sin trabajo y tratar de reinventarme; pero de repente uno encuentra personas que tenían profesiones, familia y tuvieron que dejarlo todo.
“Ellos llevan lo que cabe en un bulto que irónicamente les da el Gobierno; no les dan comida pero sí ese bulto. Es conmovedor. Principalmente los niños que viven en su inocencia. Cada vez que hablaba con ellos tenían ese factor de esperanza y positivismo que en los adultos estaba desgastado. Era muy impactante para mí. Ver a la niña jugando con un condón inflado… Eso a uno le destroza el alma. No pierden su esperanza, mantienen su sonrisa. Es muy impactante”, confió.
En la ruta que llevan estos migrantes, a veces incierta porque muchos no conocen su destino, ellos topan con puntos muy hostiles, entre ellos un páramo que por la noche baja a 0°. De su paso por este lugar recuerda a un joven de 18 años, quien caminaba junto a su pareja embarazada y los cuatro niños de ella.
“El muchacho se preparaba para entrar al páramo con camisa de tirantes. Yo mismo le di mi jacket. Al otro día vi que se la quitó para dársela a la esposa. Son cosas que no se pueden dimensionar. Lo cruel que puede ser a veces este camino que ellos emprenden”, relató Pedro, quien tiene muy presente el tema de la migración, pues hace muchos años sus abuelos salieron de Cuba huyendo de la dictadura. En Costa Rica reconstruyeron su vida.
Pedro cuenta que, por lo general, los migrantes venezolanos caminan jornadas de 12 horas. No se detienen hasta encontrar un lugar seguro en el que puedan sentarse a cocinar lo que algunos vecinos les regalan. Ellos siempre cargan sus ollas.
“Vimos niños recién nacidos. Mujeres embarazadas. Un señor sin una pierna que iba caminando junto a su familia. Hay testimonios muy fuertes. Ningún ser humano lo merece”, insiste.
LEA MÁS: El músico Pedro Capmany lanza programa de entrevistas con sus propias reglas
Un trabajo para concientizar
Jovel Álvarez, un periodista, de 24 años, es el gestor de esta iniciativa. Él cuenta que el propósito de este documental, que saldría en plataformas sociales en marzo y que aún no tiene nombre, es enaltecer el valor de la democracia costarricense.
“La idea es que los costarricenses valoremos la democracia que tenemos, entendiendo esto desde los testimonios de quienes la perdieron”, explicó el comunicador, quien ha trabajado dos años en torno a lo que vive la sociedad venezolana.
Jovel, quien empezó su carrera a los 17 años cuando cubrió temas relacionados al Vaticano, y posteriormente laboró en México y conoció el tema de las caravanas de migrantes centroamericanos, explica que la intención de incluir a Pedro Capmany en este proyecto era “llevar a una persona que nunca se hubiera enfrentado a esta realidad”.
Pedro participa en el documental como entrevistador. Jovel tiene el mismo rol, en el caso del productor y periodista Carlos Matute, quien es un venezolano viviendo en Costa Rica desde hace 11 años, él si aparece hablando en la producción.
“Este tema es difícil de entender. Tenés gente que huye por necesidad y países que cuidan sus fronteras. Los venezolanos no tienen opción. Literalmente pueden morir de hambre o porque no pueden comprar medicinas. Si comen, no tienen para pañales de sus bebés, si se enferman, tienen pocas probabilidades de conseguir medicinas. Huir es su alternativa. A vos como costarricense los testimonios de estas personas te enfrentan a una realidad que no hemos tenido que vivir”, explicó Jovel, quien residió en Venezuela, país en el que trabajó como reportero independiente.