Gerardo Zamora, el conocido experiodista de Teletica, está feliz, pero más allá de ese sentimiento, se siente agradecido. Agradecido por la vida, por la salud, por la familia y por poder disfrutar de los instantes valiosos de su existir.
Así se siente luego de poder decir con toda tranquilidad que el tumor meningioma que presionaba su ojo derecho hacia afuera, fue completamente extirpado. Él está limpio.
Como se informó en abril del 2020, Zamora vio afectada su salud luego de que esa masa se situara detrás de su ojo; si bien era benigna, comprometía ese órgano e incluso el cerebro.
En cada conversación, Gerardo no dejó de ser optimista; sin embargo, él no la tuvo tan fácil como sí ocurre en casos similares al suyo en los que el problema se erradica a la primera: él requirió de tres cirugías, pues tras las primeras dos (realizadas en julio y noviembre del 2019) las células del tumor continuaron creciendo; fue hasta la tercera (en noviembre del 2020), que se logró extirpar.
La operación número tres fue bastante delicada y tardó 12 horas. La intervención fue exitosa y hoy está completamente sano. Lo único, pero que se resolverá con una cirugía ambulatoria, es que su párpado quedó caído, asunto que pronto se corregirá.
“La operación comenzó a las 7 a. m. y terminó a las 7 p. m. Estuve en manos de un equipo interdisciplinario a cargo del neurocirujano Miguel Esquivel y la oftalmóloga Beatriz Quesada.
“Extirparon el tumor en su totalidad. Pasaron cerca del cerebro, atravesaron el cráneo. Tuvieron que extraer algunas partes del hueso y sustituirlas por plaquitas de titanio. Ya el tumor había invadido algunas partes de mi cráneo. Luego llegaron a la parte delicada que era el ojo, el tumor estaba detrás. Era cerca del nervio óptico, detrás de músculos que permiten movimientos. Esa parte fue delicada porque no querían lesionar el nervio, ni los músculos, ni el ojo como tal. Fue una maravilla. Terminaron la operación contentos. Mi vista resultó intacta, el ojo resultó sin lesiones”, cuenta Zamora, quien el 24 de diciembre recibió la noticia de que se encuentra limpio, libre del tumor.
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“Una resonancia magnética confirma que el procedimiento fue un éxito. Sobrevivimos mi ojo y yo; ellos lograron limpiar toda el área. Tras dos años se revela que estamos limpios”, agregó.
Antes de ingresar al quirófano, Zamora debió firmar (como se hace antes de la mayoría de las operaciones) un consentimiento en el que se describían los riesgos de la operación, entre ellos algunos relacionados con afectación en funciones vitales, cognitivas e incluso, la muerte.
“En la operación pasaron cerca de áreas sensibles. Puedo caminar, comer y dormir bien. Este tumor no era cáncer, pero se van haciendo gorditos y oprimen el órgano, en el futuro se podía tener complicaciones en el ojo o en la parte cerebral”, cuenta.
Proceso para agradecer y hablar
Zamora no deja de agradecer y repetir que una de las lecciones más importantes que le quedan de esta experiencia es “aprender a vivir el presente”.
“En esta vida loca y estresada a veces perdemos de vista esos detalles y filosofía de vivir el presente. Con una experiencia tan dura como esta, vi morir gente que estaba a tres camillas mías, entré confiando pero sabía que podía no levantarme más. Cuando salís del hospital aprendés a valorar más las cosas, antes lo hacía pero ahora más: los abrazos de los hijos (él y la comunicadora Ginnés Rodríguez son padres de Luciana, de siete años, y Marcelo, de cinco); el café con un amigo, el bolero que pone mi mamá en la mañana (...).
“Hay que vivir, valorar y agradecer. Cuando se cultiva la gratitud la vida te lo devuelve en salud, sanación y amor”, dice.
Sobre la decisión de contar su vivencia, Gerardo, un hombre creyente en Dios, dice que “esta locura que vivió” debe servir como testimonio.
“Que esta experiencia sirva para llegar a esas mentes y corazones que están a la expectativa de un mensaje que dé aliento, alivio y esperanza. A Dios le digo que si (lo que vivió) sirve para llevar esa dosis de motivación que ocupamos en una humanidad tan atravesada por dolor e incertidumbre, vale la pena”.
Por ahora, Gerardo, quien trabaja en la oficina de comunicación de la Universidad Nacional (UNA), está incapacitado. De este proceso quedan dos etapas: un control para revisar su ojo y una nueva cirugía ambulatoria para corregir su párpado.
“Es algo más funcional que estético. Al estar caído la vista se cae, y si el párpado bloquea parte del ojo lógicamente el campo visual no es el mismo, pero no hay lesiones importantes”, dice Zamora, de 44 años.