Ramona y Aurora se tenían un alboroto de pura alegría y no era para menos: tenían que anunciar el comienzo de una de las tradiciones más arraigadas del pueblo costarricense, la Entrada de los Santos en San Ramón, que este jueves celebró su edición número 168 en medio de algarabía, alegría, emoción y, por supuesto, muchísima fe.
Pasadas las 10 a. m., Ramona y Aurora -que son las campanas principales de la iglesia de San Ramón- prepararon el ambiente con su tintineo ensordecedor para que San Ramón, el patrono de esta calurosa comunidad alajuelense, saliera a realizar su tradicional desfile por las principales calles del lugar y así recibir a los 71 santos y comunidades que se sumaron al festejo.
Claro, como estaba de manteles largos, San Ramón todo coqueto recibió con mucho cariño a los invitados que lo esperaban ansiosos en cada esquina. Por supuesto que los moncheños orgullosos también vitoreaban a su patrono y a los visitantes con porras de ¡Viva Mocho! que se escuchaban por los alrededores del parque, a la salida de la iglesia y por todas las calles que se tiñeron de colores blanco y rojo, los distintivos de esta comunidad reconocida por ser tierra de poetas.
La tradición es que Moncho avance y de camino se le vayan uniendo a la procesión las imágenes de otros santos como el Santo Cristo de Esquipulas, el Padre Pío, Nuestra Señora Los Ángeles, Santa Genoveva, San Rafael, San José, la Santísima Trinidad, la Sagrada Familia y otro gran número de advocaciones de María y de otros santos que llegaron a la fiesta en carretas, chapulines, camiones y hasta en bicicletas que fueron adornados con flores de todos los colores.
Disfrutarlo es toda una experiencia porque no es una procesión en silencio; todo lo contrario, en cada esquina hay una emoción que se contagia a todo el que pasa por ahí gracias a la música de bandas, cimarronas, mariachis y hasta tríos que dan sus serenatas con amor a cada uno de sus patronos. Es tanta la algarabía que hasta los santos que van en hombros de sus fieles van en un puro baile por la alegría de quienes los cargan. La imagen es hermosa: divinidad combinada con una fe profunda.
“Una vez más San Ramón se pone una flor en el ojal con la Entrada de los Santos. Es hermoso caminar en torno a las figuras de santidad, además recibimos con todo cariño a la gente porque aquí decimos que todos son de Moncho”, comentó emocionado el sacerdote Greivin Hidalgo, cura párroco de la iglesia.
La pachanga en la iglesia
Tras el amplio recorrido de la procesión, los invitados son recibidos uno a uno en el templo de San Ramón. ¡Qué cosa tan bonita es ver a las imágenes entrar una a una como si fuera su casa! En la iglesia abarrotada de fieles, un coro entona con emotividad las canciones alusivas a cada santo para acompañarlo por su desfile en el templo.
Los aplausos no se hacen esperar y a cada santito se le recibe con efusividad y calor. Uno a uno van acomodándose en un espacio especial que van a ocupar en la iglesia durante dos semanas, convirtiéndola así en un verdadero museo de arte sacro que está abierto para que el público pueda apreciar las imágenes.
Al final, como buen anfitrión, es San Ramón quien hace su entrada triunfal después de haberle dado la bienvenida a todos los invitados a su fiesta de cumpleaños que se celebra el 31 de agosto. Este, aunque es difícil de decirlo por la emoción que se vive durante toda la actividad, es el momento cumbre de la jornada.
Muchas familias se unen en oración al santo en agradecimiento por favores concedidos y es que San Ramón es el patrono de las embarazadas, de los niños y de los partos.
Así pasa con María José Ramírez y su esposo Randall Salas quienes son moncheños de cepa y fieles de San Ramón Nonato. La pequeña Violet Sofía, de dos meses, es un milagro que le agradece la pareja a San Ramón.
De acuerdo con la joven madre, el año pasado cuando tenía poco tiempo de embarazada tuvo unas complicaciones y el médico le había dicho que había perdido a su bebé. Por esa razón estuvo internada varios días para realizar el tratamiento de expulsión de la bolsita, pero por más medicamentos que le dieron y aplicaron, no pasaba nada.
“Unos días antes, cuando me di cuenta de que estaba embarazada mi mamá me regaló unas oraciones a San Ramón y yo se las estaba haciendo incluso cuando estuve internada. Como no había reacción a los medicamentos me hicieron más exámenes y me confirmaron que mi bebé estaba bien, que no había problemas con ella de ningún tipo y ahora está aquí sana”, explicó la mamá de 20 años.