Como la flamante mariscal del Festival de la Luz 2022, la ingeniera y física costarricense Sandra Cauffman desfilará el próximo sábado 17 de diciembre por el Paseo Colón y la Avenida Segunda.
La científica costarricense confiesa que su corazón se acelera cada vez que recuerda que la van a homenajear en el tradicional festival, en el que anhela ver los rostros ilusionados de miles de niños junto a sus padres. Ella solo quiere recordarles lo importante que es trabajar para cumplir los sueños.
En entrevista con La Nación, Cauffman habló de cómo se prepara para ese día, lo que esto significa personalmente y el hecho de que su mamá, María Jerónima Rojas, de 83 años, la acompañe esa gran noche. Sandra adelanta que ambas llorarán en el evento.
—¿Cuál fue la sensación cuando la llamaron para que fuera la mariscal?
—Bueno, fue increíble. Johnny Araya me llamó el sábado 29 de octubre y yo decía: ’¿quién me está llamando de Costa Rica un sábado?’, y cuando contesto dice: ‘soy Johnny Araya’, y entonces me dijo lo que me dijo y yo lo que pensé fue: -‘pero qué honor...’-.
“Para mí esta es una cosa increíble... hay mucha gente tan capaz, que yo me pregunto: ‘¿por qué me están haciendo a mí este gran honor’”.
—En el festival han desfilado figuras de diferentes ámbitos del deporte, del entretenimiento, actrices, periodistas, también estuvo Franklin Chang hace 25 años y ahora sigue usted, ¿qué representa para usted ser parte de esa lista tan selecta?
—Me siento muy pequeñita, honestamente me siento muy, muy insignificante comparándome con ese montón de personas que han pasado antes de mí. Sin embargo, creo que, al contrario, el honor más grande para mí es ser de Costa Rica. Es mucha responsabilidad representar a Costa Rica en esta agencia espacial en la que hacemos tantos descubrimientos y desarrollos tecnológicos. Y cuando a mí me preguntan, con mucho orgullo, yo digo que soy costarricense.
“Aquí en en la NASA somos muy pocos de allá, pero sé que es un orgullo para Costa Rica que un compatriota este representándolos en esta agencia. Yo soy apenas una persona, un pequeño ejemplo de todo el talento que hay en Costa Rica, un país que es increíblemente talentoso. Aquí (Estados Unidos) no se ven tantos ticos porque Costa Rica es un país muy estable, hay mucho talento, hay mucha tecnología”.
— ¿Cómo es para una tica que tiene su carrera fuera de Costa Rica recibir esta distinción y que la gente lo aplauda?
—Yo he tratado, desde 1998, de ser un ejemplo para la juventud, más que todo para las niñas, de que somos capaces de hacer cualquier cosa que queramos hacer. Cuando yo empecé, la Universidad de Costa Rica me dijo que no podía estudiar lo que yo quería porque era mujer y yo dije: ‘Al carajo con esto’. Somos capaces e inclusive a veces somos más capaces de lo que pensamos.
“He tratado de inculcar eso en la niñez, en la juventud costarricense, porque ellos pueden llegar a hacer cualquier cosa. No importa si son mujeres, si vienen de un lugar humilde, si vienen de un lugar pobre o de donde sea: todos tenemos la habilidad de poder llegar a hacer lo que queramos aunque a veces cueste.
—¿Le comentó a sus compañeros que iba a ser homenajeada en Costa Rica?
—Sólo lo compartí con mi jefe y, la verdad, solo se lo dije porque tenía que darme permiso para poder ir. Pero él estaba muy contento, me felicitó. Por ahora, mi jefe es el único que sabe.
—Y su mamá...
Ah sí... Mami está feliz. Cuando le dije, ella me dio un ultimátum, me dice: ‘Usted me tiene que llevar, yo no voy a quedarme aquí viendo eso por televisión, yo tengo que ir y si hay una carroza, yo quiero ir en la carroza también’. Entonces tuve que hablar con don Jorge Villalobos (director del festival) y preguntarle si tenía campo en la carroza para mi mamá.
“Yo creo que ella está más emocionada de lo que estoy yo. Ella siempre ha estado muy orgullosa de todo: de ver para atrás, de dónde salimos y cómo vivíamos a vernos ahora, para ella este es un orgullo. Ella tuvo el 100% de la culpa de todo lo que hemos podido lograr, porque ella nunca se dio por vencida, porque a pesar de que estábamos pasándola bien mal, ella era positiva.
“De hecho, ahora mami vive conmigo y yo no quiero que se preocupe absolutamente de nada. Yo todo se lo doy, porque ella hizo todo lo imposible para que nosotros estuviéramos donde estamos; y a veces una madre puede cuidar 10 hijos y 10 hijos no pueden cuidar una madre... pero yo me hice la promesa de que yo nunca iba a ver a mi mamá pasando ningún problema. Si me tengo que pensionar para cuidarla de viejita y estar aquí en la casa con ella, lo voy a hacer. Yo no la voy a poner en una casa de ancianos ni nada de eso, eso es abandonar a los viejitos. De todas formas, ella está muy enterita: tiene 83 años y todavía anda por todos lados”.
—Doña Sandra, son varios kilómetros los que hay que caminar durante el desfile, y usted quiere hacer el recorrido caminando, más cerca de la gente...
—Yo camino hasta 11 millas (17.7 kilómetros, aproximadamente) los fines de semana. Yo me voy con mi esposo y caminamos por horas... lo único que tengo que hacer es asegurarme de llevar zapatos para caminar. Lo bueno es que nunca ando tacones, honestamente deje de usarlos hace rato, la verdad es que me arruiné los pies con esos zapatos de punta.
“Entonces, para ese día, seguramente llevaré tenis... aunque también tengo un par de zapatos con los puedo caminar que son muy cómodos.
“También me dijeron que llevara pantalón, por el frío. La verdad es que todavía no sé ni lo que me voy a poner, no tengo la menor idea. Pero al contrario mío, mami ya lo tiene todo listo”.
—Usted nunca ha estado en un Festival de la Luz, ni lo ha visto por televisión ¿Cómo se imagina ese día?
—Me imagino un festival con muchas carrozas. Imagino que van a haber bandas de marcha y mucha gente al lado viendo todo pasar. No sé si escuelas colegios planean las carrozas, pero eso es lo que yo me imagino. Me imagino que también a un montón de enmascarados y quizá muchos Santa Claus, porque es Navidad. También muchos colores, muchas luces. Y como ahí la gente le hace pelota a todo, me imagino a todo el mundo gritando, aplaudiendo y de todo.
—¿La ilusiona a el hecho de poder acercarse a los niños?
—Por supuesto. Yo creo que para mí eso es lo más importante: ver la inocencia de los niños, la alegría, la emoción de ver todo ese montón de carrozas, de bandas, de gente.
—¿Ve en el Festival de la Luz una oportunidad para llevar a los niños un mensaje sobre los sueños y la importancia de luchar por ellos?
—Sí, porque no importa de dónde vengamos, eso nunca va a dictar las personas que podemos llegar a ser, siempre hay que seguir adelante, tener sueños y tratar de trabajar y hacer lo que tenemos que hacer para cumplirlos. Todo empieza con un sueño. Cuando los niños dicen que quieren ser bomberos, policías, ingenieros, científicos o lo que sea, a veces parece una una idea descabellada, pero los padres tenemos que tratar de motivarlos, tenemos que seguir alimentando esos sueños.
“Tenemos que hacerlo, porque si se dejan de alimentar los sueños puede que se les olvide que tuvieron esos sueños. Y una de las cosas que mami nunca me dejó olvidar fue que yo siempre dije que yo quería ir a la luna, entonces cada vez que yo me metía en problemas, ella me decía: ‘estudie, esfuércese’. Entonces, hay que seguir alimentando esos sueños.
—Tengo la percepción que en el desfile vamos a ver a una Sandra Cauffman muy emocional...
—¡Ay!, es que yo estoy tan emocionada, que cada vez que veo que se acerca la fecha mi corazón hace así (late rápido)... no sé... cuando me llamó Johnny (Araya) por primera vez y terminamos de hablar y le corté, me puse a llorar. En ese momento mami me decía: ‘pero ¿por qué está llorando?’, y le dije: ‘porque me acaban de invitar a ser mariscal del Festival de la Luz’. Mami me decía que tenía que aceptarlo, entonces, seguramente, en el festival la gente va a ver a dos lloronas.