Un granizado por aquí, una bebida hidratante por allá y mucho caballo por doquier... Esa fue la tónica del Tope Nacional 2023, en la que el sol golpeó fuerte en el casco central de San José, desde Plaza Víquez hasta la Avenida Segunda.
Este tradicional parade, que toma la capital todos los 26 de diciembre, volvió a convocar una nutrida asistencia. Los amantes de los caballos, los sombreros vaqueros y la música ranchera no faltó.
Con canciones de Alejandro Fernández de fondo, muchas sonrisas entre el público y los trotes de lujo que protagonizaron los caballos, el evento se celebró en un marco especial: se trató, nada menos, que del Tope del Bicentenario.
En ese contexto se dio cabida al gran festival de equinos, que dejó pintada en las calles josefinas una colorida jornada.
La vibrante jornada
Desde las 11 de la mañana, Manuel Solano, de 62 años; y su nieta Sofía, de 8; se aseguraron un lugar privilegiado en la salida del tope, partiendo desde Plaza Víquez.
“Venimos cada año temprano para tener el mejor campo y disfrutarlo al máximo. El tope es algo que hemos amado toda la vida. Especialmente para mí, es una experiencia única compartir esto como abuelo”, compartió Manuel, con una sonrisa que reflejaba su amor por esta tradición.
Sofía, entusiasmada, añadió: “¡Es emocionante y muy lindo!”. Su voz resonaba con la emoción de generaciones que han atesorado este evento como un lazo familiar.
Su abuelo dijo que esperaba una tarde llena de música y celebración sana para pasarla lindo con su nieta. “Es bonito porque es algo que nos une. El tope es más que un desfile, es un legado que pasamos de generación en generación”, agregó.
A medida que el desfile avanzaba por la Avenida Segunda, entre la multitud de jinetes y caballos destacaba la gracia y la elegancia de Laura Collado, la invitada especial y figura destacada del Tope Nacional.
Dueña de la ganadería Cartago, que tiene más de un siglo de historia, Laura irradiaba una emoción palpable mientras desfilaba con su fiel compañero Poseído, de 18 años, un majestuoso ejemplar de pura raza española.
Con una sonrisa que iluminaba su rostro, Laura compartió su perspectiva del evento. “Para mí el tope no es un desfile, esto es una fiesta con amigos. Es una gran celebración donde se cierran las calles y todo el país se une para celebrar esta cultura que nos identifica”, expresó.
Para Collado, este evento es de gran importancia, pues para ella es una tradición que no debe perderse.
Mientras Poseído avanzaba con gracia, Laura comentaba con entusiasmo: “Él y yo (el caballo) hemos compartido tantos momentos. Es increíble sentir esta conexión con un animal tan noble y hermoso. Para mí, traerlo aquí para este día tan especial es un sueño cumplido”.
Mucho ambiente festivo
Más allá del deslumbrante desfile ecuestre, la festividad se desplegó en una sinfonía de sonidos y colores. En el Tope Nacional aparecieron diversidad de carrozas, las cuales se convirtieron en escenarios itinerantes de diversidad musical y entretenimiento. No solo eran vehículos de música, sino reflejos de la amalgama cultural que define a Costa Rica.
Algunas de estas estructuras móviles, cargadas con altavoces ensordecedores, se transformaron en improvisados karaokes, resonando con las voces de los asistentes que entonaban canciones de Grupo Firme y Grupo Frontera. Entre risas y aplausos, estos éxitos populares se convirtieron en la banda sonora de la celebración.
Otras carrozas, enalteciendo la tradición del país, desplegaron cimarronas y presentaron a cantantes profesionales, como el músico Yecsinior Jara. Al son de música tradicional costarricense, así como de varios temas rancheros, la multitud se entregó al compás alegre y contagioso de estas interpretaciones.
Naturalmente, no faltaron las marcas comerciales, que aprovecharon la ocasión para regalar productos y refrescos. Entre el tumulto y la algarabía, los asistentes buscaban respiro en estas regalías, agradeciendo cada sorbo fresco que ofrecía un breve alivio ante la intensidad del sol.
Justamente, por las inmediaciones del barrio chino, una señora llamada María Catalina Mendieta resumía con su rostro esas principales sensaciones del tope: el calor y la fiesta. Bebía de su botella de agua pero siempre acompañada de su risa.
“Oiga, hoy ha estado fuerte el sol, pero no me arrepiento para nada de haber venido”, dijo, notablemente sudada. “Es algo que espero todo el año y vengo a vivirlo con fuerza. Usted me ve aquí sudada, pero no dude que el otro año aquí estaré también”, finalizó.