Me tomó diez años hacer las paces con Neon Genesis Evangelion, uno de los animés más controversiales y hermosos jamás creados. Ahora que repaso la obra de Hideaki Anno, con la excusa que anunciaron que la próxima película de la saga se estrenará en el 2019, me es inevitable recordar que algún día la odié e incluso la taché de sobrevalorada.
Mi primer acercamiento con esta serie ocurrió a finales del colegio, cuando era un arrogante adolescente que esperaba que esta producción fuera algo más similar a otros animés del género Mecha como Gundam Wing. Sin embargo, me encontré con algo con lo que no estaba acostumbrado, no me gustó y lo boté. En ese momento, quizá por mi inmadurez, solo podía pensar que Shinji Ikari era un mamón.
Para mi suerte, hace unas semanas me volví a encontrar con Shinji, Asuka, Rei y Misato y entendí que estaba equivocado y que el mamón era otro.
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A grandes rasgos, Neon Genesis Evangelion es una serie– de 26 capítulos– que nos presenta a una humanidad que está a un paso de su extinción.
Un cataclismo bautizado como El Segundo Impacto arrasó con gran parte de la civilización y lo poco que quedó de la raza humana le debe hacer frente a unas misteriosas criaturas llamadas Ángeles, la única manera de detenerlos es utilizando los Evas, una especie de robots. Eso sí, estas máquinas solo pueden ser piloteadas por adolescentes y es ahí donde Shinji Ikari entra a la ecuación.
La serie arranca cuando Shinji viaja a Tokio 3–uno de los últimos bastiones de la humanidad– para encontrarse con su padre; sin embargo, este lo ha manipulado porque necesita a su único primogénito en la cabina del EVA.
A lo largo de la serie el protagonista se enfrenta a los Ángeles, pero en el fondo comprende que él es solo un instrumento de la resistencia y, peor aún, una herramienta para su padre. El héroe de esta historia, como buen adolescente, busca la aprobación de los demás para sentirse contento, quiere que lo reconozcan y al final estos delirios lo hunden en un pozo de depresión.
El autor de este animé deshumaniza a Shinji cada que vez que este se monta en el robot. Deja de ser alguien y se convierte en una herramienta de la humanidad. Los últimos capítulos muestran a un héroe abatido e impotente de levantarse de su propia cama , un déspota adolescente, egoísta y asesino.
Neon Genesis Evangelion no va de acción ni de explosiones, sino de simpatizar con los imperfectos personajes que la integran. Shinji no es Gokú ni Naruto es un adolescente que no se puede salvar ni a él mismo, pero está condenado a desenvolverse en una historia en la que los tiene que salvar a todos.
Hideaki Anno quiere poner al ser humano como algo complejo e imperfecto. Como alguien real que crece, madura, choca contra algo monstruoso, se deprime, lastima y algún día se vuelve a levantar para ser mejor.
Me tomó diez años comprender que Shinji Ikari es el héroe que no queremos ser pero, a veces, aunque cueste admitirlo, es el que más se parece a lo que muestra el reflejo del espejo.
Esta es una columna de opinión de la sección de televisión de La Nación, y como tal sus contenidos no representan necesariamente la línea editorial del periódico.