Recreo Grande irrumpió en la televisión de Costa Rica en 1976, como un espacio innovador que se convirtió en el programa predilecto de la infancia tica. La creación de la popular Tía Flory no solo fue la diversión de miles niños en sus casas, sino que también puso a muchos güilas a soñar con salir en la pantalla chica.
Así le pasó a Leonardo Gutiérrez, quien para 1985 era un niño de Aserrí que cursaba el quinto año de la escuela y vivía apasionado del “segmento de noticias” que su maestra le ponía a recrear en el aula, junto a sus compañeros.
Esa experiencia escolar, más la religiosidad con la que veía Recreo Grande, le metieron entre ceja y ceja que él debía ser parte del programa.
“Yo era un niño muy así como muy atrevido, muy espabilado, digamos. Me empecé a averiguar, llamé a Canal 7 y pregunté cómo podía hacer para hablar con la Tía Flory. Fue muy fácil, ellos me dijeron: ‘véngase un martes, ella graba de 1 a 4 de la tarde’. Así fue, me llegué un martes, la esperé y ella me dice que cuál es la idea que yo tengo, qué es lo que quiero hacer”, relató.
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“Ella me dijo: ‘Bueno, es un compromiso muy grande, tendría que estar viniendo todos los martes a grabar’. Yo le dije que sí, que a mí me encantaba la idea y que me dé la oportunidad. Primero hice un noticiero infantil, que era una sección que duraba 2 minutos y después fui animador del programa”, agregó.
Gutiérrez estuvo en el show televisivo por cinco años, tiempo en el que dejó de ser un niño. Luego de esto, terminó el recreo y empezó la hora de labrarse un futuro profesional. Esta andanza lo llevó por Canadá y después por Estados Unidos, donde tiene su propio canal de televisión que ya tiene 8 años de existir.
El comunicador, hoy de 50 años de edad, relató a La Nación su historia de vida, entre la que se cuentan sus aventuras jugando en el jardín de Tía Flory, los pasajes del adolescente al que molestaban en el colegio, el estudiante becado en Canadá y el hombre que la ‘pellejeó' en suelo estadounidense hasta cumplir su sueño.
El gran recreo de su vida
Leonardo se incorporó a Recreo Grande con su ilusión de niño a tope; maravillado por el mundo de la televisión. Con esas mismas ansias con que los niños salen en carrera a los pasillos, luego de horas de pizarra y dictado, él esperaba toda la semana a que fuera martes.
La emoción se le desbordaba y la primera en notarlo era su madre, quien hizo los sacrificios necesarios para que su hijo pudiera tomar todas las semanas un bus hasta los estudios de Teletica.
Esto no era cosa poca, pues además de él, la labor en casa con otros 6 hijos era titánica para su mamá. Además, el costo de los pasajes apretaban todavía más la cintura de la economía familiar.
Pero la alegría de Leonardo lo valía, y él, con la gratitud involuntaria de un niño, aprovechaba la oportunidad al máximo. El periodista asegura que ese lustro fue de las mejores etapas de su vida.
“Yo presentaba la sección que se llamaba Gotitas del saber, con el dulce sabor a Gallito -porque la patrocinaba Gallito-. Tía Flory me hacía el guion y yo prácticamente lo leía. En esos tiempos era más artesanal y todos hacíamos de todo un poco. Había que armar el programa y costaba bastante. Nos tomaba tiempo y todos ayudábamos un poquito, todos contribuíamos”, rememoró.
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Con el paso del tiempo tomó un rol más protagónico. Cuando había especiales, por ejemplo desde el Parque Diversiones, Gutiérrez era quien presentaba a los artistas invitados.
Además, una de las cosas que más atesora es la relación personal que construyó con Tía Flory y con su hijo Juan Gabriel, quien era otra de las estrellas infantiles del show. Según Gutiérrez, ambos construyeron una amistad muy cercana y andaban correteando por los pasillos de Teletica.
“Yo me quedaba con Juan Gabriel jugando y después seguía ahí mismo Telenoticias en vivo, con el veterano y muy recordado periodista don Rodrigo Fournier Guevara. Recuerdo que los técnicos y los camarógrafos me decían: ‘Nandito ve tú y presenta las noticias’. Nunca supe por qué me decían Nandito, pero yo me lo creía que era en serio, y era que don Rodrigo estaba escondido. Todos nos reíamos a carcajadas”, narró el periodista.
Consecuentemente, el público comenzó a reconocerlo en las calles, en una época en la que las figuras televisivas no abundaban en el país. Recuerda con gran cariño que al caminar por San José, al hacer mandados, la gente le cantaba la canción de Recreo Grande.
Con el pasar del tiempo, aquel gesto se convirtió en burla, conforme fue entrando en la adolescencia. Fue así que el entorno colegial, que puede ser bastante cruel, significó el final de su paso por el programa. Eso sí, para ese momento, así como se propuso ser parte del show infantil de Teletica, ya tenía marcado el objetivo de ser periodista.
Sonó la campana… y de vuelta a las aulas
Gutiérrez terminó el colegio e ingresó a estudiar periodismo en la Universidad Latina, a principio de los años 90. Gracias a sus contactos previos, pudo hacer una pasantía de tres meses en el noticiero de canal 7.
Posteriormente, le llegó una oportunidad que cambiaría para siempre su vida: una beca para estudiar la profesión que amaba en Canadá. En el centro universitario College of Applied Arts and Technology se especializó en periodismo televisivo.
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“Fui el único latino que entró ese año a la carrera. El señor que administraba la carrera me hizo una entrevista y él me decía: ‘Para trabajar como periodista tú tienes un acento’. Entonces como que no me querían aceptar la solicitud. Yo le decía: ‘Pero bueno, yo en realidad no quiero trabajar en inglés, quiero hacerlo en español’”, comentó.
Como fue tónica en su vida, pudo más su voluntad y terminó graduándose a principios de siglo. Recién titulado, llegó a Estados Unidos para trabajar con Telemundo en el estado de Utah.
Un periodista que armó su sueño con mucha paciencia
Gutiérrez laboró durante cinco años en Telemundo, donde hizo de reportero y hasta de presentador de noticias. Entrar al mundo laboral por una puerta tan grande, sumado a la fascinación que le había dejado su paso por Recreo Grande, le sembraron el sueño de tener su propio canal de televisión.
Pero este no se concretó rápidamente ni mucho menos de manera sencilla. El periodista se desvinculó de la televisora estadounidense en 2010 y no fue sino hasta ocho años después que inauguró oficialmente su proyecto personal.
Durante esos años estuvo alejado de su profesión, pues se convirtió en intérprete legal, brindando sus servicios como intermediario entre hispanohablantes y angloparlantes, en una corte judicial.
Este trabajo fue su sustento durante varios años, mientras paralelamente cimentaba las bases de Mi TV, su canal televisivo. Poco a poco reunió los recursos y fue adquiriendo el equipo necesario; así como llevando a cabo el complicado proceso burocrático.
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La exfigura de Recreo Grande logró inscribir su proyecto como una organización sin fines de lucro. Por fin, en 2017, vio su sueño realizado y Mi TV comenzó a transmitirse de forma gratuita en una página web.
“Nuestro objetivo es ser un canal que promueva valores familiares. Ofrecemos series clásicas de los 70, 80 y 90. Okay. Buscamos que no tengan contenido sexual ni violencia. Queremos presentar una programación totalmente familiar”, explicó.
“Queremos llenar esa vacío que quedó en la televisión cuando llegaron los reality shows. Además, como no pasamos comerciales, tenemos todo tipo de mensajes, por ejemplo, educativos en contra del bullying, de crecimiento personal, conciencia social o perseverancia”, añadió.
Actualmente, el canal, que funciona con un subsidio del Gobierno Federal y las donaciones del público, está disponible gratuitamente en el sitio www.mi-television.com y en plataformas como Roku, donde proviene la mayor parte de la audiencia.
Hoy, Gutiérrez tiene toda su vida hecha en Estados Unidos, donde vive desde hace un cuarto de siglo y tiene a su proyecto laboral andando. Sin embargo, visita Costa Rica todos los años y sueña con algún día tener una frecuencia en el país.
“Me gustaría, por ser costarricense y el fundador del canal, que en Costa Rica se pudiera ver en televisión, en una televisión abierta. También, no miento, me gustaría tener una casita en Costa Rica, tal vez allá en la playa o algo así”, afirmó.
“Estados Unidos es muy bonito para trabajar y hacer negocios, pero el país de uno, uno nunca lo cambia, y creo que ahí es donde voy a terminar jubilado”, finalizó.