Por albures de la vida y a pesar de tantos años en el medio, nunca había hablado con Raúl Villalta. Por supuesto que lo conocía “de la tele”, de las noticias y también porque recuerdo claramente la locura que desataba entre la muchachada estudiantil de secundaria cuando hacía giras por el país, siendo un muchachillo casi de la misma edad de sus seguidores de colegio.
Siempre tuve la imagen (preconcebida y sin fundamentos) de que Raúl era un muchacho serio y hasta circunspecto, pero en los primeros cinco minutos de la llamada que le hice para proponerle esta entrevista, ya los dos habíamos soltado un par de sabrosas carcajadas porque resulta que el cantante tiene un sentido del humor desbordado y, además, una mente veloz con la que improvisa ingeniosas frases.
Para empezar, Raúl se ríe de Raúl, lo que evidencia justamente una gran seguridad en sí mismo. Antes de empezar a conversar sobre lo que nos tiene aquí, su carrera como cantante, se impone un comentario sobre lo rejuvenecido que se ve, pues desde unos años para acá era evidente que había ganado sobrepeso.
En cambio, el Raúl de hoy volvió por sus fueros y sin la menor intención de vararse en la juventud, por un tema de salud se puso las pilas a comer saludable y a hacer ejercicio. Los resultados saltan a la vista: en los últimos meses se ha desecho de 16 kilos.
Le comento con algo de timidez por el cambio de imagen —el asunto del peso habitualmente es un tema sensible-- y entonces Raúl rompió el hielo con una broma que nos hizo carcajearnos a los dos: “Ah sí, ¿viste? Es que yo había pasado de galán a galón”.
Vamos de lo general a lo particular. Los días de Raúl Villalta hoy transitan en medio de una vida bastante tranquila y muy familiar; está casado desde hace 26 años con Jenny Montero, con quien procreó a Raúl y a Santiago, de 26 y 15 años, respectivamente.
Aunque en los últimos años sí estuvo alejado del ojo público, lo cierto es que Raúl ha seguido vinculado a la música y a la locución. De hecho algo que muchos ignoran es que en los últimos 20 años él ha sido el encargado de ser la voz en off de todos los anuncios y promocionales de Repretel, algo que agradece mucho porque sobre todo en tiempos de pandemia, una entrada fija le ayudó a apalancarse en vista de que, como prácticamente la mayoría de costarricenses, tuvo que reorganizar su economía ante el bajón de trabajo.
Raúl tiene, también desde hace muchos años y en su propia casa, un estudio de grabación y, aunque los trabajos en esa área que le contratan también se vieron menguados por la arremetida de la covid-19, en los últimos meses poco a poco ha ido aumentando la actividad. Es decir, no son buenos tiempos, pero sí mejores tiempos, al menos respecto a lo que se estaba viviendo en año pasado por esta época.
De cómo todo comenzó
Transportémonos un poco menos de medio siglo atrás. Era Raúl un chiquillo de cinco o seis años y, en lo que desde hace mucho es una anécdota familiar, su mamá siempre ha contado que su destreza por el canto empezó a manifestarse siendo él muy pequeño, cuando les hacía minishows de canto a las vecinas del barrio, quienes le regalaban galletas y jugos, fascinadas por la intrepidez del niño.
Ya en la escuela y colegio pronto adquirió notoriedad por sus constantes presentaciones y triunfos en los entonces tradicionales festivales de la canción.
“De hecho, yo fui el primer ganador de Nace una estrella”, dice, mientras a mí se me hace un circuitero de fechas que no me coinciden y rápidamente él aclara entre risas: “Es que yo entre el 88 y el 89 participé en el que era un concurso de canto superpopular en Canal 7, El Festival Jack’s de la Canción, de Fantástico. Ahí fui avanzando hasta que quedé como semifinalista y después me metí en la gran final y la gané”. Así explica el cantante la analogía con el programa actual de Teletica Formatos, un poco en broma pero bueno, en el fondo se trataba de encontrar un nuevo talento en el canto, el concurso era muy visto y se desarrollaba en Canal 7.
“Por cierto, mi mamá fue la que me impulsó para que participara y yo al principio me negué: ‘Nombres, ahí lo llenan de meneítos y picaritas a uno, a mí me da vergüenza salir así en televisión... y al que no quiere caldo dos tazas, ya como ganador ahí andaba yo en el set de Canal 7, con doble canasta de Jack’s para arriba y para abajo y así jalándolas hasta la casa”, rememora divertido.
El tema que le valió ganar el concurso y que lo empezó a posicionar en el ojo público fue Sola, del chileno Jorge Rigó, que era un tremendo éxito en aquel momento.
De ahí en adelante, Villalta encontró lo que sería su nicho, al empezar a interpretar covers de baladas corta-venas muy populares entre los años 80 y 90. Aunque ha escrito su propia música, lo ha hecho más que todo para él y nunca la ha grabado.
A su juicio interpretar a otros artistas a los que admira, con temas llegadores que generan una reacción muy emotiva en el público, es una trinchera por la cual se abrió paso y con la que consiguió el éxito no solo en Costa Rica, pues que también estuvo por temporadas cantando en hoteles y salones de México y Puerto Rico. Le iba tan bien que estuvo a punto de radicarse en la isla, pero al final no le fue posible obtener la visa de trabajo.
“Pero lo que está para uno, está para uno. Yo estaba soltero en aquel tiempo y estaba escrito que, de haberme quedado allá, no tendría lo que tengo ahora”, reflexiona.
También atesora una experiencia que vivió junto con los grupos Marfil y Gaviota, cuando fueron invitados al programa Iberoamérica va, en un especial que se grabó en la canal Venevisión, de Venezuela. “Fue algo muy bonito para mí, yo como solista”, agrega.
El vagón de las historias
Si bien durante todos estos años Raúl no ha tenido mucha presencia en medios, lo cierto es que nunca se ha apartado de la música y, por el contrario, ha seguido con presentaciones privadas en hoteles, bares y eventos. Pero hace tres años decidió darle forma a un proyecto más ambicioso, El Vagón de las historias, integrado por dos músicos más y que a Raúl lo tiene muy ilusionado, ahora que están repuntando poco a poco las presentaciones en vivo.
LEA MÁS: Así son los días de Valentino: ‘Mi mejor decisión fue renunciar a la fama’
“Vieras qué dicha, son buenísimos artistas, Walter Chepe Blanco en la guitarra y el saxofonista Manuel Obando. A poco más de un año de empezar en el proyecto, ya habíamos iniciado con las presentaciones, súper bien todo, se vino la pandemia. Nos hemos mantenido siempre preparándonos y con espectáculos virtuales, pero ya hemos tenido varias presentaciones últimamente, incluso este sábado —4 de agosto— vamos a estar en La Cantina del Reportero; los dueños son varios periodistas de Canal 7 y el lugar es muy bonito, en Santo Domingo de Heredia”, cuenta Raúl emocionado.
Y es que recién actuaron en el bar-restaurante Añoranzas, famoso por la calidad de sus espectáculos en vivo, y en el Hotel Condovac —uno de sus clientes más leales— se presentan continuamente y recién ofrecieron un show para el Día de la Madre.
Aunque por lo visto Raúl es de ese tipo de gente cuya filosofía de vida —o su ADN— implica que siempre está viendo el vaso medio lleno, a no dudarlo por estos días está contento, feliz, si se quiere, pues el renacer artístico junto a la mejoría en su salud y la satisfacción por todo lo logrado hasta ahora, lo tienen muy orgulloso y esperanzado.
“Es que yo parezco a Don Ramón (risas) le hago a todo, y ver los frutos... tenemos varias contrataciones y a mí honestamente lo que más me llena es esa interacción con el público. El aplauso final pues, bienvenido, pero cuando yo empiezo a cantar esos temas de los 80 y 90, y veo la reacción de la gente, que se ponen las manos en la cara, he visto a gente a la que se le salen las lágrimas. Ese creo yo que es el máximo regocijo interior para cualquier artista”, reflexiona Raúl.
Cuenta que en su repertorio tiene más de 50 canciones y que su show es de dos horas y media ininterrumpidas. “Yo no tomo ningún descanso, siempre siento a la gente tan inyectada que me parece hasta grosero hacer una pausa, además de que se me enfría la voz”.
Le digo que me cite algunos de los temas más llegadores en su lista y me las dice cantando con aquel vozarrón, fuerte pero cálido y cadencioso: Me pongo a pintarte... (Guillermo Dávila)... / Tu y yo estamos locos de amor... (Jordano) / El blues de la soledad... (Miguel Ríos) / Lo que un día fue no será... (José José).
Y sí, literalmente me quedé sin palabras durante unos momentos...
Ya aterrizando de nuevo en el presente, Raúl dice que una faena que le proporciona mucha felicidad es la de cocinar. “Nunca he llevado un curso pero creo que se me da bien, soy feliz haciendo el desayuno de la familia en las mañanas, compartir con ellos, a veces sentarme a ver Netflix en la noche con una copita de vino.
“También me siento muy bien con las mejoras en mi salud, hace un año me llevé un susto pequeño con el corazón. El cardiólogo me dijo que tenía una pequeña arritmia pero que era totalmente reversible, a punta de seguir buenos hábitos y yo pensé: ‘de veras que parezco estúpido’, entonces aparte de la parte de cardio hago mínimo 200 abdominales diarios, un poco de pesas, trato de llevar una buena alimentación pero de vez en cuando me doy mis gustos...
“Yo no tengo el menor problema con envejecer, al contrario, es un privilegio seguir sumando años al calendario, pero sí trato de hacerlo de la mejor forma posible y ahora me siento como no me sentía hace mucho”, afirma.
“Soy muy casero, disfruto poder ir a dejar a mi hijo menor al cole, ver Netflix -soy fanático de todas las sagas de Stallone-- acompañado de un vinito. No soy muy vanidoso en el vestir, con jeans y camiseta todo bien, salvo cuando la ocasión dispone otro código. Me cuido mucho la dentadura, la higiene, una colonia que huela bien sin que importe la marca y bueno, no le temo al paso de los años pero sí quiero envejecer con dignidad y, sobre todo, con salud”
— Raúl Villalta, cantante y locutor
Siempre con humor, dice que tiene una colección de “pachos” que le han ocurrido a lo largo de su carrera, pero hay uno que “tandea” a los demás por goleada.
LEA MÁS: Así son los días de Luis Jákamo: del infierno de los excesos a un manantial de buen vivir
“¿Cómo? ¡¿Usted no se acuerda?! Fue una cosa terrible. Resulta que el país estaba vuelto loco con la Sele de Italia 90 y entre las actividades que se programaron había un homenaje para los seleccionados y luego un partido amistoso contra el Albacete de España, en el (viejo) Estadio Nacional. Imagínese, yo apenas pasaba de los 20 años pero no tenía ningún problema, me sentía seguro y dije que sí, muy honrado, cuando me eligieron para cantar el Himno Nacional. Pero se hizo tal molote cuando llegó la Selección, el estadio estaba hasta el alma y también llegó toda la prensa del país; la orquesta estaba a la orilla de la pista y como que no hubo control, eran otros tiempos. La cosa es que entre buscar las reacciones de los futbolistas y acercarse a la tarima donde yo estaba, me saturaron de micrófonos y entonces se hacía un rebote espantoso, pero ya era el momento de cantar el Himno ¡y empiezo yo! Diay ya en la primera estrofa vi que aquello se había vuelto un arroz con mango, el sonido pésimo, entonces me ataranté y se me hizo un mosquero... la única forma de resolverlo fue saltándome la mayoría de estrofas y al final terminé ‘¡Vivan siempre el trabajo y la paz!’”.
“Vieras el estadio completo gritándome ‘¡hijuep...!, ¡malp...!”, y yo ‘Tierra trágame’. Como pude salí de la cancha y ya cuando empezó el partido la gente se concentró en otra cosa. Entonces le digo a un compa que andaba conmigo: ‘Mae quedémonos a ver el partido, yo tengo dos asientos por allá', y se vuelve el mae y me dice : ‘Mmm no mae, mejor no. Vámonos para la casa. ¡Nosotros nos quedamos aquí y capaz que nos linchan a los dos al final!”, cuenta Raúl desternillado de la risa.
Pero bueno, ha pasado mucha agua bajo el puente desde aquella evocación. Por ahora, se prepara para participar el 15 de setiembre en un especial que ofrecerá el espacio Buen Día, de Canal 7, en el que Raúl Villalta entonará La Patriótica Costarricense. “Me ilusiona mucho. Voy a respetar su esencia en total, pero va a ser una versión un poco más jazz. Ya verás”, dice, seguro de que esta vez no habrá chiflada ni exabruptos, no porque la pantalla de la televisión lo proteja, sino porque a estas alturas, Raúl Villalta ya sabe a lo que va.