El nombre 50 al Norte quizá no resulte tan familiar en el léxico criollo. La banda dejó apenas un disco tras su paso fugaz a inicios de la década de los años 90. Religiones (1992) se llamó. Es el único documento que registró aquella existencia tan breve que finalizó tras un único concierto de presentación del material discográfico.
Su sonido giraba en torno a las melodías de la voz de Bernal Villegas, mientras que los arreglos incluían teclados protagónicos y solos de vientos, si bien la base del conjunto era un trío rockero.
Algunas canciones incluidas en aquel material no solamente sobrevivieron al paso de los años, sino que se convirtieron en himnos. Los clásicos Dime qué puedo hacer sin ti y No importa son los mejores ejemplos de esto.
Tres décadas después, en una especie de reencarnación, el grupo se rearmó, manteniendo a Bernal a la cabeza, así como al bajista original, Gonzalo Chalo Trejos. Se les sumó el baterista Carlomagno Araya y el guitarrista Édgar Sequeira. En conjunto, el cuarteto es un batallón completo capaz de presentar temas respetando la más estricta definición del término “rock” con temperamento y, a la vez, darle vida a baladas con gran sentimiento.
En su primera presentación en solitario (el grupo cerró el Rock Fest en marzo) 50 al Norte dio cátedra musical mezclando material del Religiones, con otras joyas aún inéditas. Resultaría difícil pensar que el sonido armado por esta alineación podría ser replicable, pues cada uno le aporta una identidad característica que suma al resultado colectivo.
Gracias a quienes conforman la banda, no resulta sorpresivo haber visto esa noche en Jazz Café una notable convocatoria de músicos líderes de diferentes agrupaciones nacionales, así como instrumentistas pertenecientes a diferentes generaciones.
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Eso habla tanto del legado compositivo de Villegas, como de la previsible maestría interpretativa de los cuatro músicos, que es digna de admirar. En esta ocasión, el performance se resumió en canciones con mucha personalidad, con estructuras lógicas, melodías admirables y, por supuesto, una ejecución tan sólida como nítida.
Poco más de 70 minutos de música fueron un deleite en un recital en el que se disfrutaron tanto los temas que conllevan cierta nostalgia por su significado para el cancionero local, así como otras piezas inéditas. Aparecieron también una que otra perteneciente al repertorio de otros proyectos de Bernal, entre ellos Profanar (de Suite Doble), o Sin tu amor, Solo contigo y Héroe o Villano (del proyecto y disco homónimo, Villegas).
Los temas “viejitos”, como Desnuda tu alma, Si estás cansada, o Guerra fría no se sintieron para nada añejos. El cuarteto se encargó de remozarlos con una interpretación con bríos, sin contemplaciones, como con las botas de frente. En el caso de No importa, sonó con un arreglo nuevo, más lento, y dos coros que le suman mucho… es una versión merece ser grabada.
Con respecto a las piezas aún inéditas, cada una deja excelente sabor de boca. En su próximo álbum, a lanzarse en algún momento de este año, vendrán temas como Capricho, una obra de alta velocidad que se empieza a codear disimuladamente con un bluegrass rockero. También sonó la balada-rock Elvira y Del principio al final, una canción folky donde un solo de guitarra con slide aparece en un punto cumbre de una melodía hermosísima (la verdad es que todos los solos de Édgar sorprenden).
50 al Norte por ahora está apenas en el proceso de volverse un nombre familiar para nuevas generaciones. Sin embargo, la cercanía que provocan su música y la accesibilidad de sus canciones, tiene mucho potencial para que se le aprecie con facilidad. Su regreso merece ser tomado en serio.
FICHA TÉCNICA
ARTISTA: 50 al norte
LUGAR: Jazz Café
FECHA: 9 de junio