Aunque a unos les guste y a otros no, es el presentador por excelencia de la televisión nacional y eso no se puede negar.
Tanto se apunta a entrevistar a un monje tibetano como a la señora de Cartago que le regaló un par de pantuflas y, a partir del 2014, el periodista liberiano Édgar Silva podrá cumplir uno de los sueños que le rondaba la cabeza: su propio programa de entrevista.
Tal anhelo se materializará cuando salga al aire el espacio Las paredes oyen.
Desde su oficina-estudio-casa (el set de Buen Día ), Silva habló con Viva acerca de este nuevo reto, las críticas y el apoyo que recibe, a pesar de su sobreexposición.
Acá un extracto de la conversación con el hijo menor de José Arturo Silva y Lidia Loáiciga.
Ya casi sale al aire Las paredes oyen . ¿Cómo surgió la idea?
Como periodista, descubrí que la entrevista me fascinaba; entonces, comencé a pensar que las entrevistas de Buen Día tenían que tener muy buena calidad. Cuando estaba en el Reto centroamericano de baile en alguno de los aeropuertos estaba con el productor y le mencioné la idea; no sabia que se había quedado con eso en la cabeza y, a mediados de este año, me dijo que se lo había ofrecido a la gerencia. ¡Me agarró una risa nerviosa! No estaba en el canal y me dijo que nos dieron permiso para hacer un piloto.
¿Por qué un programa solo de entrevistas?
Yo leo, comparo, veo entrevistas y he tratado de que mis entrevistas en Buen Día tengan una calidad buena, que sean competitivas. Muchas veces decía qué bonito no tener 20 minutos para entrevistar a alguien sino tener una hora para conversar. Eso lo pensaba mucho cuando recibía invitaciones de las casas disqueras o venía un artista. Siempre me preparaba y quería más.
¿Cuál sería su entrevista soñada?
He disfrutado muchas buenas entrevistas, esas en las que uno dice “logré un acercamiento emocional con la persona y me habló ”. Si yo pudiera mostrarte la entrevista que le hice recientemente a Adal Ramones... quedó muy buena; esa la recuerdo porque la tengo fresca. La que le hice al Chunche (Mauricio Montero) es otra. La gente me recuerda mucho la de Chayanne; ha habido buenos trabajos, pero no me ofusco por lo que no tengo.
Está a punto de cumplir uno de sus sueños. ¿Cree que le hace falta algo como profesional para sentirse satisfecho?
Nada, lo tengo todo. Para comenzar esto… si ustedes lograran entender que yo aquí tengo tanta libertad; si yo quiero hacer buena entrevista la hago, si quiero hacer un reportaje, lo hago. Esta es mi oficina (señala la casa de Buen Día y el jardín). Entendeme, este es mi estudio de televisión; yo seria un idiota si te digo que aspiro a algo más y, si no soy capaz de disfrutar de todo esto que tengo, sería un verdadero idiota y no quiero pecar de idiota.
¿Considera que con este programa ya va a tocar techo?
No, siempre le he dicho a mis compañeros que el colaborador que venga con el argumento de que “yo ya toqué techo” es el argumento perfecto para decirle “váyase”: si usted sale con esa historia significa que no tiene la capacidad de reinventarse y la peor cosa que le puede pasar en la vida a uno es no tener esa capacidad. Imagínese si se lo digo a los demás, cómo soy de duro conmigo.
Va a durar muchos años en este trabajo entonces...
Yo perfectamente sueño o me veo a mis sesenta y pico de años reporteando. Vos ves la televisión europea y estadounidense y ahí están; Bárbara Walters está haciendo entrevistas a los 82 años. ¡Dios guarde! Espero seguir con la firme convicción de hacer esto.
¿Ya dejó huella en la televisión nacional?
Cuando usted me dice que me vio chiquitica en los toros, eso es una huella; me doy cuenta a través de esas cosas, pero es algo que no lo pienso. Ya tengo 15 años de hacer Buen Día y puedo asegurar que he tenido mañanas en que estoy cansado, pero te juro que todavía no me he encontrado diciendo qué hijueputa pereza ir a bretear; no lo he hecho, eso significa que todavía me gusta.
¿Cuál es su opinión acerca del cariño y de las críticas que recibe?
Me doy más cuenta del cariño. Es bonito salir a la calle y que la gente casualmente te diga: ‘Viera cómo me ayuda su trabajo’, ‘Viera cómo lo disfruto, gracias por la entrevista de la semana pasada’; es gente que te habla con tanta cercanía y, en esta época en que todo el mundo desconfía de todo el mundo, salir a la calle y que alguien te hable con esa confianza la verdad es que es rico. Sería un malagradecido con la vida si no valorara este detalle, porque justifica mucho lo que hago.
” Lo que le molesta a mis detractores es que yo no he pedido nada. Me han llegado las cosas y creo que trato de hacerlo lo mejor posible, vestirme de acuerdo a la ocasión y, si me llaman a presentar El Chinamo, voy a enfiestarme”.
¿Qué dice acerca de la exposición extra que viene con el programa de entrevistas? Hay mucha gente que es detractora de su trabajo.
¡Uh! Que si hay. Yo estudie esto; yo no imaginé que este hubiera sido mi destino; mi plan de vida era irme para Guanacaste y hacer periodismo rural. La oportunidad de entrar aquí (Teletica) fue circunstancial; haberme quedado es producto de la pasión que tengo por el oficio.
” Yo no sé lo que es pedir trabajo, no lo sé; ¿para qué te voy a mentir? Nunca he presentado un currículum, nunca he ido a la oficina de doña Pilar a decirle: ‘deme trabajo’, yo nunca he subido a la gerencia a decir: ‘deme ese programa’; te lo juro , nunca. Las cosas me han llegado y si me llegan: ¿por qué las voy a negar? Prefiero morirme diciendo probé eso y no me gustó, que decir, baboso, no tuviste esa experiencia profesional”.
Son 23 años en la profesión, ¿qué es lo mejor de ser periodista?
En este momento, tener la capacidad de que tus informaciones ayuden a mejorar la calidad de vida. Si bien en un principio hubiera dicho que lo mejor del periodismo es conocer las historias de la gente, creo que eso lo he evolucionado a que la información pueda mejorar la calidad de vida de alguien.
¿Qué lo hace feliz?
Tener salud y hacer lo que me da la gana.
¿Qué le molesta?
La pereza, la falta de solidaridad, el interés personal antes del colectivo.