
Hoy vamos un poco monotemáticos pero es que hay que desmenuzar el fenómeno que se generó en torno al moraviano Bryan Ganoza, quien se radicó en Las Vegas hace unos años donde trabaja como stripper, pero que también venía haciéndole guiños a su sueño de convertirse en artista musical.
Estos Topos nos dimos a la tarea de observar el ya archifamoso video de su debut como cantante, El triángulo: fuimos de los primeros, de manera que lo detallamos sin ningún prejuicio... Tras ver aquel mejunje pensamos tantas cosas que al final no logramos decir nada. Quedamos en shock y solo logramos entender la analogía de lo que acababábamos de ver, con el cabro macabro.
Ya en una segunda, tercera o décima ojeada, uno muy... decía que ya viendo el video, poniendo atención a la letra y a otros detalles, en ese momento coincidimos en que Bryan posiblemente había estado muy mal asesorado, pues con solo implementar algunos cambios, pudo lograr algo mucho mejor.
¡Pobres ingenuos! Coincidimos por ejemplo en que Ganoza tiene un cuerpazo, sin duda, y sería absurdo que no lo muestre, pero el ride sadomasoquista Mad Max no le salió muy bien, y en medio de aquel sancocho de utilería, los lentes que usó nos recordaron los que lucían los integrantes del desaparecido grupo Blanco y Negro cuando tocaban en el balneario de Patarrá, por ahí de 1986.

Y si bien hay reggaetón y trap puertorriqueño tremendamente vulgar y ofensivo en cuanto a la sexualidad, lo cierto es que la letra de la pieza de Ganoza es bastante torpe en la descripción de la mujer, y muy desafortunada en momentos en que se procura justamente dejar atrás todo ese tratamiento “hormonal” en la música y el arte. Parece escrita por el guionista de una mala mala sexi comedia mexicana sobre adolescentes pubertos de los años 90.
Ahora bien, vimos el video, lo analizamos brevemente y a otra cosa mariposa: nadie está obligado a consumir lo que no lo seduce, musicalmente. Lógicamente los artistas o quienes eligen “pulsearla” en ese ámbito, están expuestos a críticas y razonamientos de quienes ven su material. Y sí, es innegable que como cantante, Bryan resultó buen bailarín pero si algo ha demostrado el reggaetón es que no se necesitan calidad vocales para ser el número uno en Spotify.
Pero gente... la clase de sopapeada, la revolcada virtual, los crueles comentarios, las ofensas impublicables contra Bryan Ganoza lo convirtieron, en menos de 24 horas, en una especie de enemigo público # 1. Para colmo, con la sangre caliente, Bryan posteó un segundo video, indignado por las barbaridades virales en su contra, metió una ofensa escatológica que lo dejó muy mal parado y lo que consiguió fue lograr una nueva escalada de comentarios en su contra. Error garrafal.
Pero como los designios del destino a menudo escriben en recto sobre renglones torcidos, y mientras Ganoza intentaba paliar emocionalmente todo aquella andanada de odio, simultáneamente varios conocedores en el tema empezaron a publicar en redes el fenómeno del aumento imparable de visitas al video de El Triángulo.
“Bryan Ganoza y su polémico tema El Triángulo está en el Top 5 en virales. Tomen nota: en seis días un millón de vistas del video... nadie logra eso: solo el cabro más macabro. En Costa Rica nadie llega a esa cantidad de vistas en tan poco tiempo. Ahora estoy sospechando que Bryan es más vivo que todos juntos, que lo hizo a propósito para generar polémica y crecer como nadie lo ha hecho en un lapso tan corto. Este video de Bryan lleva 13 mil comentarios en 6 días, ni siquiera artistas internacionales, considerados muy buenos de otros géneros musicales, suman tanto en ese lapso. No se repartan nada, creo que este señor, nos puede dar una sorpresa, así es la cosa con Ganoza”, escribió este jueves en su cuenta de Facebook, el periodista Rogelio Benavides, experto en farándula.
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Y bueno, aquí podemos seguir citando a gente respetadísima en el ámbito musical del país, pero elegimos el post nada menos que del ejecutivo discográfico Mauricio Villalobos, y quien es toda una autoridad: “El criticadísimo video de Bryan Ganoza, quien ha sido blanco de hating y bullying durante la última semana y media, está a nada de alcanzar el millón de views. Un cifra impensable e inalcanzable hasta para el más arrecho de nuestro nutrido elenco nacional (en tan breve lapso). Quizás no sea la música, pero algo estará haciendo bien y mucho mejor que otros que se rasgan las vestiduras con su eterna cantaleta de la “falta de apoyo”. Respuesta impertinente y malamansada: ¡Claro haciendo semejante ridículo, así cualquiera! Respuesta mía: Ha visto PEORES ridículos que no generan ni una centésima en reacciones de lo que logró este tipo. #aquicayendomal #perodiciendolaverdad”.

Cerramos el tema que, efectivamente, nos sacó por un rato del ride de la covid-19, con dos acotaciones:
1) Por el modo en que Bryan Ganoza reaccionó y la forma en que se expresó, con la cabeza caliente, como dijo él, es más que evidente que se trata de un muchacho sencillo y a quien le urge un asesor que le aconseje cómo reaccionar en estos casos.
Tiene Ganoza un ejemplo cercano, su amiga y exnovia, Melissa Mora, quien ha sido una maestra en el arte de hacerse la maje y guardar silencio frente a todo el estiércol que le tira la manada en redes desde hace mucho tiempo, e independientemente de lo que haga o deje de hacer. Pero en el ámbito en el que más la acribillan es justamente en su faceta de cantante y jamás nunca, dijo el tonto, hemos visto a Meli tranzarse en discutideras con la gradería de sol en redes, es bastante cauta en lo que dice en público y se nota que está mucho mejor aconsejada que Bryan.
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Para cerrar con Ganoza, el “enemigo público” de la semana, en la parte musical, hay que decirlo, tiene una voz espantosa y se nota que le metieron el autotune a todo lo que aguantaba en el estudio. Pero igual, en ese género no se necesita ser un prodigio vocal, pues son otros los valores que se imponen, y hay estrellas internacionales que cantan tan mal o peor que él. No pasa por ahí.
2) Siempre con Bryan Ganoza, pero ya no el cantante, si no la persona... él fue el rostro más reconocible de Costa Rica cuando empezó el popular programa de Repretel, Combate. Y es fregado porque desde el inicio la gente lo encasilló solo como un trozo de carne, y ya salir de eso es muy complejo. Sin embargo, nos parece acertado que se monte una carrera musical, aunque no tenga talento para eso, pues repetimos, Melissa hizo lo mismo y demostró que funciona muy bien, independientemente de la mala publicidad. Ojalá el fortachón aprenda y haga los correctivos de curso, que insistimos son mínimos. El segmento de audiencia que consume el llamado género urbano es especialmente indulgente.

Como agregó Rogelio Benavides, no importan las burlas, el tema es que suma vistas (positivas y negativas) y eso les sirve a las disqueras, a las plataformas, a los medios y a las redes antisociales. “En unos días este caballero va donde un promotor o un buen productor, les enseña esos números, los convence y logra realmente triunfar, con una acertada dirección y una adecuada producción. Ese es el negocio, ahí está el detalle (...) Cuando tenga un productor de verdad, se va a disparar. Ni artistas consagrados logran reunir esas cifras (orgánicas) en tan poco tiempo. En estos tiempos de pandemia, con todo el mundo metido en la casa, pegado en las redes, ese morbo funciona”.
La parte que nadie ha comentado, o al menos no he visto a nadie, de ningún gremio, es la barbarie de centenares de comentarios directos sobre la anatomía de Bryan Ganoza, con afrentas directas a los atributos sexuales del muchacho, comparaciones aberrantes...burlas llenas casi de sadismo, ¿qué habría ocurrido si la situación hubiera sido a la inversa, y todo el tanate fuera contra una mujer? No nos podemos imaginar la clase de alboroto que se hubiera armado.
Pasamos página y le metemos el diente nada menos que a Tu cara me suena, estrenado contra viento, marea y covid-19 el 12 de julio, en un experimento pocas veces visto en el mundo, en tiempo de pandemia y con una producción que implica, sí o sí, una gran logística que involucra a decenas de colaboradores.

El pasado domingo, en la noche, por primera vez algunos sentimos algo parecido a la “normalidad” previa a la pandemia que nos puso la vida de cabeza: el regreso de Tu cara me suena resultó una necesaria dosis de algo conocido, de una experiencia que como audiencia ya nos es familiar y que remite, aún con caretas y alcohol en gel, a tiempos que nos parecían ya lejanos.
En su quinta temporada, el programa de imitaciones musicales de Teletica Formatos recurrió a su elenco de menor perfil mediático, con intérpretes talentosos, sin duda, pero que no vienen envueltos en carreras extensas ante el gran público.
Curiosamente, las particulares circunstancias de este año hacen prever que es muy probable que TCMS 5 se cuente entre las emisiones con mejor rating, gracias a un público literalmente cautivo y a la falta de competencia de otras producciones nacionales en la televisión criolla: después de meses de noticias angustiantes y conferencias de prensa, la gente felizmente sintonizará algo que cambie el tono, que aligere las cosas, que provoque risas en tiempos amargos.

Aunque con solo una primera gala es pronto para dar pronósticos o marcar tendencias, sí ya hay algunas anotaciones del programa que podemos compartir, todo siempre con ánimo constructivo y de mejora. Lo primero es ratificar que Tu cara me suena es un programa hecho para que los cantantes se luzcan, y en esta edición sobran las buenas voces.
De entrada Xiomara Ramírez, Eduardo Aguirre y los hermanos del dúo Chillax se despegaron del pelotón, con excelentes presentaciones: Xiomara se lució no solo cantando sino que sacó la mejor coreografía de la noche; Eduardo cantó muy bien en inglés a pesar de no ser su idioma habitual, y los Chillax no tuvieron reparos en cambiar de género y salir al escenario en tacones y vestidos ajustados.

Hasta ahí, todo bien. El rapero Gonín sorprendió con una muy bien lograda personificación de Juan Gabriel (con gran entonación) y el periodista René Barboza encarnó a Sandro con la pasión del que conoce el legado del astro argentino. René tiene un reto en el programa que no se relaciona con la cantada (tiene voz para defenderse), sino de cambiar su imagen pública, venida a menos en años recientes a causa de sus videos en redes sociales acerca de política y/o religión, que no siempre lo dejaron bien parado.
En el fondo de la tabla están el imitador Davis Núñez, la cantante Sharon Abarca y la actriz Carmen Chinchilla. A los dos primeros los afecta el ser prácticamente desconocidos para la mayoría de la gente en sus hogares, algo que bien pueden compensar conforme avancen las semanas, pues su talento no se cuestiona.
Carmen Chinchilla es tema aparte. La actriz, que es reconocida por su personaje Elvirilla, de los programas de Juan Vainas y Chibolo, debutó en el show dominical con la que bien pudo ser la peor presentación que TCMS ha visto en los cinco años que tiene de hacerse en Costa Rica, y eso que contamos espectáculos para el olvido como el Gustavo Cerati de Eloy Mora, el Cangrejo Sebastián de Opo Marín y la Laura León de Gallina, todos de espanto.

Sin embargo, todos ellos lo hicieron en ese momento aún mejor que Chinchilla, quien lució perdida, fuera de tiempo, ahogada y extrañamente lejana a una canción que toooooodo el mundo se sabe de memoria, como Eternamente bella, de Alejandra Guzmán. El jurado le aplicó un guante de seda pero igual le hizo ver que aquello fue terrible, y ella pareció no inmutarse.
Es complejo, porque si bien es una actriz consumada con créditos que van mucho más allá de Elvirilla, Carmen parece fuera de lugar si no está metida en ese personaje, al que sin duda sí se le hubiese perdonado una presentación tan pobre, pues hubiese parecido “al propio”. Sin duda que el reto para ella es mayúsculo pero la temporada apenas arranca y hay mucho espacio de mejora por delante.