“A veces uno pone y Dios dispone”, dice Elena Umaña mientras esboza una radiante sonrisa, ligeramente teñida de picardía, poco después de soltar una bomba que casi nadie se esperaba: hace apenas un mes y 15 días se convirtió en madre por segunda vez cuando dio a luz a Nathan, tras mantener su embarazo en el más estricto secreto.
El asombro, las preguntas y las felicitaciones de quien escribe se atropellan entre sí ante tal noticia, mientras la artista agradece los parabienes y cuenta los detalles de la gran novedad de su vida y de lo que sigue para ella y su pequeña familia, que completa su hija mayor, Natasha, de 13 años.
Le pregunto que cómo está y me contesta: “Muy bien, aquí chineando, ¡ya tengo la parejita!”. “Elena... ¿cómo, la parejita?”...
( Risas ) ¡Síii! Tuve un bebé, nació el 1.° de abril, en Estados Unidos, vengo llegando al país. Regresé el 4 de mayo.
Se oye superfeliz, pero esta es una noticia muy importante y hasta ahora no se sabía nada en el país. ¿A qué se debe que no lo compartiera y cómo hizo para que no se supiera?
Bueno, tengo que decir que la primera sorprendida con el embarazo fui yo, pues no me lo esperaba. Me enteré a mediados del año pasado y claro que en el momento fue un susto, yo con 41 años, empezar de nuevo... Cuando tuve un poco más de calma, valoré la situación y pensé en protegerme yo y al bebé, cuidar mi embarazo, dejar que pasara sin sobresaltos, sin preguntas o especulaciones de la prensa. Pensé en mi pequeña familia, ahora integrada por mis dos hijos (Natasha, de 13 y Nathan Steve, el bebé), y creo que tomé la decisión correcta. El embarazo fue totalmente normal y en labor de parto duré una hora. Nathan es un chiquito saludable, todo salió bien.
¿Y el papá?
Se llama Alexander Bolaños. Quedé embarazada después de un año de relación, pero él no es del medio y prefiero no referirme a ningún otro detalle de la relación. Yo aprendí hace rato, después del divorcio de Henry (Moya, su primer esposo y padre de su hija) y todo el alboroto que se armó, a ser muy celosa con mi vida privada. Me lo debo a mí pero, principalmente, se lo debo a mis hijos.
Pero, ¿cómo hizo para que nadie se enterara? Es un secreto de tremendo calibre como para que no trascendiera...
Aparte del papá y de mi hija, solo lo supieron dos de mis mejores amigas: mi vecina Xinia y Susan, quien vive en Trenton (Nueva Jersey) y que es justo donde me quedé los últimos dos meses antes de dar a luz. A mi mamá le dije en febrero, cuando le pedí que se viniera a quedar con Natasha para que me la cuidara mientras yo iba a tener a Nathan.
¿Por qué se fue a Estados Unidos a tenerlo?
Natasha nació allá. Esa fue una decisión que habíamos tomado Henry y yo en su momento. Yo quería que el chiquito tuviera las mismas ventajas que su hermana, en ese sentido.
Pero se fue en febrero, ya avanzado el embarazo. Según recuerdo, aún en diciembre hizo presentaciones. ¿Cómo hizo para que no se le notara?
Yo no me engordé como con la niña, la pancita era como un piruchillo. La disimulaba con diferentes formas de usar la ropa en la tarima. Seguro lo hice bien porque nadie se dio cuenta ( risas ). Imagínese que ni Henry lo supo ni lo sabe. Y eso que fuimos juntos a la graduación de sexto grado de la chiquita... nada. No se dio cuenta. También por eso decidí irme para Estados Unidos. Yo no tengo por qué andar escondiéndome, pero por otra parte de verdad no quería que se hiciera un chismerío con esto. Allá hasta un baby shower lindísimo me hicieron, entre amigos ticos y estadounidenses de mi amiga Susan. Aquí, ya con el embarazo avanzado, no podía ni siquiera ir al supermercado.
¿Qué sigue ahora en la vida de Elena Umaña?
Bueno, por supuesto que trabajar. El 24 de mayo ya tengo mi primer evento en la K-Baña Classic, en Curridabat.
¿Y la lactancia? ¿Y el cuido del bebé?
Yo tengo que trabajar, tengo que pagar la casa, las obligaciones que todos tenemos, asegurarles educación a mis hijos. Le doy fórmula, no tuve periodo de lactancia y voy a trabajar en cuarentena. Lo mismo hice con Natasha, solo que con Kalúa era mucho más “socado”. Me las ingeniaré como todas las mamás con chiquitos pequeños, pagaré quien me lo cuide... Voy un día a la vez.
Usted se ha caracterizado por tener una linda figura. ¿Cómo se está recuperando para volver a los escenarios?
Bien; me estoy cuidando, quedé un poco más “caderuda” pero creo que me había engordado más con Natasha. De todas maneras con el ritmo de trabajo que uno lleva, rapidito se pone en forma. ¡Más que ahora empiezo el día a las 5 de la mañana!
¿Qué línea de música va a seguir ahora?
Estoy armando Elena y Su Grupo, mi propio grupo. Vamos a alternar con La Selección. Sigo con mis presentaciones como solista con Alvin Rojas, el músico que trabaja conmigo desde hace años. Vuelvo a mis raíces con la cumbia, solo que más movidita, con mis éxitos de siempre, con la balada en la que me di el gusto de incursionar y con todo lo que me pidan mis seguidores.
¿Siente que ahora está cuesta arriba, al tener una mayor responsabilidad y obligación?
Pues no, cuesta arriba no. Todo el mundo sabe mi historia: yo trabajo desde chiquita y en trabajos duros. Luego, ya en la música, desde los 20. Yo sé lo que es trabajar corrido sin parar por no sé cuantos días. Ahora tengo un doble motor; además, a mí me fascina la música, estar en el escenario, es algo que uno trae de nacimiento y no solo lo hago como un trabajo, es una forma de vida. De hecho, ya estaba extrañando esa adrenalina, así que oficialmente estoy de vuelta: contrataciones al 2262-4545, con mi agente William Quesada, lancemos la noticia de una vez porque me urge trabajito ( risas ). Pero sí, pasado el susto, debo decir que estoy muy feliz.