Cuando Teletica fichó a Elías Alvarado para que enviara reportes de lo que ocurría durante la pandemia en Estados Unidos, en el 2020, ya él tenía cuatro años de ser taxista.
Sin embargo, ante la gran oportunidad, el comunicador, oriundo de Pérez Zeledón, decidió modificar su rol de trabajo habitual, para que nunca faltara el reporte de la televisora. Y así, con el paso del tiempo, el reportero se convirtió en una figura del canal que hasta la fecha lo hace feliz.
Y es que el trabajo como taxista no solo le estaba quitando tiempo, sino que la cantidad de viajes habían estado bajando y los costos por mantener este vehículo eran cada vez más elevados.
“De lo 11 años que tengo de vivir aquí, este ha sido el más difícil económicamente para toda la gente. Ha sido difícil en los Estados Unidos y eso se ve reflejado en todo. Nosotros, como taxistas, nos debemos al movimiento de la gente, a llevar y traer, pero la gente dejó de ir a comprar y a pasear y se limitó a ir al trabajo y al supermercado”, comentó.
“Entonces se volvió complicado porque la clientela empezó a utilizar menos el taxi y no por una cuestión de que hay otras plataformas, sino por una cuestión de la economía”, agregó.
El periodista cuenta que por mes estaba gastando al menos $1.200 en mantenimiento, seguros, la conexión a la base y la gasolina del carro. Además, si había algún inconveniente de última hora o se estallaba una llanta, por ejemplo, conllevaba un gasto extra.
Por otro lado, había más competencia de compañías de taxi, lo que ocasionaba que conseguir viajes ya no fuera tan sencillo. En ese momento fue donde comenzó a valorar la opción de dejar de trabajar como taxista, tras ocho años ejerciendo este oficio.
“Fue difícil tomar la decisión por el hecho de que tampoco tengo como algo fijo o algo seguro qué hacer; sin embargo, yo sentía que mi vida se me estaba yendo, me estaba ocupando mucho tiempo detrás de un volante”, expresó.
“Además, si yo no iba a trabajar, igual tenía que pagar el seguro y había gastos que no podía esquivar, entonces ahí es donde yo digo: ‘No, yo necesito dejar el taxi porque se está convirtiendo en un gasto mayor para mí y que es insostenible’”, explica.
Al final, Elías entendió que si quería tener más tiempo para hacer otras cosas, esta era la única salida. Por eso, hoy se siente con calma y serenidad.
“Llegó un momento en el que ya me sentía muy atrapado en el taxi. A veces me salían algunos compromisos de trabajo o oportunidades de hacer otras cosas y tenía que rechazarlo porque el taxi requería que yo estuviera ahí detrás del volante. Y a veces tenía alguna reunión o algo y tenía que parquear el taxi y tener la reunión desde ahí y combinarlo con Telenoticias. Todo estaba siendo muy difícil”, añade.
Para entender mejor la situación, Elías explicó: “Yo tengo noticias en la noche, los lunes, los miércoles y los viernes y ya regreso a la casa alrededor de las 10:30 p. m. Luego me dormía a las 11:30 p. m. y al otro día, a las 7 a. m., ya iba de nuevo en el taxi. Me llevaba el desayuno, el almuerzo y la merienda, y del carro no me bajaba solamente para hacer una necesidad”.
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De hecho, Elías admira a quienes son taxistas, pues es un oficio “difícil”, en el que según sus propias palabras “se topa con todo tipo de personas, con todo tipo de situaciones, viviendo el estrés de que no lo choquen, de no atropellar a nadie, de no producir un accidente. Hay que estar muy atento de lo que uno está haciendo, y no es como nada más llegar, parquearse y esperar que caigan llamadas con solicitudes de viajes”.
“Hay que moverse, tener esa intuición de ver dónde es buena hora para irse a ubicar, no cometer errores para que la policía no lo pare y no le haga un parte, lo que significa ir a una corte, perder todo el día y pagar la multa. El taxista tiene una vida bastante estresada y yo la estaba viviendo. Mis respetos para la gente que anda detrás de un volante todo el día”, agregó.
Nuevos comienzos
Si bien Elías no tiene por ahora otra opción, no se desespera, pues continúa trabajando con el canal de La Sabana, con el que está muy agradecido. Al mismo tiempo, espera que su emprendimiento ‘Los gusticos de Saúl’, que consiste en vender productos costarricenses en Estados Unidos, siga creciendo como hasta ahora.
Además, le ilusiona comenzar un podcast que involucre a ticos que viven en Estados Unidos.
“Necesito seguirme desarrollando y avanzando, tengo varias cosas en mente como un podcast, pero aún me falta un patrocinador. También estoy ofreciendo la opción de ir a recoger gente al aeropuerto de una forma privada, con la seguridad de que van a llegar seguros a su lugar de destino. La gente me escribe a mis redes sociales para pedirme viajes y yo los hago”, cuenta.
Sobre su trabajo como reportero, asegura que es una gran “salvada” para afrontar el día a día en Estados Unidos. Al mismo tiempo, es lo que más le apasiona hacer.
Y aunque por ahora está en calma, considera que si el día de mañana tiene que ir a trabajar a una construcción o a un restaurante, lo va a hacer
“Yo no me cierro a nada, hay que vivir el día a día. La vida del emigrante es difícil, porque no se tienen los mismos accesos que otras personas. Ha sido un año difícil. Yo lo único que le digo a las personas es que si algún día piensan emigrar o irse a otro país, que lo piensen muy bien y realmente valoren lo que tienen en Costa Rica”, expresó.
“Yo no me arrepiento de haberme venido, no me arrepiento y nunca me he arrepentido, pero si yo pudiera devolver el tiempo no me hubiera venido. Este país me ha hecho valorar las cosas tan simples como tal vez abrir la puerta y ver las montañas”, finalizó.