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Esta tarde, la Selección Nacional saldrá con todo a la cancha del Arena Pernambuco en Recife, para enfrentarse con Grecia y con la historia, esa que da el boleto a cuartos de final.
Además de los 4,5 millones de ticos que los alentarán, para 15 de los 23 jugadores, existe un motor especial por el cual darán alma, vida y corazón en la cancha: sus hijos.
Ellos representan su máxima inspiración en esta gesta de Brasil 2014 y, por eso, conversamos con familiares de Michael Umaña, Heiner Mora, Júnior Díaz, Giancarlo González, Patrick Pemberton y Daniel Cambronero, quienes nos contaron cómo viven este Mundial a distancia y qué mensajes les dejan a sus héroes, sus progenitores.
Michael Umaña, el defensor central del cuadro patrio es un padre chineador, cariñoso y que hace reír a sus consentidos, Ashley, de 8 años, y Raschyd, de 3. Así lo describe su esposa Grettel Moraga.
“Vieras que en el caso de mis hijos me pasa algo medio complicado. Mi hija es muy apegada a mi esposo. No me lo va a creer, pero cada vez que él se va (fuera del país con la Tricolor) le daba que se enfermaba o vomitaba. La llevábamos al pediatra y no tenía nada. Ahora Michael, antes de irse tiene que explicarle que papito se va con la Sele , pero que regresa pronto. Ella tiene una foto de él en su cuarto, cuando se siente triste la ve. Eso nos dijo la psicóloga. El domingo, cuando partieron a Brasil, lloró mucho. Decía: ‘Papito sos un papá malo, solo te vas y te vas’. Costó explicarle esas cosas; ya con 8 años entiende un poquito más”, contó Moraga.
Pero Raschyd no se queda atrás si de marcar a su papi se trata.
Cuando su mamá una vez le dijo que Michael no estaba en casa porque tenía partido, de inmediato reclamó: “¡Otra vez jugando bola!”.
Ashley, quien cursa el tercer grado, comentó risueña que en la escuela la felicitan por el desempeño de su padre en Brasil.
“Dicen que están muy felices por mi papá, pero otros también dicen que es mentira, que no me creen, porque yo no hablo mucho de mi papá y esas cosas”.
”Soy un poco celosa porque a mí no me gusta que se acerquen mujeres a mi papá. Cuando alguien se le acerca y le pide un autógrafo, yo dijo: ‘Papi, vamos ahí’, contó como una estrategia para despistarlo.
“Lo que le quiero decir a mi papá es que tenga mucha suerte y que deseo que gane”, dijo la rubia.
Apoyo incondicional. En el caso de Carolina Arce, esposa de Heiner Mora, la situación que vivió el volante fue difícil para él y para su familia, al lesionarse en pleno entrenamiento en Brasil.
Sin embargo, al igual que Álvaro Saborío, ambos se quedaron con sus compañeros para inyectarles fuerza y motivación al grupo.
“Fue un golpe muy duro la lesión de Heiner. Para mí es un mundialista. Trato de comunicarme con él vía WhatsApp, pero a veces el Internet les falla en Brasil. Creo que lo más sacrificado fue pasar a distancia este Día del Padre; él quería pasar con los chiquillos, pero no podía dejar de lado esta experiencia junto a sus compañeros”, contó Carolina, madre de Matías, de 6 años, y Santiago, de año y ocho meses.
Arce añadió que su apoyo se mantiene en las buenas y en las malas, y la vibra la extiende al combinado patrio para que intenten avanzar hasta dónde puedan.
La anotación que Costa Rica le encajó a Italia gracias a aquel centro perfecto del lateral Junior Díaz, no solo levantó de sus asientos a todo un país, también invadió de alegría a las pequeñas Camila, de 4 años, y Ariana, de año y nueve meses, las consentidas del zurdo.
Su esposa, Gabriela Patterson, dijo que en su casa se desbordaron de la emoción con los tres partidos del grupo de la muerte, y en el que Júnior ha brillado con luz propia.
“Lo he vivido con muchos anhelos. Uno les desea siempre lo mejor, pero siempre me preocupo porque ninguno salga lesionado. Lo digo porque en esos momentos ellos no se miden, cuando veo esas jugadas (las faltas), uno sufre”, expresó.
Patterson agregó que Díaz es muy apegado a sus retoños, por lo que sabe que toda esa entrega y lucha en la cancha es por ellas.
“Les hace falta el papá que está largo. Uno trata de explicarles a dos niñas muy pequeñas por qué papá se ausenta en ocasiones, y es difícil. Sí te puedo contar que las dos, a pesar de su corta edad, disfrutan mucho el fútbol, se quedan sentaditas viendo la tele y buscando al papá”, describió la pareja de Díaz.
Uno que se siente muy orgulloso de su padre es Andrey González, quien vio cómo su progenitor no dejó hacer absolutamente nada al delantero italiano Mario Balotelli.
“Estaba con mi familia en mi casa. No sufrí nada”, comentó.
Andrey, antes de las fotos que ilustran esta nota, se mostró inquieto por saber qué tenía que contestar durante la entrevista, pero su abuelo, Roberto González, le aconsejó que respondiera lo mismo que le contó a su papá por teléfono. “Quiero decirle que lo quiero y lo extraño”, contó el pequeño, quien portaba la camisa número 3 en su espalda y un peinado similar al de Giancarlo Pipo González.
La mamá del jugador y abuela de Andrey, Elsa Castro, indicó que no es fácil soportar las críticas y ofensas a las que se expone Pipo en este medio futbolístico, pero hasta eso ha sabido manejarlo.
“Es difícil para uno como madre. Es un ser humano y como cualquiera puede fallar. Uno sabe que la prensa los eleva o los hacen bajados del palo. A mí ya no me afecta, yo ya le he dicho a Giancarlo que lo más importante es ser humilde. Todos tienen derecho a expresarse, pero tampoco debes dejar que eso te robe la paz”, contó la profesora del Colegio Técnico Profesional de Aserrí.
Castro bromeó que para el juego contra Italia, le pedía a Dios que su hijo no cayera en el juego con Balotelli. “Yo vi cómo el italiano trataba de sacarlo de las casillas, y decía: ‘Espíritu Santo, que no caiga’, pero se portó como los grandes y anuló a ese italiano”, señaló orgullosa.
Uno que causa toda una revolución cada vez que llega a recoger a su hijo al kínder es el arquero Patrick Pemberton. Su pequeño, Ian, de 5 años es su desvelo, y todos sus compañeros le pasan preguntando que cuándo viene su papá por él para saludarlo y jugar.
“Mi marido es como un niño, se pone a jugar con los compañeros de Ian y más bien le atrasa la clase a la teacher . Para los niños, los futbolistas son como superhéroes”, afirmó Gabriela Soto, esposa del portero.
El propio pequeñito confesó que vio estos partidos del Mundial en casa de su abuela, y este domingo contra los griegos será igual.
“Le mando muchos besitos, que le vaya bien en el Mundial y que no lo golpeen”, manifestó, preocupado, Ian, quien tiene claro que la posición de arquero tiene esos riesgos.
Finalmente, Solange Rodríguez, esposa del también guardamenta Daniel Cambronero, y madre de Itzel, de 11 años, y Danigabriel, de 10 meses, contó que gracias al WhatsApp y a la Internet se han logrado mantener en contante comunicación.
“Los chiquillos lo motivan mucho, le mandan porras y, también, todos le piden una bola Brazuca (risas). A ellos les hace falta y lo extrañan, pero de la misma manera la grande entiende que esto significa un sueño para su papá. No lo vemos como sacrificio, sino como una bendición”, concluyó.
Hoy, estos mismos pequeños tienen la misma ilusión que 4,5 millones de costarricenses: que sus papás hagan historia con un triunfo.