Murió Hugo Lino Salas, conocido en el ámbito humorístico como Trompoloco, según lo confirmó la familia Salas en sus redes sociales. Este conocido creador, quien tenía 81 años, dejó un legado en diversas facetas artísticas, que abarcaba desde el humor y la música, hasta el trabajo en radio.
Su personaje de Trompoloco es especialmente recordado por los costarricenses como parte del elenco del programa La Patada, donde compartía escenario con Parmenio Medina.
Fue muy conocido también porque, durante más de tres décadas, formó parte del programa radiofónico La Cantaleta, junto a los hermanos Grosser. En este espacio, Salas interpretaba canciones originales relacionadas con los temas más relevantes del día.
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En una entrevista con La Nación en el 2017, el humorista expresó: “El espíritu de nosotros no permite que nada nos apachurre. Hay que trabajar donde uno se divierte”.
La vela de Hugo Lino se llevará a cabo este domingo 5 de mayo a las 7 p. m. en la capilla de Funeraria Vida de La Sabana, en San José. Sus honras fúnebres serán este lunes 6 de mayo, a las 11 a. m., en el Cementerio General de Alajuela.
El legado de Hugo Lino Salas en la radio, el humor y la música
Hugo Lino Salas dejó un legado grande en la radio humorística costarricense. Mariano Grosser, su compañero por más de 30 años en La Cantaleta, recordó en una conversación con La Nación su personalidad espontánea y sus “salidas”, las cuales le sacaban risas a quienes lo rodeaban.
Grosser rememoró una de estas anécdotas, cuando Hugo residía en Estados Unidos y trabajaba desde el consulado de Costa Rica para enviar las cuartillas del programa por fax. Un día, mientras se encontraba en el consulado de noche, recibió una llamada de un hombre con una voz muy profunda, quien se presentó diciendo: “¡Buenas noches! Le habla Marlon Brando”.
Sin pensarlo dos veces, Hugo le respondió: “¡Sí, guevón! Yo soy Tony Curtis”, y colgó. Para su sorpresa, aquel hombre sí era el verdadero actor estadounidense conocido por su trabajo en El Padrino, quien hablaba un poco de español y quería obtener información para un negocio en Guanacaste.
Luego de que lo convencieran de que sí se trataba de Marlon Brandon, logró contactarlo de nuevo y así entablaron una relación. A pesar de que el negocio no fructificó, Hugo Lino lo conoció en persona y hasta lo visitó en su hogar; creando así una historia que después narraba con entusiasmo a sus colegas.
Grosser y Salas compartieron la cabina desde enero de 1987, cuando comenzaron a trabajar juntos en el programa Cayendo Mula de Radio Alajuela. Unos meses más tarde, en abril de 1987, se unieron a La Parodia en Radio Sonora, hasta que encontraron su hogar en La Cantaleta, donde permanecieron por tres décadas.
A pesar de que el programa llegó a su fin, mantuvieron su cercanía y seguían en contacto de vez en cuando. Ante la partida de Hugo Lino, Grosser recordó los momentos de diversión compartidos, en los que resalta su personalidad cálida y faceta artística, ya que, desde muy joven, disfrutaba ser cantante.
Hugo Lino comenzó su carrera musical cuando todavía era un “estudiante malito” en el Alajuela de 1958. A los 14 años, un profesor de música le ofreció trabajo en Ribera Musical, donde permaneció durante 11 años.
Después incursionó en el grupo Solón Sirias, en el que se convirtió en una sensación por su desempeño en las presentaciones, ya que tocaba canciones famosas como Señorita Tica, Pájaro Amarillo y Cumbia en Azul. Más tarde, Hugo Lino encontró una gran recepción como la voz principal de la Orquesta Sus Diamantes.
Se retiró de la música en 2008, aunque después colaboró con el grupo nacional República Fortuna en el 2012, para lanzar el tema Cumbia del Güiro, canción que, en palabras del humorista, tiene una melodía sencilla y muy pegajosa.
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Sobre su desempeño en la radio, el presentador y locutor Adolfo Opo Marín comentó que conoció a Hugo Lino en Radio Actual, donde se grababa La Cantaleta. A pesar de que se conocieron en los últimos años del programa, debido a que Opo ingresó a la radio en 2018, establecieron una cordial amistad.
Según Marín, Hugo Lino era un buen alajuelense: siempre le ponía apodos a la gente. Bastaba con ver a alguien unas cuantas veces para que le asignara un nombre diferente, siempre con un tipo de gracia que arrancaba risas. Opo destacó su humor espontáneo y lo calificó como un poco pícaro con tintes de humor negro.
Después de su retiro de la radio, Hugo Lino prefirió mantenerse alejado de tecnología. Esto dificultaba mantener una comunicación frecuente con él, pero cada vez que se reunían disfrutaban mucho. Compartieron en los últimos cumpleaños de Hugo Lino, los cuales se celebraban en un bar de Curridabat, ya que siempre disfrutaba de la fiesta y tomarse algún “guarito”.
“Fue una persona muy directa, sin pelos en la lengua y no le tenía miedo a nada. Fue excelente padre de familia, muy amoroso con sus hijos y enamorado de su pareja”, agregó Marín, apenado de la muerte de su colega.
Norval Calvo, reconocido humorista costarricense del programa Pelando el ojo, contó que se conocieron en La Patada, cuando Hugo Lino ya tenía consolidada su sección como Trompoloco. En ese espacio compartía chismes de la farándula, pero también introducía denuncias contundentes en su guion.
Cuando se reunían para las grabaciones también surgieron anécdotas graciosas, como el hecho de que a Hugo Lino le gustaba darle “farolazos” (tragos) a los locutores antes de las transmisiones.
Además, recordó cuando tomaron una avioneta para realizar un show humorístico en una zona lejana y Salas “iba muerto de miedo” a causa de la turbulencia. En medio del susto, lo único que pudo hacer fue decirle al piloto: “¡Sosiéguela, sosiéguela!”.
Su humor era espontáneo, según Calvo, quien lo describió como un hombre con “chispa innata para hacer reír a la gente”.
“Lamento mucho la muerte de Trompoloco. Tuve el honor y la dicha de haberlo conocido, de haber aprendido mucho de él. Era una persona que le enseñaba mucho a uno, con un humor fuerte y duro (...). Que Dios lo tenga siempre allá en su regazo. Sobre todo gracias, por darle tantas sonrisas a tanta gente”, finalizó Calvo.