"La vida es muy corta como para estar viviendo el sueño de otro". Esta es una de las frases que, con más vehemencia, solía pronunciar Hugh Hefner, el legendario rompedor del sistema de censura estadounidense y quien simplemente declaró ser consecuente con su filosofía: el sexo se vende y se compra, es una transacción entre adultos. ¿Cuál es el problema?
Su legado quizá es poco perceptible para las nuevas generaciones en tiempos del porno contemporáneo, ese de cualquier calibre que hoy puede ser accesible para cualquier persona, de cualquier edad, con acceso a Internet.
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Pero bueno, está dicho que Hugh Hefner, al igual que decenas de miles de seres humanos a lo largo del orbe, tenían algo en común: una sexualidad ávida de conocimiento y provista de esa curiosidad que genera desde siempre todo lo relacionado con sexo.
Ya lo dijo Hugh Hefner, antes de partir en una muerte plácida y tranquila este 27 de setiembre, rodeado de sus familiares, por causas naturales, en su mansión de Los Ángeles.
En su obituario oficial, emitido hace unas cuantas horas, se resume buena parte de su legado: "Al fundar Playboy en 1953, él creó una marca que definió la cultura sexual de la segunda mitad del siglo XX".
Y es que las modelos exuberantes de Playboy fueron objeto de deseo de millones de hombres mientras Hefner desafiaba todo aquello que ridiculizaba como una actitud "puritana" hacia el sexo en Estados Unidos. La cultura pop en todas sus manifestaciones, en especial, en películas de cine o tevé, las remarcan.
Quien por décadas fue, con su emblemática bata de seda y su pipa, el alma de una constante fiesta de fantasía en las mansiones Playboy de Chicago y luego Los Ángeles, finalmente dio este miércoles el paso al más allá. Difícil, realmente, imaginarse el mundo contemporáneo a sabiendas de que Hugh Hefner ya no está en él.
Siempre es duro admitir la partida de un ícono pop, por mucho que lo hayamos visto brillar y, luego, envejecer. Especialmente, cuando nos percatamos de que el erotismo que él visualizó y potenció, posiblemente se perciba hoy como material casi inocente, a la par de lo que existe hoy día, a tan solo un click.
Hay que admitirlo: hay un antes y un después de Hugh Hefner en la historia pop contemporánea.
Una semblanza publicada por la agencia AP, describe al visionario personaje como una de las personas que ayudaron a sacar el sexo de su envoltorio opaco y a hacerlo un tema de conversación habitual.
En 1953, cuando los estados podían prohibir legamente los anticonceptivos y la palabra "embarazada" estaba vetada en el programa del momento en la televisión estadounidense, I Love Lucy, Hefner publicó el primer número de Playboy, que incluía fotografías de Marilyn Monroe desnuda (tomadas años antes) y un editorial que prometía "humor, sofisticación y picardía".
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El sentido de oportunidad y la alineación de los astros jugaron, indudablemente, a su favor: la Gran Depresión y la Segunda Guerra Mundial habían terminado y el país estaba listo para desvestirse.
Playboy se convirtió pronto en la fruta prohibida para los adolescentes y en una biblia para hombres con tiempo y dinero, preparados para las noches que recomendaba la publicación: luces bajas, tragos, jazz suave, reflexiones profundas y deseos aún más profundos. En un año, su tirada rozó los 200.000 ejemplares. En cinco, había superado el millón.
En la década de 1970, la revista tenía más de siete millones de lectores y había inspirado a otras similares como Penthouse y Hustler. La competitividad e internet redujeron su circulación a menos de tres millones en el siglo XXI, y el número de publicaciones anuales pasó de 12 a 11.
Sin embargo, Hefner y Playboy siguieron siendo marcas reconocidas en todo el mundo.
Cuando The New York Times le preguntó en 1992 de qué estaba más orgulloso, Hefner respondió: "De que cambié las actitudes en torno al sexo. De que ahora la gente buena puede vivir junta" .
Niñez reprimida
Hefner nació en Chicago el 9 de abril de 1926 en una familia de metodistas devotos que nunca expresaban "amor de una forma física o emocional" .
"Parte del motivo por el que soy como soy son mis profundas raíces puritanas" , comentó a The Associated Press en 2011. "Mis padres son puritanos. Mis padres son prohibicionistas. En mi casa no se bebía alcohol. No se hablaba de sexo. Y creo que vi muy pronto el lado doloroso e hipócrita de eso" .
Y vaya que pronto se rebelaría contra los cánones que rigieron su infancia.
Hefner dirigía Playboy desde sus lujosas mansiones y se convirtió en el extravagante símbolo del estilo de vida que defendía. Durante décadas se le vio en el centro de una fiesta constante con famosos y modelos de Playboy.
Presentó un programa de televisión, Playboy After Dark , y en 1960 abrió una serie de clubes en todo el mundo donde las meseras vestían reveladores disfraces con orejas y colas de conejita.
Siempre de acuerdo con la reconstrucción biográfica de AP, los clubes también influyeron en la cultura, dando oportunidades a personas del mundo del espectáculo como George Carlin, Rich Little, Mark Russell, Dick Gregory y Red Foxx.
El último club cerró en 1988, cuando Hefner los calificó de "pasados" y "demasiado suaves para la época" .
Sagaz para los negocios, con el cambio del milenio pronto Hefner entendió que el negocio del erotismo (pornografía o como se le quiera llamar), era apenas salvable por medio de una invención de realidad moderna: el reality show.
Fue así como se reinventó, y en los albores del siglo XXI volvió a la televisión en un reality por cable, The Girls Next Door, en el que aparecía con tres novias residentes en la mansión Playboy de Los Ángeles.
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Doble filo
La archifamosa revista Playboy era una lacra y una tentación. Algunas de las que posaron para sus páginas fueron Drew Barrymore, Farrah Fawcett y Linda Evans. Varias conejitas se hicieron famosas, como la cantante Deborah Harry o la modelo Lauren Hutton, dos mujeres que dijeron tener buenos recuerdos de su época en Playboy.
Otras conejitas tuvieron experiencias traumáticas y varias dijeron haber sido violadas por Bill Cosby, amigo cercano de Hefner que enfrentó docenas de acusaciones similares. Hefner emitió un comunicado a finales de 2014 afirmando que "nunca toleraría este comportamiento" .
Pero dos años más tarde, la exconejita Chloe Goins demandó a a Cosby y a Hefner por agresión sexual, violencia de género y otras acusaciones por una supuesta violación en 2008 en la mansión Playboy.
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Tras sufrir una apoplejía, Hefner entregó el control de su imperio a su hija, Christie, que se describe como feminista. Sin embargo, seguía siendo el propietario del 70% de las acciones de la compañía y cada mes elegía la Playmate y la foto de portada. Christie Hefner continuó como directora general hasta 2009. Ahora está al mano su hijo Cooper.
A Hefner le sobreviven su esposa, Crystal, y sus hijos Christie, David, Marston y Cooper.