Con los dos, debo decirlo, me une una amistad que más se parece a una hermandad desde hace más de 25 años. Esta introducción es relevante porque, para que se diera la emotiva y especial última edición de esta temporada de ¿Quién quiere ser millonario? (QQSM), se alinearon estos dos astros acicateados por un empujoncito que les di yo, sin que ninguno de los dos se percatara.
El primer domingo de octubre Ignacio Santos degustaba su café mañanero mientras leía La Nación. De pronto, le llamó la atención un titular en Viva: “Así son los días de Manuel Fresno, el recordado repartidor de fortuna que podría volverse millonario”. Era la habitual entrevista que publico los domingos e Ignacio, intrigado, se apuró a leerla hasta que llegó al párrafo en que Fresno contaba que una de sus mayores aficiones era ver ¿Quién quiere ser millonario? en familia, en especial con su hija menor, Estefanía, con quien competía en acertar las respuestas.
“¡Uy! ¿No se te ha ocurrido pulsearla para participar?”, le pregunto y me contesta entre risas: “Eso mismo me dice Estefanía pero ¡qué va! El martes pasado, por ejemplo, me quedé en la primera ¡vos sabés qué vergüenza!”.
Yo, de solo imaginarme semejante fichaje en el gustado programa y a sabiendas de que alguien de la Producción de fijo la agarraba en el aire, publiqué la anécdota y ocurrió lo previsible: el propio Ignacio Santos llegó el lunes siguiente, a primera hora, a proponerle la idea a Manuel Granda, jefe de producción.
La idea fue tomando forma y fue apenas recientemente –debido a las políticas de confidencialidad del espacio- que supe que el último programa de la temporada actual tendría como invitado único nada menos que a Manuel Fresno, quien este lunes, en una entrevista sobre su experiencia en el programa confesó entre risas que había pasado a puro tilo desde que le avisaron y que incluso pidió un poco de tiempo para pensarlo junto con su familia. Hoy, ya alivianado de la ansiedad que lo carcomió por semanas por temor a hacer “un papelón”, cuenta que uno de sus hijos fue “tremendo comité de apoyo”, pues le dijo: “¡Mi tata, cómo se le ocurre decir que sí!”, pero bueno, ya llegaremos a esa parte de la bonita historia.
Desde el primer momento, eso sí, se estableció que el dinero que ganaría se destinaría a obras de bien social.
Pero los entretelones del encuentro de ambas figuras, que han figurado en la televisión nacional en diferentes épocas, corren paralelo al momento en que finalmente Manuel Fresno se sentó en la silla caliente.
Lo más sorpresivo fue saber que a pesar de que vivimos en un país tan pequeño y con un medio televisivo en el que generalmente todo el mundo se conoce, el destino nunca los llegó a cruzar. De hecho, el primer contacto entre los protagonistas ocurrió hasta el miércoles 1.° de diciembre, cuando se grabó el programa, y aunque el protocolo sanitario por la pandemia impidió que se fundieran en un gran abrazo, es un hecho que hay palabras y gestos que a la larga valen pueden valer más que 10 abrazos.
“Yo me emocioné mucho, fue una feliz coincidencia que todo esto se diera, fíjate que en la televisión nacional hubo tres personas a quienes admiré mucho, a dos de ellos tuve el privilegio de conocerlos en persona, uno era el Dr. Luis Burstin, que allá por el 77 o el 78 tenía un programa que se llamaba Conversaciones con el Dr. Luis Burstin ¡yo hasta los grababa!. Fue un honor conocerlo, se trataba de uno de los hombres más cultos que he conocido en la vida”, rememoró Santos en una entrevista realizada este lunes.
“El segundo fue don Rodrigo Fournier, éramos colegas pero yo para entonces trabajaba en prensa escrita. En aquella época que veíamos a los colegas de televisión como por encima del hombro, empecé a admirarlo tras seguirlo en la pantalla y luego lo conocí personalmente. Hasta hicimos un viaje juntos, don Rodrigo para mí fue un ejemplo de caballero, un hombre culto, como decía aquel periodista polaco, Kapuscinnski: ‘Para ser un buen periodista hay que ser buena persona’”, reflexiona Ignacio.
--Y el tercero es Fresno, de verdad que es increíble que no se hubieran conocido sino hasta ahora…
– Exacto, yo a Manuel nunca tuve el gusto. Realmente estaba muy emocionado de traer a una figura tan emblemática. No solo por La Rueda de la Fortuna, sino que yo disfrutaba muchísimo Costa Rica es así, el programa de viajes que tuvo antes de La rueda. “Para mí fue un gran gusto, espero que para Manuel también, coincidir en el programa, creo que la complicidad que logramos, la relación que desarrollamos desde el primer momento fue clave para que los dos nos sintiéramos cómodos y que todo fluyera de la forma en que ocurrió.
“¡Pá, lo van a basurear todo!”
Ese refinado y a la vez folclórico sentido del humor que caracteriza a Manuel Fresno y que le logró tanta admiración y adeptos durante sus años con conductor de La Rueda de la Fortuna, está, a sus 76 años, intacto.
En redes sociales son frecuentes sus “salidas” o comentarios, es muy activo en Facebook y participa con ingeniosas “salidas”, aunque a veces se le sale el acidito y tira una que otra pedrada por ahí, pero siempre con respeto y hasta humor.
Hemos hablado bastante en los últimos días sobre la gran experiencia que vivió sentado en la silla caliente, hay que decirlo: Fresno no se baja de la nube sobre todo porque la advertencia –hecha con amor y humor-- de su hijo Alejandro, en el sentido de que iba a hacer un papelón, no se cumplió en absoluto, todo lo contrario. Lo que sí fue profético fue mi título en La Nación de aquel primer domingo de octubre: “El recordado repartidor de fortuna que podría volverse millonario”.
¡Y vaya que lo logró! Fueron nada menos que ¢10 millones los que alcanzó a llevarse. Eso sí, el dinero no pasará por sus manos, pues como cuenta a continuación, alcanzó no para dos, sino para tres instituciones benéficas. Pero en cuanto al reboso de su corazón, ahí sí que Manuelito Fresno no se siente millonario, sino multimillonario en bendiciones de todo tipo. “Dios mío. Está siendo este un tremendo diciembre...”
Acá, un extracto de nuestras conversaciones sobre su aventura en QQSM.
– ¿Qué sentiste o pensaste cuando recibiste la llamada de la invitación a QQSM? Por ahí supe que pasaste a puro té de tilo varias semanas (risas)...
--Se me bajó todo, de hecho, yo no respondí en el momento, sino que les dije que me dieran tiempo para consultarlo con la familia. Lo que me dejó pensando un poco fue lo que me dijo mi hijo Manuel Alejandro (Yiyo), que me dijo: ‘¿Pá, como va a aceptar? Lo van a basurear todo si se lo suenan’...
Pero al fin de cuentas acepté el reto. No solo pasé a puro té de tilo, sino con gotas de espíritu de azahar y té de menta.
--El recorrido que hiciste por Canal 7 te movió muchas fibras, o sea, si ya era todo muy emocionante, eso me imagino que aumentó lo conmovido, emocionado y nervioso que estabas.
--Volver a la casa en que uno nació, después de algunos años, definitivamente produce una emoción. Me sentí conmovido por muchas vivencias que experimenté. Una de esas anécdotas fue cuando pedí la cita con don Augusto Carballo, que era el gerente de Canal 7 en esos años, para presentarle el programa Costa Rica es así. Don Augusto me dijo que le parecía muy bueno y ahí mismo firmamos un contrato donde nosotros comprábamos la hora de transmisión.
El programa fue un éxito en audiencia, pero no así en ayuda comercial. Al cumplir un año le dije a Augusto que no podíamos seguir porque no teníamos suficientes ingresos y firmé un pagaré de ¢100.000 de deuda, gracias a Dios lo pudimos pagar.
--Me encantó un mensaje que me pusiste, donde decías que una vez en la silla caliente te dedicaste a jugar. Te empoderaste. La actitud de Ignacio imagino que te facilitó el entrar en confianza…
– Mi mayor preocupación era la pregunta uno y mi meta llegar a medio millón. Ahí estuve pendiente del asunto, después de eso simplemente empecé a jugar. No recuerdo el momento en que llegué a otra zona segura, no recuerdo que me hayan dado un certificado, no recuerdo las veces que avancé, ni cuantas fueron.
Nunca me preocupé de ver en la pantalla, en que posición iba en la escalera, como tampoco de si tenía comodines o no… simplemente, empecé a jugar.
Volví a tomar consciencia del programa cuando Ignacio me dijo: ‘’Pero todavía te queda un comodín y tenés que usarlo’', entonces me fijé en la escalera y me di cuenta que me faltaban prácticamente dos preguntas para haber alcanzado el gran premio.
Definitivamente el haber conocido a Ignacio como persona y haber estado conversando sobre temas de adolescentes, me hizo ver que estaba con un amigo. De ahí partí para entender que se trataba de un juego y tenía que disfrutarlo.
--Increíble, insisto, increíble que ustedes dos no se conocieran. Contame cómo fue ese encuentro.
--El primero en conversar fue Ignacio. Me hizo ver que se sentía muy contento de que el equipo de producción me escogiera para el cierre de temporada. De parte mía, al que conocía era al Ignacio de Telenoticias, pero todo cambió cuando comenzamos a hablar de la vida misma.
Definitivamente, puedo afirmar que el trato que Ignacio da en el programa de ¿Quién quiere ser millonario?, es el mismo que da en persona. Hubo risas y anécdotas de cuando éramos jóvenes, ya que ambos vivíamos muy cerca. Resulta que Ignacio vivió en Barrio Los Ángeles, yo vivía en Cristo Rey, así que recordamos aquellos lugares y personas muy especiales de esa época.
--Ya en el programa, ¿pasó algún “pacho” en la parte de las preguntas y respuestas?
--Mirá, lo primero, antes del programa, fue que yo publiqué en mi Facebook que iba a ser participe de QQSM, y resulta que entre los muchos comentarios que realizaron las personas hubo uno que me causó muchísima gracia, de ‘Alexander Lobo Ugalde’, quien me sugirió poner a toda la comunidad de Facebook como comodín para sacar la tarea juntos.
Lo segundo, fue que pasé todo el programa llamando a doña Inés (Trejos, la única ganadora del gran premio esta temporada) con el pensamiento, para que me echara la fuercita y yo también poder llegar al gran premio.
Otro es que cuando llegó el momento de hacer uso del comodín de la videollamada yo escogí a mi hijo Yiyo para que me ayudara, la pregunta era algo así: ‘’¿Cuál fue la capital mundial del Libro en 2021?’’, y mi hijo no me entendió. Yo no quise repetirla para no enredarlo y no perder segundos valiosos. Entonces, él estaba esperando que yo repitiera la pregunta y yo que me diera la respuesta, el tiempo corría y el lo que agarró fue: ‘’¿Cuál fue la capital mundial de la LIRA en 2021?’’, entonces claro estaba extrañadísimo. Hasta que la esposa agarró un libro y se lo señaló, fue entonces cuando captó y me dijo ‘’Tiflis, Georgia’', pero yo juraba que no iba a agarrar la respuesta por el tema del tiempo.
***
Antes de adelantarle a Fresno una declaración que me había dado Ignacio Santos unas horas antes, hay que reseñar que el propio Ignacio se llevó una gran sorpresa durante la última emisión. “Fue una de las experiencias más raras, posiblemente la más rara, estaba yo con Fresno en la sexta o sétima pregunta cuando de repente siento una persona al lado mío que me dice: ‘¡Hola! Perdón que interrumpa...’. Fue una sorpresa por parte de los productores, pero es que además la persona era Nancy Dobles (su pareja), no sé si decir que perdí el control, lo que sí sé es que fue muy divertido”, narra Santos entre risas.
Y bueno, de vuelta a Fresno, acá está su reacción ante la tremenda aseveración de Ignacio Santos: “Te quiero decir una cosa, quizá es raro decir esto porque estoy seguro de que muchas personas podrían hacer ese programa mejor que yo, y no es falsa modestia. Pero si me preguntás quien sería probablemente mejor conduciendo ¿Quién quiere ser millonario?, ese, a no dudarlo, sería Manuel Fresno”.
--Manuel, ¿qué opinás de esa aseveración de Ignacio?
– Más impresionante que cuando me llamaron para invitarme a participar, eso realmente es un halago viniendo del mismo Ignacio Santos.
Haber estado en QQSM ha sido una experiencia única, atemorizante y placentera. Agradecido con la oportunidad de poder compartir lo ganado con otras personas.
En el programa se mostró que el premio iba a ser donado a Obras del Espíritu Santo, decidí escoger esta fundación por toda la labor realizada por el padre Sergio a nivel nacional. Aprovecho el espacio para invitarlos al restaurante del padre ‘’Soda la Alegría’', en Barrio Cristo Rey, que se encuentra frente a la iglesia del mismo nombre.
El premio también se compartirá con la comunidad Indígena Nimarí. Llegué a ellos por recomendación de Rodrigo Salazar, a quien conocí cuando grababa el programa Costa Rica es así y me brindó muchísima ayuda en aquellos años. Él es el encargado de mantener una comunicación entre las comunidades indígenas más retiradas y quienes pueden ayudarlos, porque los verdaderos fundadores de este país son los indígenas, pero al mismo tiempo las personas más abandonadas y olvidadas.
Sin embargo, al entrar en cuenta que lo ganado fue tanto, quise compartirlo también con algunas fundaciones de animales, pues como dicen: ‘’Hay que ayudar al mejor amigo del hombre’'.