Han pasado dos años y un poco más, desde que Maricruz Leiva salió del Hospital San Juan de Dios, luego de someterse a una cirugía estética en una clínica privada.
Por una supuesta mala praxis, la intervención la envió a la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) y, desde entonces, sus días no fueron nada fáciles.
A pesar de todo, hoy día Leiva agradece por estar con salud y con la fuerza suficiente para enfrentar los retos que la vida le pone en frente. En estos dos años ha pasado por un proceso de resiliencia, en el que se dedicó a sanar, a asistir a citas médicas y a recibir atención psicológica y psiquiátrica.
Además, Leiva se acostumbró a vivir con el dolor en el abdomen, el cual es permanente y que la acompaña desde que ingresó al hospital, en setiembre del 2018.
“El ardor y el dolor es 24 horas y no se quita y es terrible, pero como siempre digo al mal tiempo buena cara, tengo que sonreír. He aprendido a vivir con el dolor y a usar hielo, que es mi aliado, el único que me quita el dolor”, afirma.
La comunicadora explica que el problema es que “los dolores vienen porque cuando a mí me quitaron la piel, se fueron nervios, glándulas sudoríparas y todo lo que tiene la piel y yo quedé en carne viva. Ni siquiera tenía granulación; en ese momento todo quedó expuesto y duré muchos meses para conseguir algo de granulación sobre la parte que cubre el músculo y quedé sin grasa también en esa parte y me tuvieron que poner injerto de piel.
“Lo que pasa que cuando los nervios comienzan a reconstruirse es como si hubiera un cortocircuito por todos lados, entonces el ardor de esos nervios atrofiados es tan grande como si yo tuviera la quemada misma en este momento. El dolor permanece 24 horas, o sea, yo siento como si me hubieran quemado ayer y, al no tener un ‘termostato’ natural en mi piel, como son las glándulas sudoríparas, el calor es exacerbado y lo único que yo puedo hacer es ponerme hielo.
“Yo ya no tengo sensación en la piel, por eso lo único que siento es dolor y calor; entonces, por ejemplo, si me pica algo o si me pellizco, yo no siento nada, y, de hecho, yo me echo hielo y no lo siento”, cuenta.
La presentadora detalla que ella no consume ningún tipo de tratamiento que le permita quitar el dolor (por una decisión propia), pues en su caso debía tomar muchas pastillas y considera que estas le pueden generar problemas en otros órganos como en el hígado y prefiere evitarlas.
No obstante, recientemente surgió una nueva esperanza para quitar el dolor, aunque eso significa volver al quirófano.
“El doctor me dice que me van a tener que volver a operar una o dos veces, porque tienen que quitar una piel malita que tengo, me van a poner unos expansores y me van a hacer unas inyecciones de grasa con una terapia que es nueva, que es experimental y que están utilizando para quemados. Dicen que da muy buenos resultados, entonces estoy esperando la próxima cita; pero bueno, las cicatrices quedarán para toda la vida”, añade.
Las cicatrices son grandes en todo el abdomen y vacila con que se parece a Mystique, el personaje de los X-Men (que es azul), pues afirma que su espalda y su abdomen es una mezcla de colores, entre azul, negro, café y rojo.
Sin embargo, destaca que lo más importante es que “mentalmente estoy muy bien, tengo equilibrio, tengo paz en mi mente y en mi corazón”.
“Entonces al mal tiempo buena cara. No me queda de otra que sonreír, yo no me voy a echar a morir porque esa no soy yo. Maricruz Leiva no se echa morir, ni se pone a llorar, es todo lo contrario, yo misma me echo porras y le digo a Dios ‘vos sabrás por qué me pusiste este aguijón y por qué lo tengo ahí, aquí estoy yo con mucha fe y esperanza y con mucha paz en mi corazón’”, resalta.
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El perdón
Pese a que continúa con un proceso legal abierto contra la clínica y la doctora que la operó en agosto del 2018, la carismática presentadora es enfática en que ya ha logrado perdonar, aunque no niega que fue un proceso largo y difícil.
“Yo sí perdoné, pero no logro olvidar. Yo tengo un pecado, que le pido a Dios que me ayude a controlar, es que a mí me cuesta olvidar y es algo parecido al rencor pero no es un rencor, es como un resentimiento. Como ser humano admito que yo lo siento, pero no le pido a Dios venganza, solo justicia, pero si al final Dios decide que ella (la doctora) salga y que no la castiguen, Dios sabe por qué.
“Y ¿sabe por qué lo hago? no es por mí, ni porque yo sea muy buena, sino porque hay un versículo de la Biblia que dice que los males de los padres a veces caen en los hijos; y yo no quisiera que el día de mañana mis hijos acarrearan mis problemas, o mi falta de perdón, o mi venganza, o que ellos vayan a cometer un error y que nadie los vaya a perdonar. Entonces, yo digo: ‘Señor yo pongo todo en tus manos’, y si hay una justicia, va a ser por él”, explica.
Asimismo, resalta que continúa con el proceso legal, pues considera que quien comete un error tiene que asumir las consecuencias. Además, siente que es una responsabilidad suya dar a conocer su historia, principalmente para aquellas personas que buscan someterse a una cirugía estética.
“Sea como sea, yo pienso que ella hizo algo malo y ella debe asumir su responsabilidad. Eso no es maldad mía, pero si usted hace algo malo tiene que asumir las consecuencias de lo que usted haga. En este caso ella tendrá que asumir su rol, su culpa y allá ella con la justicia, y allá ella con Dios, ya eso a mí no me corresponde. Entonces, lo que diga la ley yo lo voy a respetar y lo que diga Dios también, esa es mi decisión para poder tener paz, porque hay una línea muy delgada entre que usted quiera justicia y quiera venganza, yo espero no cruzarla”, comenta.
Nuevos aires
Además de lidiar con su dolor físico, Maricruz se quedó sin trabajo durante la pandemia. Ella tiene una agencia de comunicación y se dedica a organizar eventos, campañas publicitarias, lanzamientos de productos, entre otros; sin embargo, con la llegada de la covid-19 todas las empresas debieron frenar sus actividades.
Durante este tiempo, la comunicadora, quien recientemente viajó a Estados Unidos a vacunarse contra la covid-19, solamente ha tenido algunos trabajos con marcas como Cemaco, que la han contratado como influencer.
“Aquí es donde uno ve en un matrimonio lo que es la riqueza y la pobreza, porque mi esposo, Fernando Vílchez, ha tenido que asumir las finanzas de este hogar al 100% y ha sido duro, porque a pesar de que mi esposo tiene un buen trabajo, de ese trabajo dependen cinco personas”, asegura.
Y a pesar de que han sido tiempos difíciles, asegura que ni a ella, ni a su esposo ni a sus hijos Marie Claire y Eric les ha faltado nada. Han podido continuar con sus estudios en la Universidad de Costa Rica (UCR) y siguen luchando por sus sueños.
Asimismo, en su caso particular, Leiva ingresó a la Universidad de Barcelona, donde actualmente cursa una maestría en Responsabilidad Social Corporativa y Sostenibilidad.
En cuanto a la televisión, Maricruz revela que no tiene ofertas, pero tampoco se desespera por ello. De todas formas, asegura que si algún proyecto toca a su puerta lo valorará pues busca proyectos distintos a lo que está acostumbrada.
“Había un proyecto que yo estaba manejando, pero ahora tampoco es el momento. Yo soy una persona de mucha fe y creo que Dios tiene un momento para todo, tal vez no es mi momento. Yo sí le puedo decir que si yo en algún momento regreso a la televisión, tiene que ser para un proyecto con propósito de ayudar a las personas, porque yo no volvería, por ejemplo, a un programa como 7 Estrellas a hacer lo que hacía antes, que era charanga y fiesta”, confesó.
“En cambio tiene que ser algo que ayude a amas de casa, a emprendedores, a estudiantes o algo que tenga un propósito de crecimiento. En fin, espero que el proyecto que yo he soñado, en algún momento se materialice”, agregó.
La periodista ha aprendido a tomarse las cosas con calma y a confiar en que cada cosa llega en el momento adecuado, por ello, vive el día a día, con mucha fe, con mucho positivismo y siempre con una sonrisa.
“Si algo me enseñado la vida es que la fe anula cualquier sentencia de muerte. Uno tiene que tener fe porque si usted no tiene fe, las cosas no van a cambiar y hay que dar la batalla. La lucha se empieza doblando rodilla, porque no puede ser que en la primera que a usted le salga mal algo, ya le reclamé Dios”, comentó.
“También he aprendido que la felicidad es una decisión, es un estado y uno tiene que decidir ser feliz a pesar de lo que le pase”, finalizó la comunicadora.