Para Leonora Jiménez hablar sobre su salud es un tema difícil; especialmente por las razones que la llevaron a que esta se viera perjudicada. Según reveló a La Nación, hace tres años le fue diagnosticado un nódulo en la garganta, resultado de más de 15 años de “vivir al límite”.
De acuerdo con la modelo costarricense, este nódulo llegó a tener un tamaño considerable e inicialmente fue una situación de alto riesgo. La mayor manifestación en cuanto a medidas ocurrió durante su luna de miel, hace un año.
“Estaba creciendo de una manera exorbitante. Tenía un nódulo en la garganta del tamaño de una manzana de Adán de un hombre. Estuve al borde de tener que pasar por una operación para poder quitarlo, que me iba a dejar una cicatriz muy grande”, narró Jiménez.
Asegura que durante la pandemia empezó a cambiar sus hábitos, tomar decisiones diferentes, priorizar su salud y tener un estilo de vida más balanceado. No obstante, estos cambios no desaparecieron las secuelas de su anterior vida.
“Estuve cerca de desarrollar cáncer y diabetes. Para mí el gran logro de este año es contarle a la gente que podemos revertir procesos físicos a través de cambios en nuestro estilo de vida y de tener nuestras emociones en un mejor punto de balance”, afirmó.
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Gracias a los cambios de vida que implementó al momento del diagnóstico, más el tratamiento médico que recibió, la situación no pasó a más. Incluso, cuenta que su doctor le dijo que nunca había visto que un nódulo de tal tamaño se redujera hasta prácticamente desaparecer.
Al principio, la empresaria recibía seguimiento clínico cada tres meses; pero luego las revisiones pasaron a ser semestrales. En la actualidad, Jiménez detalló con emoción que únicamente debe someterse a revisión una vez por año.
Nunca había hablado públicamente de su diagnóstico ni había compartido sobre estos cambios hasta hace unos meses. Esto se debe, según dice, a que no tenía certezas y quería comunicarlo a la gente solo si encontraba una finalidad.
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Jiménez afirma que tiene como objetivo utilizar su exposición mediática para impactar positivamente a las personas y espera que su testimonio sirva para borrar la idea de que el éxito está ligado a lo material.
“Trato de que mis redes sociales cuenten de manera muy genuina lo que yo ahora considero que son los verdaderos éxitos, que se alejan de la imagen, el dinero, el poder y la popularidad. Se acercan más a tener libertad, paz, propósito y ayudar a otros. Todo esa manera de vivir trae un cuerpo más sano”, comentó la modelo, de 41 años.
La pandemia que parió a una nueva Leonora Jiménez
Leonora Jiménez considera que su estilo de vida poco saludable fue producto de una mala gestión de la necesidad humana de recibir aprobación. En el mundo empresarial en el que se movía, ligó su valía y capacidad de ser aceptada a hacerse cargo de una gran cantidad de proyectos.
“Desde antes de la pandemia yo venía teniendo un estilo de vida que no es saludable, en el cual llevaba mi cuerpo al límite en todos los sentidos. Trabajaba demasiado, entrenaba demasiado; me estresaba demasiado. Todo para llenar unos estándares que realmente son imposibles y poco sanos”, relató la empresaria.
Enfatiza en que todo ese ambiente y exigencias la convirtieron en un “robot”, pues afirma que la única manera de vivir a ese ritmo es desconectándose de los sentimientos. Desprenderse de esto fue un proceso de “mierda”, pero que hoy la llena de paz
“Ese ha sido mi mayor reto: pasar de ser un robot a una mujer que le encanta su trabajo, pero ahora lo hace de una manera balanceada. Pasé de exigir a mi cuerpo estar al 100%, a escuchar sus ritmos y permitirle descansar. Antes estaba desconectada de la gente que me rodeaba y de mí misma, era egoísta; ahora estoy conectada con mis necesidades y las de los demás. Soy mucho más empática”, confesó.
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Actualmente, Leonora se siente agradecida de haber atravesado un tiempo tan retador en pandemia, en el que estuvo en una “quiebra total” a nivel físico, emocional y financiero. Uno de los puntos con los que se siente más feliz es con el hecho de que su diagnóstico de salud le llegara en esta etapa de madurez y estabilidad.
“Amar mi cuerpo independientemente de lo que refleje el espejo, ha sido uno de los principales diferenciadores de cómo he vivido en los últimos cuatro años. Si me hubiera quedado una cicatriz hubiera dicho ‘gracias a Dios el nódulo no se desarrolló en un cáncer y me lo pudieron quitar’; si hubiera sido un cáncer ‘gracias a Dios que me lo diagnosticaron a tiempo’”, expresó Jiménez.
“He tenido mejores y peores épocas, y actualmente siento que estoy en una de las mejores de mi vida, porque mi relación con mi cuerpo no tiene que ver con cómo se ve”, finalizó.