Linda Evangelista ya no tiene miedo al qué dirán. La famosa modelo de los años 90 alzó su voz en setiembre para decir abiertamente que tras someterse a un procedimiento estético invasivo, conocido como criolipólisis, “se encontraba brutalmente deformada”. En esa ocasión adelantó que se retiraba del medio y que no estaba en condiciones para volver a trabajar. Ella habló tras cinco años “de sufrir en silencio”. No dijo mucho más.
Evangelista, de 56 años, volvió a hablar del tema recientemente y esta vez aclaró todas las dudas alrededor de qué fue lo que le pasó, del motivo que la hizo ocultarse por cinco años y que incluso le negó la posibilidad de asistir al reencuentro de supermodelos organizado por Donatella Versace en 2017, y en el que sí participaron Cindy Crawford, Naomi Campbell, Claudia Schiffer, Carla Bruni y Helena Christensen. Tampoco se acercó a su gran amiga Naomi Campbell tras el nacimiento de su primera hija en mayo del 2021. Además de referirse al tema, mostró su apariencia actual.

Recientemente se publicó un artículo en el diario The New York Times titulado Exponiendo la violencia detrás de la cultura de la belleza, en el que Evangelista dio algunos detalles de lo sucedido y especificaba en qué partes del cuerpo se habría aplicado el tratamiento -en los muslos, el abdomen, las caderas y bajo la barbilla-. También detalló en qué consistían exactamente las lesiones con las que debe lidiar desde entonces, como bultos en distintas partes de su cuerpo.
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La revista estadounidense People publicó esta semana el relato en primera persona de la modelo de 56 años, quien finalmente pudo poner en palabras el dolor físico y espiritual que viene atravesando en los últimos tiempos. Ella misma compartió en su cuenta de Instagram las imágenes de la publicación en la que le hicieron una reciente sesión de fotos.
El septiembre pasado, Evangelista había iniciado una demanda contra la compañía Zeltiq Aesthetics Inc., responsable de realizar el tratamiento fallido. Allí solicitaba la retribución de 50 millones de dólares, alegando la imposibilidad de retomar su trabajo después de haberse sometido a siete sesiones de criolipólisis desde agosto de 2015 hasta febrero 2016.

“Amaba estar en la pasarela. Ahora temo encontrarme con alguien conocido”, explica la modelo. “No puedo seguir viviendo escondida y avergonzada. Estoy, finalmente, dispuesta a hablar”.
En la entrevista, Evangelista explica que, pasados los tres meses de realizado el tratamiento empezó a notar un desmedido crecimiento de masa corporal, especialmente en las áreas que había tratado. Con el tiempo, los bultos se endurecieron y las áreas sufrieron una pérdida de sensibilidad total.
“Traté de arreglarlo creyendo que estaba haciendo algo mal”, dice la modelo, quien a esta altura se había empezado a ejercitar y restringir su alimentación obsesivamente.

“Llegué al punto de dejar de comer por completo”, confiesa. Cuando Evangelista finalmente acudió al médico fue rápidamente diagnosticada con hiperplasia adiposa paradójica, o PAH, por sus siglas en inglés, un efecto que según Zeltiq Aesthetics Inc. se da en uno de cada 4.000 tratamientos, pero según la Sociedad Americana de Cirujanos Plásticos de los Estados Unidos puede ocurrir en 1 de cada 138 casos.
La modelo explicó que después de conocer su diagnóstico, la compañía responsable del tratamiento le ofreció realizarle una liposucción para “reparar” el daño causado.
No fue hasta la noche antes de la operación que le informaron que antes de ingresar al quirófano debía firmar un acuerdo de confidencialidad, a lo que Evangelista se negó. La modelo pagó de su propio bolsillo por dos intervenciones quirúrgicas en el 2016, sin embargo, los bultos no tardaron en reaparecer.
“Ya no puedo poner los brazos al costado de mi cuerpo. No creo que ningún diseñador quiera vestir a alguien con eso”, señala la modelo en relación al crecimiento que sufrió debajo del brazo. “No me miro al espejo. No soy yo” concluye la modelo que alguna vez reinó las más importantes pasarelas del mundo y que pese al daño emocional que ha vivido, decidió no esconderse más.
