El enlace en puerta de Alberto de Mónaco ha traído a colación la particular historia de su familia, una dinastía tan rica y poderosa, como desgraciada en el amor.
Escándalos, muertes trágicas y aparatosos divorcios figuran en la radiografía de los Grimaldi, de origen genovés. Desde hace 700 años ellos gobiernan Mónaco, habiendo perdido el poder por tan solo un periodo de cuatro años, según se desprende del libro Los Grimaldi, de la periodista y escritora María Eugenia Yague.
Según el escrito de Yague y un reportaje de la agencia de noticias Efe, los orígenes de la actual dinastía Grimaldi no son tan nobles, como muchos podrían creer.
Raniero III, padre de Alberto II, era nieto de una cabaretera y bisnieto de una lavandera.
El amor tampoco ha mejorado su condición. En un reportaje, Efe publica una entretenida historia en la cual se le atribuye a una maldición gitana todos los fracasos amorosos de este clan.
Según esa leyenda, que data del siglo XIX, el príncipe Raniero I dejó plantada a una amante gitana quien, para vengarse, lo maldijo con la frase: “¡Ningún Grimaldi hallará la felicidad en el matrimonio!”.
Más allá de la leyenda, los hechos demuestran que ellos efectivamente no han sido afortunados en sus matrimonios, desde Raniero III, hasta sus hijas: Carolina y Estefanía y, como ya se vio, en menor grado Alberto de Mónaco.
En 1956, el publicitado matrimonio entre Raniero y Grace Kelly fue visto como una estrategia real, para que Mónaco recuperara el brillo y el glamour que una artista como ella le podría otorgar.
En 1982, la actriz murió en un trágico accidente automovilístico, en el que iba acompañada por su hija Estefanía, quien salió ilesa.
Desamores. En vida, Grace Kelly tuvo que aceptar los distintos novios de su hija mayor, Carolina. Entre ellos, Guillermo Vilas y Robertino Rossellini. Y aunque la actriz se opuso fuertemente al matrimonio de la princesa con e l playboy Philippe Junot, ella terminó casándose con él, en 1978.
El matrimonio fracasó, mas la princesa encontró consuelo en el italiano Stephano Casiraghi, con quien también se casó. Pero este perdió la vida en una competencia de botes, en Mónaco, en 1990.
Carolina se volvió a enamorar, del actor Vincent Lindon, quien años después la abandonó.
Aún así, no se dio por vencida. Decidió probar suerte con el príncipe Ernesto de Hannover. Pero él terminó traicionándola.
Ahora, Carolina dice que no cree en el amor, pese a que se le ha relacionado con algunos hombres.
A Estefanía de Mónaco tampoco le ha ido bien. Novios, esposos y romances escandalosos se agolpan en su lista de conquistas.
Con tan solo 16 años, sostuvo un romance con el actor francés Paul Belmondo. Posteriormente, se enamoró de su guardaespaldas, Daniel Ducruet, quien la engañó.
Años después, vuelve a probar suerte con otro de sus guardaespaldas: Jean Raymond Gottlieb.
Tiempo después se relaciona con el dueño del circo Kinie, Franco Knie, a quien cambió por el mayordomo de su padre, Richard Lucas.
A Lucas lo dejó por otro hombre: el terapista portugués Adans Lopes Peres. La lista de sus romances continúo con los años.