Lynda Díaz vive una etapa en la que continúa realizándose como mujer. A sus 51 años, la recordada figura ya no está vinculada con la televisión ni el modelaje, sin embargo, no deja de trabajar y crear. Ahora mismo, ve con entusiasmo cómo crece su nuevo negocio, uno que llegó junto con una pasión que hubiera querido encontrar antes.
El nombre de Lynda Díaz siempre se ha asociado con lujo y buen estilo de vida. Ha recorrido el mundo y ha disfrutado de las bellezas y experiencias que ofrecen destinos como Indonesia, India, París, Londres, entre muchos otros. Uno de los servicios que siempre busca es el de los spas, donde además de masajes ha recibido faciales que hoy ve de otra manera, pues ella misma los da.
Hace unos tres años, la boricua-costarricense buscó algo más para ocuparse y decidió, junto a su esposo Anthony Alfonso y su hija Linda Liz, crear su propia línea de productos de belleza. Así nació Hollie Marie, que por ahora ofrece crema humectante, cápsulas que ayudan a descansar y recargar el rostro de vitaminas, contorno de ojos, un gel limpiador, entre otros productos. La iniciativa no quedó ahí.
Lynda Díaz y su faceta como esteticista
Al empezar con Hollie Marie y la comercialización de sus productos, la expresentadora quiso ir más allá y se matriculó para estudiar un técnico en estética.
“Cuando quise hacer la línea, no tenía que irme a estudiar, pero pensé que cómo voy a vender algo sin saberlo explicar. Quería tener la capacidad del conocimiento, explicar lo que hay y sus resultados”, contó Díaz desde Miami, donde reside.
Fue entonces cuando Lynda regresó “a la escuela”. Bromea diciendo que sus hijos se reían de verla en uniforme y asistir a clases de 8 a. m. a 5 p. m.
“Me enamoré. Toda la vida he sido fanática los de spas y he viajado a lugares remotos a hacerme tratamientos. Me llamaba la atención cómo se hacen. Esto fue escalando en mí”.
Lynda Díaz obtuvo un título como técnica en estética y sacó una especialidad en masaje Face cup. Hoy es ella quien le ofrece el servicio de faciales a las personas, eso sí, solo a un grupo pequeño.
“Es lo que más me gusta. He hecho muchos (masajes de rostro y faciales) últimamente”, dijo.
La exmodelo se especializó en el rostro porque su profesora le dijo que veía algo especial en ella.
“La maestra decía que tengo talento especial en las manos. Terminé el curso y a las semanas una amiga dijo que fuera donde una rusa, hice curso con ella. Es otra cosa. Cuando estudias sobre músculos y aprendes bien, no solo es que vayas y te ponen mil cremas. Yo tardo dos horas haciendo un facial básico. Hago microagujas, hago todo. La cara vuelve a su lugar”.
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Sus nuevos saberes los aplica en sí misma, y considera que su rostro está mejor que en sus cuarentas.
“Tengo crema en la sala, en el cuarto y en sala de televisión. Donde sea que esté, me estoy masajeando. El rostro te lo va a agradecer. Tengo equipos, máquinas y demás. El resultado se nota. Siento la piel de mi rostro en mejor condición”.
La vocación por lo que hace impulsa a Lynda a continuar estudiando y preparándose. Ya ha conseguido una decena de diplomas.
Actualmente, Lynda realiza los faciales en su casa, labor que disfruta cada vez más.
“Tengo un grupo pequeño de clientas que me visitan. Son familia, amigas, conocidos de Miami. No es a todo el mundo porque no tendría tiempo para eso”.
La satisfacción que siente Lynda por esta labor es tal, que la describe como a algo que siempre buscó y que por fin halló.
“Encontré mi pasión frustrada de toda la vida. En realidad nunca es tarde. A mis 51 empiezo esta etapa y la disfruto montones. A cada país que voy, pruebo, ahora con más propósito, los tratamientos en diferentes spas. Es muy importante estar al tanto de la competencia y lo que se está utilizando”.
Lynda está del otro lado, ahora es ella quien le ofrece una experiencia favorecedora al rostro de las personas que atiende. Confía que algunas veces pagó hasta $1.000 por una crema, pensando que entre más costosa sería mayor la efectividad, ahora sabe que todo está en la composición del producto y, por supuesto, en la técnica de los masajes.
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La línea de belleza de Lynda Díaz
Hollie Marie es una línea con la que Lynda Díaz planea ofrecer más que productos para el rostro, todos se caracterizan por contener Hemp (cañamo).
En el proceso de creación, que inició hace unos tres años, Lynda contó con el apoyo de su esposo, quien es farmacéutico.
“Así nació nuestra empresa. Ha tenido buena aceptación. Vamos creciendo. Necesitamos más espacios de clóset para guardar el producto. Es bonito ver el proceso de comenzar y verla crecer. Ahorita los estamos vendiendo por Amazon”, comentó Díaz, quien maneja ampliamente el tema de ingredientes de los productos para el beneficio de la piel.
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“Me ayuda mucho”
En estos momentos, además de realizarse como mujer, Lynda continúa muy pendiente de sus cuatro hijos. Los gemelos Gary y Tiffany ya son universitarios, Linda Liz continúa con sus proyectos de diseño de modas y Nicole Coco Roper se mantiene luchando por su salud y compartiendo mensajes de fortaleza y resiliencia a sus casi 100.000 seguidores en Instagram.
“Ha sido complicado. Hay varias facetas en mi vida. Está la situación de Nicole, que es una realidad. Esta semana voy para allá (a Texas) para acompañarla ahorita que está en el hospital. Luego vuelo a una actividad de padres en Colorado con Tiffany. Luego veo a Gary en Miami”, contó.
La casa de Lynda Díaz ya está decorada de Navidad. Si no lo hacía en este mes, piensa que entre sus constantes viajes no le daría tiempo.
En el mundo de la estética, la mujer, madre y esposa ha encontrado mucha tranquilidad.
“Esto me ayuda mucho. Manejo mi nivel de estrés que es bastante elevado por situaciones que vivimos como familia. Hacer un masaje facial me relaja más a mí que a la persona a la que se lo aplico. Le hago bien a alguien y psicológicamente me hago bien a mí. Me desestreso y voy cargando baterías. Luego voy resolviendo el día a día”.