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Dice no creer en casualidades y si le tocó portar este año la corona de Miss Universo es porque, entre otras cosas, debe levantar la voz por su país, Venezuela.
La dueña de la corona más deseada del planeta, María Gabriela Isler –o Molly, como también le llaman– le contó a La Nación que vive preocupada por la ola de violencia que golpea a su país, a causa del conflicto político. Ella es oriunda de Valencia, ciudad donde murió asesinada una Miss Venezuela, Mónica Spear.
Desde Nueva York, la joven de 1,79 metros de estatura, quien cumplirá 26 años el 21 de este mes, habló también de su rol como reina y de que no hay día en que no piense cómo se encontrará su familia.
¿Cómo describe estos cuatro meses de reinado?
¡El tiempo pasa volando! Hace nada estaba ganando el concurso . El cambio más drástico fue mudarme a este invierno en Nueva York, con récords de bajas temperaturas. Saber que vengo de un país de clima tropical; me tocó adaptarme, eso fue lo más radical. También salir de mi zona de confort, dejar mi familia y amigos, para empezar un nuevo reto y escribir mi camino. Tengo la bendición de viajar, conocer otras culturas, comidas y personas; siempre estoy aprendiendo. Lo más bonito es ganarme el cariño de la gente, ¡de gratis!
¿Qué referencia tiene usted de Costa Rica?
Lo primero que se me viene a la mente es el verdor de su naturaleza. Son un pulmón de América. También sé que es gente alegre y cálida. Conocí a Miss Costa Rica ( Fabiana Granados ) que me regaló un pedacito de ustedes. Es una niña dulce y agradable; demostró lo que son y me quedé con ganar de ir.
¿Cómo es María Gabriela no la miss , sino la chica sin corona?
Soy sencilla. Me encanta permanecer natural: me gusta salir sin maquillaje, sin tacones; vivir el día a día, caminar, aprender de los sitios adonde voy.
Dicen que hay una maldición al rededor de las misses que ganan, que terminan con sus novios. Usted tiene una relación sólida, ¿va a romper con esa mala racha?
(Risas) No creo en maldiciones; no soy supersticiosa. Soy católica con valores fuertes; creo en el amor, en la confianza, la comunicación y el respeto que tengas como pareja. De un año, ya van cuatro meses de reinado; es decir, ya pasé la prueba (risas) porque son los meses más cruciales, los de aceptación y adaptación. Como pareja, lo hemos llevado bien. Por mi parte, quiero tratar de mantener esa relación; esto es solo un año, pero no sabes si esta persona está para ti toda la vida.
¿Cuáles son las ventajas y desventajas de ser Miss Universo?
Ventajas: convertirse en un modelo por seguir para muchas; ser embajadora de causas humanitarias, en mi caso, apoyar y promocionar charlas y campañas contra el VIH. También, el hecho de conocer el mundo; estar en Rusia, Indonesia y Filipinas; me permite ver cómo viven del otro lado del mundo y en qué creen esas personas. Lo malo, es alejarse de la familia; los extraño bastante. Muchos ven esto como un sueño, pero es un trabajo que requiere tiempo y dedicación.
En diciembre, hizo una visita no oficial a Venezuela para estar con su familia. Luego, el 20 de febrero, tuvo que cancelar su primera visita oficial por la ola de protestas. ¿Cuánto cambió la realidad que usted vio en diciembre a la que se vive actualmente en su país?
Las condiciones del país en cuanto a normalidad son las mismas. Existían las mismas preocupaciones, los mismos problemas, carencias y necesidades, lo que cambia es el clima, que está más tenso. El pueblo se está expresando públicamente y había protestas y manifestaciones como ahora.
¿Qué piensa de la dura realidad que ha venido golpeando a su país en los últimos días?
Como venezolana, me duele mi país. Venezuela es conocido por ser uno de los países más ricos en recursos, en bellezas naturales, y hasta por sus mujeres. Como venezolana, es preocupante y triste ver cómo se han perdido vidas de hermanos por la inseguridad, problema que nos afecta a todos. A mí me gustaría promover más el país por el turismo, que la gente sienta ganas de conocer Venezuela por las cosas bellas que ofrece. Tenemos que esforzarnos más como país en convertirnos en una voz. Que podamos dialogar, aceptar que tenemos personas con ideales diferentes, pero que juntos podamos compartir esfuerzos para ser un país mejor, volver a ser aquel lugar llamativo para el mundo.
¿Cómo le afecta, a distancia, lo que está pasando allá con toda su familia y amigos en Valencia?
Vivo la angustia a distancia. Tengo tres semanas, aproximadamente, en que no duermo bien. Mi cabeza está en Venezuela ; toda mi familia está allá: mi mamá, mi papá, mi hermanita, mi sobrina, mi novio, mis hermanos. Tengo el cuerpo aquí y la cabeza allá. Me comunico por teléfono con mamá tres veces al día; con mi hermana lo hago por FaceTime . Siempre estoy tratando de comunicarme porque no tengo paz, paso todo el día preocupada, no solo por mi familia, sino por el país entero. Ellos pueden ver en Twitter que, a diario, envío mensajes de esperanza, oración y fortaleza. Creo que ellos saben dónde está mi cabeza ahorita.
Después de que deje la corona de Miss Universo, ¿qué hará?
Soy mercadóloga; estudié negocios. Es un sueño tener mi propia empresa, quizá diseñar un producto. Por el momento, me toca aprender. Me gusta también la televisión y el modelaje. Por ahora, no quiero saber las opciones ( risas ). Quiero ver qué me sale este año; esto es una oportunidad que pone Dios en el camino para más adelante convertirme en esa mujer empresaria. Ahora, prefiero llenarme de sabiduría y aprender de la gente, para más adelante independizarme.
Ha sido blanco de críticas porque dicen que se ha sometido a cirugías. ¿Cómo se defiende de esas críticas y cuán ciertas son?
Bueno, desde que Osmel (Souza, director del Miss Venezuela) hizo público que si tiene que hacer arreglos en las chicas, lo hace. Algunas chicas quizá si se han hecho cirugías. En mi caso, fui sincera y clara desde el principio. Cirugías cosméticas o plásticas no tengo, y si sentía la necesidad de hacerlo, como cuando me hice la puntica de las orejas, ¡lo hago! Son cosas que te dan más confianza o comodidad, pero no me cambié ni la cara ni el cuerpo. Estoy de acuerdo con las cirugías, si es algo para ganar confianza, pero no lo estoy cuando pasa a ser una enfermedad o un vicio.
¿Cómo enfrenta los estereotipos que etiquetan a las reinas de belleza como bonitas pero tontas?
Es difícil hacer feliz y complacer a todo el mundo en épocas en que dominan las noticias y las redes sociales. No es cuestión de demostrar, sino que, a través de esos medios o en persona, la gente se dé cuenta de que eres un ser humano pensante, que tienes cosas para ofrecer y aportar a la sociedad; más que demostrar, es cuestión de tiempo. En Venezuela, al inicio, mucha gente dudaba de mí y ha cambiado su percepción porque me ha conocido. Lo mejor es dejar quietas a esas personas (que critican) y seguir tu camino. Se darán cuenta luego que somos más que belleza.
Es la sétima venezolana en conseguir esa corona. ¿Cuál es el ingrediente que las hace exitosas?
Para muchos, es solo un concurso de belleza; para mí, es un concurso de resistencia, de aguantar; es un reto. El secreto de la venezolana es que tú no estás comprometida con un concurso, sino con una nación. Es como un deporte. El compromiso, la dedicación y perseverancia deben verse en cualquier concurso internacional al que se asista. Ponemos el corazón y el alma para que tu país se sienta orgulloso.
¿Se la puso difícil a su sucesora para el próximo Miss Universo?
( Risas ) ¡Ay Dios! Ella es fuerte; ella puede.
¿Qué consejo le da a la futura Miss Costa Rica para sobresalir, como usted lo hizo, en Miss Universo?
El mejor consejo que puedo dar a una chica, no solo para un concurso de belleza, sino para el resto de su vida, es creer en sí misma. Cuando tú crees en ti, la gente va a creer en ti; vas a disfrutar del momento, vas a cargarte de energía. Creo que la persona que confía en sí misma tiene garantizado el éxito porque nunca se va a detener, aunque alguien le diga que no puede.