Cuando Mauricio Blanco subió al avión que lo trajo de vuelta a Costa Rica, su conciencia de sí mismo se desparramaba en su cabeza. A lo largo de esa pasarela incómoda, sentía que los ojos lo convertían en común denominador; a los demás pasajeros solo les faltó sacar sus celulares para ver los memes de días recientes y compararlos con el humano que buscaba su asiento y un lugar para guardar su maleta de mano.
Tres días antes, Mauricio publicó en Facebook un selfie de él y Marko Micovic, con la leyenda “Costa Rica y Serbia”. Marko fue uno de sus competidores de los que guarda gratos recuerdos en el concurso de belleza Mister Real Universe 2015, celebrado en octubre en Ecuador. En los comentarios de la foto, un vecino de San José escribió: “¿ Costa rica? será usted y Serbia xq usted no es CR al menos a mi no me representa, la verdad usted no tiene NADA para ser Mister, ¿ no se ha dado cuenta?” (sic).
El vecino de San José es tan solo uno de tantos que hicieron de Mauricio un chiste, un saco de boxeo y una decepción, reacciones desproporcionadas si se toma en cuenta que quizá solo veinte gatos hubieran hablado del concurso en cuestión si el representante de Costa Rica no hubiese sido un blanco tan fácil para miles de comentaristas cibernéticos enardecidos. Las fotografías que circularon, los extractos de entrevistas que se difundieron y el derecho al bullying de la República de Internet se conjugaron en un perfecto plato de oro, servido a la carta, con servicio express.
Quienes se unieron al frenesí señalaron la falta de cuadritos y músculos de Mauricio, así como su baja estatura, su tez mestiza (elegida como “mejor piel” en Mister World Costa Rica 2013) y su acento (consecuencia de su pérdida auditiva parcial). En la opinión de ellos, Blanco no estaba preparado para un concurso de belleza internacional. “En los concursos algunos no son exageradamente musculosos; son delgados con contextura, pero no musculosos”, se defendió Mauricio.
El organizador de Mister Costa Rica, Enrique González, fue el responsable de enviar a Blanco a Ecuador. González quiso impedir que Mauricio atendiera a esta entrevista, y manifestó letargo por el tratamiento que la prensa ha hecho del tema y preocupación por cómo la situación afectará su otro concurso, Miss Teen Costa Rica.
A cambio de dejarme conversar con Mauricio, González me pidió que incluyera su explicación del porqué él fue el enviado al concurso en lugar de Henry Linton, actual ganador de Mister Costa Rica. La explicación –voluntaria– básicamente se resume en “porque nadie más podía”. Linton, por su parte, salió a defender a Blanco en medio de la tormenta de odio que su participación provocó.
En el avión que trajo a Mauricio de regreso a Costa Rica, las azafatas se acercaron a halagarlo y le regalaron un queque de chocolate. “No quería despertar del sueño. Ese recibimiento, la atención de las azafatas, me cambió el rostro por el momento. Cambié la perspectiva de que hay gente que no te va a atacar: que no son todos”.
“Yo soy único”.
Mauricio es profesor de Educación Física pero actualmente labora en la Oficina de Cooperación del Ministerio de Educación Pública. También estudió Relaciones Internacionales, pero no se ha graduado. Tiene 33 años, vive con sus padres en Curridabat y tiene una hermana mayor. Además de su pérdida auditiva, por la que usa audífonos, tiene problemas de la vista y se operó con láser.
Pero antes del láser y de los audífonos cómodos y disimulados que usa actualmente, cuando era niño, sus anteojos eran “exagerados” y sus audífonos “tipo Walkman”. Esto generó burlas de algunos compañeros de escuela y colegio. “Como todo ser humano uno se va a resentir en diferentes situaciones; nos sentimos pequeños en este mundo de pequeños. Las personas que nos están señalando y se están burlando... creemos que ellos son grandes y que nosotros somos pequeños, vulnerables, insípidos, que no valemos nada.
”Tenemos que recalcar que somos especiales y levantarnos la estima. Pero eso no quiere decir que lo que nos hacen sea justo”. Con el tiempo aprendió a desprenderse de las inseguridades y los prejuicios propios que le generó la respuesta de la sociedad por su presentación física en este mundo de seres diminutos e irrelevantes para el cosmos. Mauricio se hizo a prueba de balas, pero no fue hasta tiempo después de cumplir la mayoría de edad –no recuerda exactamente cuándo– que persiguió su interés por el modelaje.
No alcanzó a cumplir sus expectativas al comienzo, pero eventualmente salió en un anuncio y en los últimos tres años se ha insertado en tres concursos de misters, el último de ellos –Mister Real Universe, la razón de la debacle– de manera atropellada, pues dice que Enrique González lo invitó apenas cuatro días antes de la fecha de partida y que tuvo tan solo tres jornadas para prepararse. Blanco describe la situación como “lo más gracioso”, a pesar de que pocas personas se atreverían a aceptar una propuesta tan descabellada.
“Lo pensé cinco minutos, de manera silenciosa; no le dije a mi familia, no le dije a nadie. Necesitaba pensar yo: ‘¿Qué voy a hacer?’. Luego me acordé de que rechacé invitaciones a Colombia y Perú, y que alguna vez este fue uno de mis sueños, y dije: ‘Está bien’. Luego fueron tres días de locura, de intensidad, y el domingo me fui”. Mauricio estuvo dos semanas en Ecuador; durante la primera semana ni se dio cuenta de los comentarios en redes sociales, hasta que un amigo le pasó un link y le advirtió: “Para que esté listo”.
“¿Qué pasaría si te hacen un meme a vos? Hay gente que te va a decir: ‘Yo mando a la mierda’, pero yo no, yo no puedo estar a ese nivel, yo soy único. Yo entiendo que todos somos diferentes, pero hay que saber tener más nivel de decencia, de inteligencia”. Al comienzo, los memes le causaron gracia, pero también pesaron por dentro.
“No estoy molesto, porque las personas se manifiestan desde un punto de vista menos conocedor. Si supieran el historial de las personas, el porqué llegó ahí…”.
Medios para herir
Mauricio dice que nadie le ha hecho comentarios negativos en persona, a pesar de que Internet ardiera en llamas con su nombre. Cuando regresó al trabajo, después del concurso, el recibimiento no fue extremadamente positivo, pero de todas formas nadie le dijo nada cara a cara.
El ciberbullying (o ciberacoso) es el uso de telefonía móvil e Internet para burlarse y atacar a otras personas. Afecta principalmente a adolescentes, aunque Mauricio es ejemplo de que ciertos adultos (especialmente aquellos que llegan al ojo público) pueden sufrir este tipo de violencia digital. Según los últimos estudios, un 34% de estudiantes estadounidenses ha sido objeto de ciberbullying, mientras que un 15% admitió haber usado Internet para mofarse de otros.
Para Blanco, esto no era nuevo, dada su experiencia de bullying (en persona) en la escuela y el colegio, pero esta vez los insultos por sus atributos físicos y su dicción se mezclaron con aseveraciones de su orientación sexual, algo que él se niega a comentar porque considera que no viene al caso. “Tal vez solo soy un adulto chineado”.
Su respuesta a esto es contundente: “Hay muchos que no van a reconocer que han dicho que yo hice el ridículo. Yo digo que se manifiesten como gusten, pero si desean asumir esta posición con empatía y seguridad, los invito a que participen en los otros concursos locales”.
De alguna manera, Mauricio logró esquivar las dagas que lo amenazaban y se insertó en la pasarela sin temor, respondió a las preguntas del jurado con plena confianza en sí mismo y acarició el sueño que estaba cumpliendo. Cuando el llanto intentó acechar, recordó que era él quien
estaba en Ecuador, concursando en nombre del país, y tuvo en mente su maravilloso lema ideológico: “Actitud mata belleza”.
Cuando revela lo poco que lo afectaron los memes , recuerdo una parte del discurso que dio Theodore Roosevelt en 1910, cuando dijo: “No es el crítico el que cuenta; no es el hombre que señala al fuerte que tropieza, o que comenta cómo el que hizo pudo haberlo hecho mejor.
”El crédito pertenece al hombre que está realmente en la arena, cuya cara se mancha de polvo, sudor y sangre; que lucha valientemente; que se equivoca, que falla una y otra vez, porque no hay esfuerzo sin error y defecto; pero que de igual forma se esfuerza por hacer; que conoce el gran entusiasmo y las grandes devociones; que se entrega a sí mismo en una causa justa; quien en el mejor escenario conocerá el triunfo de los altos logros, y quien en el peor, si falla, al menos fallará atreviéndose, para que su lugar nunca sea como el de esas almas frías y tímidas que nunca conocieron ni victoria ni derrota”.
“Es un nuevo día”
Antes de viajar a Ecuador y luego de regresar a Costa Rica, Feeling Good, una de las más bellas canciones de Nina Simone, se disfrazó de espina vertebral de sus emociones, lo catapultó, e izó su espíritu a casi 4.000 metros sobre el nivel del mar. Gracias a Nina, su alma compite en altitud con el Chirripó.
“Es un nuevo amanecer. Es un nuevo día. Es una nueva vida, para mí. Y me siento bien”: cinco versos en voz de Simone, antesalas del trombón con el que la vida celebra el alba y con el que Blanco permite a sus extremidades danzar. “Esta oportunidad era un día nuevo, y esa pasarela internacional, una nueva vida”, alega. “La canción marcó una pauta en mí”.
Muchas cosas son nuevas para Blanco desde mediados de octubre. “Varias personas me han dicho que tengo un semblante diferente, que estoy marcando diferencia con lo que fui antes del concurso. ¿Tú crees que todo lo que han hecho en dos semanas, a mis espaldas, me afectará?”. Era una pregunta retórica.
Es un nuevo día. Mauricio ya no se siente pequeño; ya no más. No le importa si el mundo es de enanos o gigantes: él se siente grande.