El amor que Max Goldenberg le tuvo desde niño a la música dio sus frutos este año, al hacerse acreedor del Premio Ricardo
El reconocimiento lo entrega la Asociación de Compositores y Autores Musicales (ACAM), para destacar el trabajo de un autor o compositor mayor de 65 años de edad. Goldenberg, hoy con 66 años, es un reconocido exponente del canto guanacasteco y, además, es un hombre que promueve la defensa del ambiente.
Por ello, este galardón –según él mismo dijo– enorgullece profundamente al liberiano, quien conversó ayer con
Fue una sorpresa muy grande para mí, porque yo ni siquiera sabía que estaba nominado. Yo siempre he estado metido en la cosa artística como cantante popular, pero en los últimos años me han estado dando mucha pelota, como decimos corrientemente, y es muy agradable para uno, a estas alturas de la vida, ser tomado en cuenta para esas cosas.
De alguna forma todas estas cosas lo modifican a uno, sobre todo el entendimiento, no tanto el comportamiento en relación con el resto de las cosas que uno está haciendo, sino en la compresión y el cariño que le debe uno al público y que este le devuelve a uno.
Tengo que hacer la salvedad de que yo no pretendo ser folclorista, yo soy un exponente de la música guanacasteca y costarricense, pero no me siento como folclorista, no soy investigador en este campo ni recopilador.
“No es que yo sea folclorista exprofeso, soy un exponente nada más. Pero claro que sí, me interesa mucho el tema, sobre todo lo que tiene que ver con el desarrollo de la sociedad y los problemas a nivel social que puedan generar un montón de limitaciones que tenemos”.
“Y en este trabajo por supuesto que ha habido muchas limitaciones: económicas, de difusión. Sobre todo de difusión. Nuestra radio y televisión nacional programan muy poco. Dice Jaime Gamboa, mi sobrino (integrante de Malpaís), quien es muy conocedor de ese tema, que apenas un 2% de lo que se programa en este país es música nacional, eso es ínfimo”.
“Nosotros consideramos que otros países que se jactan de tener sus propias culturas artísticas bien implantadas programan muchísimo más que este simple 2%. Basta con prender la radio y la televisión para saber que la música y los programas que se oyen aquí vienen de afuera”. Una de nuestras grandes limitantes es la falta de difusión y de consciencia en ese aspecto”.
La aceptación del público. Esa ha sido una cosa que a mí me ha llenado muchísimo, me quieren mi público , me apoya, me sigue, me llama por teléfono, y en la calle la gente me abraza... ese es el mejor premio que uno puede tener.
¡Ah sí! Ahora me está buscando alguna gente que proyecta programas para diferentes públicos, sobre todo para los niños. Me encargan que haga, por ejemplo, música para ellos, lo cual es todo un reto para mí porque yo, más o menos, he escrito música para adultos, pero para niños es una cosa que yo no había hecho, a pesar de que lo había pensado. Ahora lo estoy haciendo y me parece que hemos estado dando en el clavo en ese campo también. Es algo muy lindo.
Una puesta en escena de una obra que se llama
Siempre seguimos trabajando, siempre estamos creando cositas y ahí van a haber unos disquitos que van a salir por ahí.
No, porque no los conozco todavía. Mi sobrino Fidel (Gamboa) está trabajando en algunos arreglos.
No, es mío, con el apoyo de estos muchachos (de Malpaís), que han sido tan gentiles conmigo de ayudarme a presentar también mi propuesta. Es más o menos en combinación con mis sobrinos.
Sobre todo concientizar. Hay muchas cosas que hacemos mal los seres humanos en relación con el cuido a la naturaleza, como el tratamiento inadecuado de los desechos. A mí me interesa mucho ese aspecto de la ecología y en ese ramo es donde yo he estado llamando más la atención. Mi música y mi propuesta tienen también parte romántica y jocosa, pero me interesa mucho el tema del cuido a la naturaleza, que es lo que yo admiro más de este planeta.