La piel dorada y brillante delatan el origen costeño de Larissa Sancho. El color de su cuerpo bien pudo ser el resultado de sesiones en cámaras de bronceado, pero no es así. El tono de su tez alude a sus raíces.
Sancho nació en Puntarenas hace 25 años. Creció en El Roble, entre el extenuante sol, el calor y la brisa marina propios de la perla del Pacífico.
Desde ahí moldeó a la mujer empoderada, inteligente, perseverante y extrovertida que dice ser en la actualidad; esa chica tenaz que se resiste a desprenderse de la costa, a pesar de que su vida laboral está en la capital.
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“Puntarenas es todo para mí. Me gusta San José y hay muchísimas facilidades aquí, pero prefiero a mi Puerto, a mi linda Puntarenas”, dice al explicar que viaja de lunes a viernes desde Esparza –donde vive ahora– hasta su trabajo en La Sabana.
Sancho es licenciada en Ingeniería Industrial y labora en una empresa de telecomunaciones. Como es de suponer madruga más de la cuenta para llegar temprano a su oficina, pero el periplo es menos trágico si se compara con lidiar con las presas capitalinas.
“Conseguí un grupo de personas que viaja todos los días desde Puntarenas hasta acá, entonces no es tan trágico. Sí me levanto muy temprano, en la madrugada, pero con las presas de San José tardaría igual que si viviera en San Pedro, por eso vivo en mi querido Puntarenas y me cobijo con su calorcito”, refiere.
Ese cariño por su ciudad natal define muchísimo la personalidad alegre y amigable de Larissa, quien es una de las nueve candidatas que buscan la corona del Miss Costa Rica 2018.
Ella conoce del caos vial josefino porque debió vivir cinco años aquí casi que en contra de su voluntad. “Me vine a San José a los 17 años para ir a la Universidad de Costa Rica. Vivía donde una tía y todos los días pasaba llorando. Salía de la U y llamaba a mami llorando; me levantaba a las 7 a. m. y llamaba a mami llorando. Llegó el día en que mami me dijo que venía por mí, pero le dije que esa no era la solución. Me tuve que aguantar hasta terminar la universidad, pero sí, esa experiencia me marcó montones”, reseña.
El regreso
Cuando terminó la universidad se regresó a su añorado Puerto donde reside su mamá, el único hermano que tiene, sus tres sobrinas y su novio de hace 10 años, un optometrista que tiene su misma edad.
Desde Puntarenas, Larissa Sancho traza las líneas de su vida y su destino. La más reciente que dibujó fue la de participar en el Miss Costa Rica, prevía hacerlo el año pasado; sin embargo, la decisión de los organizadores del certamen de no realizar la competencia en el 2017 postergó su decisión.
El mismo año en el que pensaba competir, esta aficionada al baile, al tiempo en familia y al ciclismo de montaña, se presentó a hacer casting, confiada en que su experiencia en certámenes como Miss Turismo Costa Rica, Lady Forever y Reina Intercontinental la impulsarían en el proceso.
Así fue, el jurado de la audición halló esa “pasta” con la que Sancho también conquistó el segundo lugar del Miss Latin Internacional (en Orlando, Florida, en el 2015), su primer y único concurso internacional.
“Así llegué acá (al Miss Costa Rica) muy contenta y con un poco de fogueo en el área de los certámenes, pero también con la madurez de sentirme preparada por dentro, de sentirme preparada a nivel profesional, porque estar en Miss Costa Rica no es solo una cara bonita, es importante tener una carrera profesional ya establecida”, resume entre risas.
Larissa Sancho recuerda que el tema de los concursos la belleza la movió desde siempre, cuando ella intentaba vender votos para ganar los reinados de la iglesia. De hecho, habla de una ocasión en que en un concurso de esos recibió tantos regalos que pensó que había ganado, luego su mamá le aclaró que aunque estuvo cerca de la corona, no quedó más que en el tercer lugar.
“Estaba tan emocionada, que el día de la final me dieron tantos regalos y creía que había ganado, hasta que mami me dijo que había quedado de tercera. Claro a mí me dieron un oso, unos chocolates, y otras cosas, entonces estaba impresionada. Desde ese momento creció la ilusión y en la escuela y en el colegio participaba en todos los certámenes que había y hasta la fecha”, argumenta.
No sabe de dónde viene ese gusto porque solo recuerda una ocasión en que su mamá ganó el reinado de los carnavales de Puntarenas, pero sí tiene claro que desde la plataforma que sea, ella quiere llevar la esencia de la mujer porteña, esa alegre, servicial y luchadora.
Así lo hará el próximo 27 de abril, cuando dispute la corona en la gala del Miss Costa Rica, que será a las 8 p. m.
Nota del redactor. Durante los siguientes días y sin ningún orden en particular, Viva publicará una reseña de cada una de las aspirantes al Miss Costa Rica de este año.
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