Natalia Carvajal es una aventurera innata. Lo evidencia su variopinto historial de vida. De niña practicó danza y gimnasia, de adolescente modeló y cantó y durante su juventud se inició en la televisión, el surf, debutó en los concursos de belleza, en el baile de salón y alimentó su gusto literario.
Ella se reconoce como tal: una mujer camaleónica que halla, precisamente, en esos “cambios de piel” lo lindo de la vida. “Todos somos camaleones y tenemos muchas pieles y a conforme vamos madurando y creciendo, vamos descubriendo capas de nosotros mismos”, refiere.
La piel en la que ahorita está es la que muestra sus dotes como aspirante a un concurso de belleza. Es una versión más brillante de la dermis que la cubrió hace dos años, cuando fue coronada en Egipto como Miss Eco Universe 2016.
La elección como reina de ese certamen la sorprendió más de la cuenta porque llegó sin una trayectoria en concursos de belleza. Una organización local la seleccionó para que fuera a participar y ella aceptó, en respuesta a su espíritu y personalidad versátiles.
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Ahí se le despertó la inquietud por participar en el Miss Costa Rica, la actividad que la ocupa desde hace algunos meses cuando fue admitida al certamen nacional.
Ese proceso lo alimenta con la filosofía de vida en la que cree, basada en tres pilares fundamentales: la única forma de ser feliz es amándose primero a sí misma, vivir la vida de adentro hacia afuera y llamar con las palabras y la mente las cosas que se anhelan.
Esta terna conforma las reglas que rigen su vida porque al final, “la felicidad y el éxito es sentirse bien”. A partir de ahí, esta amante de la pizza, justifica sus más grandes osadías, como la de un viaje en su automóvil personal que hizo desde Nicaragua a México, hace dos años.
Aquel periplo de seis meses lo ideó a poco tiempo de haber renunciado a Repretel, donde trabajó por varios años como presentadora de Combate.
“Necesitaba reencontrarme conmigo misma porque cuando estamos enfocados solo en trabajo estamos viviendo nuestra vida de afuera hacia adentro, entonces fue un proceso para reconectar y me cambió la vida”, dice la publicista, de 27 años.
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El recorrido es la historia que alimenta el primer libro que escribe –actualmente estudia Literatura–, Me escapé de un día sin magia, que resume parte de esas vivencias y de lo difícil que es la libertad para algunas personas.
Esperanzada en concluir el texto antes de que termine el año, Natalia se confiesa ilusionada con la posibilidad de representar a la mujer costarricense en el mundo. Por eso se preocupó por poner en escena el 27 de abril –final del Miss Costa Rica– la mejor versión de ella misma.
Trabaja en eso de la mano de sus papás (ambos empresarios), de su hermano (un ingeniero telemático) y de su novio André Solano, piloto de vehículos de carreras.
Nota del redactor. Durante los siguientes días y sin ningún orden en particular, Viva publicará una reseña de cada una de las aspirantes al Miss Costa Rica de este año.
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