Hace un año, Nick Jonas tuvo lo que cualquier persona que desee convertirse en auténtica estrella necesita en esta, nuestra era de la sobreexposición: un “buen escándalo” en redes sociales.
Fotos atrevidas se han tomado los famosos desde que inventaron la fotografía; imágenes provocadoras son, desde el fin del Mickey Mouse Club noventero, ese rito de paso a la edad adulta de los niños celebridades. Pero verlo en Nick, ex-Jonas Brothers, ex-“anillo de la pureza”, aquello de salir en bóxers con la mano firmemente asida a su futuro estrellato... Eso es un buen escándalo .
Desde entonces, el cantante de 22 años ha fluido con facilidad a una nueva posición como icono sexual, sujeto de deseo para hombres y mujeres –en ese orden–, actor de drama ( Kingdom ) y de comedia ( Scream Queens ). Sin ser aún una superestrella, se ha esculpido un lugar en el paisaje pop: es el hombre dispuesto a convertirse en animal erótico . Su arte es el striptease .
Sombra. Cuando una boyband acaba, uno siente lo mismo que con las reuniones de 10 o 30 años de salida del colegio: uno quiere ver quién engordó, quién no llegó a ninguna parte, quién es feliz y quién, dichosamente, triunfó. Para las boybands , confecciones comerciales que duran tres o cuatro discos, el colapso es tan inevitable como vistoso.
En el 2015, ¿quién recuerda a Lance Bass? Sin embargo, a principios del 2000 estaba pegado en las paredes de millones de quinceañeras, como miembro de N’Sync. Backstreet Boys, ¿adónde están ahora? Ay, los 90.
La forma de salir de ese ciclo de hiperpopularidad y olvido es con talento. No obstante, los productores de estas agrupaciones suelen reclutar a sus miembros por su apariencia. Solo requieren el mínimo talento vocal necesario para grabar una pista con Autotune y movimientos de baile suficientes para el video en la playa.
Ahora bien, pueden topar con talento por casualidad: Justin Timberlake es uno de los mejores artistas del pop de hoy y se supera a sí mismo con cada disco. Robbie Williams y Mark Wahlberg se reinventaron a tiempo a principios de los 90. ¿El resto?
Cuando las boybands volvieron a ponerse de moda, desde más o menos el 2010, muchas tenían un aire amable en una época en la que la cultura hip-hop había trastocado la moral del mundo pop (ser ingenuo pasó de moda, dichosamente). Para el mercado del público adolescente, la actitud tierna y torpe de One Direction funcionó a la perfección.
Los Jonas Brothers (Joe, Kevin, Nick) se diferenciaban del resto de boybands porque, desde niños, pensaban en el arte de la música. Nick actuaba y cantaba desde los siete años en Broadway; la banda sería plataforma para él. Con apoyo de Nickelodeon, para el 2007 se habían consolidado. Un año después, el telefilme musical Camp Rock los catapultó.
Estaban en todas partes. Brillaron en anuncios, películas, soundtracks , fiestas, la fórmula usual. Mantenían una imagen incólume concentrada en los “anillos de pureza”, promesas de castidad llamativas en un mundo tan cínico. Desde el inicio, apoyaron múltiples causas benéficas.
Todo acabó en el 2013, por “diferencias creativas”. Tras el inevitable fin (todos crecemos), ¿cómo podría alguien salir de ese rollo? Ya empezaba la expectativa por el primer escándalo sexual, la primera borrachera pública... Así es el cruel mundo de la fama.
Nick decidió divertirse. Lo hacen las mujeres: Rihanna, Beyoncé o Lady Gaga crean música y se divierten también, hacen arte del erotismo. Para sus colegas masculinos, fue por décadas terreno vedado, pues un hombre sexi era “elegante” y punto; si no, era llamado “ gay ”, lo que, en otra época, matarís su carrera. Ya no.
Jonas optó por ser sexi, material para alimentar fantasías, sin caer en lo chabacano –como le ha ocurrido a Justin Bieber, acosado por los paparazzi –. Es decir, mantiene una carrera interesante y la retiene bajo su control.
Siguiendo un camino abierto por Justin Timberlake, Jonas ha colocado el sexo al frente de su persona pública. La consagración fue la portada de la revista Flaunt . En imitación de Mark Wahlberg, modeló ropa interior y se fijó en la imaginación pop . Sin vergüenza de su sexualidad ofrecida al público, apareja vulnerabilidad con fortaleza.
Jonas se pavonea por discotecas gais, anuncios atrevidos y sabe para quién actúa . “Nick es el primer hombre heterosexual en los últimos años que se ha dejado ser sexualizado por hombres gais y no solo estar bien con eso, sino también promoverlo”, dice Mitchell Sunderland, editor en Vice .
Distingue a Nick Jonas, además, su capacidad para adaptarse pronto a lo que se le exigía. Incursionó como actor en la serie dramática Kingdom (donde interpreta a un personaje gay) y, desde hace poco, en la comedia de horror Scream Queens .
Sin deslumbrar, ha mostrado una veta actoral rica, que sostiene a Kingdom en un nivel saludable de popularidad y genera ocasión para compartir imágenes de él en redes sociales; es decir, estar presente todo el tiempo.
Versátil y cómodo en ambos papeles, ha sabido exigir un respeto como artista que, más allá de los resultados, acompaña bien al erotismo. Si logra modelar un poco mejor su estilo y su música, habrá hecho lo imposible para el tradicional miembro de una boyband : dejar de serlo.