Cuando a los niños y niñas les preguntan qué quieren ser de grandes, muchas veces las respuestas tienen que ver con convertirse en doctores, policías, veterinarias, cantantes, astronautas y muchos más. Sin embargo, Sharom Mendoza Monge respondía convencida: “Ser feliz y hacer felices a los demás”. Sus palabras infantiles marcaron su futuro, uno que, después de la prueba más grande de su vida, le regaló mucho sentido, alegría y la materialización de un sueño.
Desde principios de octubre, Sharom Mendoza es parte del programa humorístico Pelando el Ojo, de Monumental 93.5 FM. La joven, de 29 años, fue fichada por Norval Calvo, director del espacio, luego de que hizo un casting para hallar a nuevos talentos. Al final, los elegidos fueron ella y tres hombres.
Desde muy pequeña, la licenciada en Inglés, con énfasis en traducción, hacía acentos e imitaba a algunos allegados y personajes. Su mamá, Kattia Monge, fue la que la enseñó a escuchar Pelando el Ojo y le decía que algún día iba a trabajar ahí. En aquel momento, estando más joven y con algunas inseguridades encima, la muchacha veía esa posibilidad muy lejana.
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Sharom es un ejemplo de que los sueños más remotos pueden ser posibles y que se valoran más cuando se cumplen en un momento trascendental de la vida, tal y como le está sucediendo.
Sharom Mendoza complementó su alegría con Pelando el Ojo
A finales de agosto, Sharom estaba terminando sus sesiones de radioterapia para atacar por completo el cáncer que le detectaron en febrero. Como efectos adversos tenía demasiado dolor de cabeza.
Su mamá, a la que define como el amor más grande de su vida, se enteró del casting de Pelando el Ojo y animó a su hija a que, cuando se sintiera mejor, enviara un video para ver si era elegida. Sharom lo intentó.
Justo el día que iba de camino a una sesión de radioterapia, la imitadora recibió un correo de Calvo en el que le daba la buena noticia. ¡Estaba adentro!
“Usted no se imagina la emoción. Ese día sentí que podía morir de la felicidad y no de cáncer”, contó eufórica.
Ella habla con entusiasmo y, cuando menos se espera, regala una carcajada. Vive feliz.
Su alegría la transmite a través del humor en la radio y de las coloridas pelucas que usa cada día. Luego de perder su cabello durante el tratamiento del cáncer, la imitadora se familiarizó con estas cabelleras que le dan seguridad. El brillo en su rostro lo resalta su manera de ser.
La lucha de Sharom Mendoza contra el cáncer
Hace cuatro años, en el 2019, Sharom empezó a sentir un malestar en la rodilla derecha que la llevó hasta el consultorio de un médico privado. Luego de varios exámenes, apareció una mancha y el doctor dijo que no había de qué preocuparse porque el problema era la rótula.
La muchacha fue operada y continuó con el dolor. El especialista insistía en que esa incomodidad se le iría quitando con ejercicios. Doña Kattia, la progenitora, le preguntaba al médico si era posible hacer otros exámenes y él respondía con negativas. La señora, sobreviviente de cáncer de mama y de un linfoma de Hodgkin, presentía que algo faltaba en el diagnóstico de su hija.
Fue hasta enero del 2023 que un doctor le salvó la vida a Sharom; el médico de inmediato notó que algo no andaba bien. Lo que al inicio era una pequeña mancha en su rodilla, creció 30 centímetros e incluso tomó su fémur. Era un cáncer linfoma no Hodgkin de células grandes que provocó afección ósea.
“Hasta este año, en enero, llegué donde el doctor Fernando Contreras. Él vio que mi rodilla y mi fémur estaban llenos de manchas, ya no solo era una. Me llevó con otro médico especializado en fémur. En febrero me descubrieron el cáncer y después seguí el tratamiento en hospitales públicos, tenían miedo de que del hueso se pasara a la sangre y se me hiciera leucemia”, recordó.
Los años antes de que le dieran el diagnóstico correcto, y como parte de la recuperación tras la cirugía de rótulas, Sharom recibió fisioterapia en la que le aplicaban una tecnología de ultrasonido que ayuda a regenerar las células: tanto las buenas como las malas, por eso el cáncer creció tanto.
Ver el cáncer de frente
Cuando supo que tenía cáncer, la noticia la impactó; sin embargo, recuerda que su mamá se sintió mucho más afectada porque sabía lo que le esperaba.
“Mi mamá sufrió a otro nivel. Como yo no sabía a lo que iba estaba tranquila. La muerte no me daba nada de miedo, pero es por mi parte espiritual, creo en Dios y en que cuando se acepta a Cristo se va al cielo. Lo que temía era que mi familia sufriera”.
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Antes de que su tratamiento de quimioterapia empezara, Sharom tuvo su cita con una hematóloga que le explicó de una manera “no tan humana” los cambios que enfrentaría, entre ellos, perder su cabello largo que tanto le gustaba. Había quienes para reconfortarla le decían que volvería a crecer; no obstante, para ella era un duelo.
Días después empezó la quimioterapia. Las sesiones, que en su caso fueron seis, una cada tres semanas, se extendían durante 10 horas.
Tras la primera aplicación pasó dos semanas en cama y sentía que se estaba muriendo. La especialista que la había visto días antes no le recetó ni recomendó algún medicamento para contrarrestar “los fuertes eventos adversos”.
“Buscamos otra doctora que, al igual que el doctor Fernando, también me salvó la vida. A mí me ponían quimio por las venas, por la columna vertebral y tomaba pastillas de quimio, el tratamiento de la columna me estaba pegando muy fuerte, me daba los peores efectos”.
La humorista continuó: “La doctora privada que buscamos me dijo qué tenía que hacer y me recetó medicamentos. Yo entiendo que en el sector público se atienda a las personas por 15 minutos, pero hay detalles y recomendaciones que no deberían de omitirse”, dijo pensando en otros pacientes que van a atravesar lo mismo.
La siguiente semana, después de la primera sesión de quimioterapia, el cabello de Sharom empezó a caerse. Mientras ella y su mamá no paraban de llorar, decidieron cortarlo todo.
“Era fuerte verme en el espejo. No me reconocía. Entendía que tenía cáncer. Vi niños, muchachas y señores enfrentando situaciones tan dolorosas. Eso me abrió los ojos y pensé que hay tanta gente feliz, disfrutando en un jolgorio y, por otro lado, quienes sufren tanto. Me hice más empática”.
La vecina de Heredia, apasionada del arte, pasó momentos difíciles durante su tratamiento y, aun así, trataba de ser optimista. Recibió atención en dos centros médicos y dice que la del Hospital México fue excepcional gracias a “las preciosas enfermeras y doctoras”.
“Yo todo lo documentaba en video, luego no lo quería editar porque se sentía horrible. Había unas inyecciones que me hacían sentir como que un camión me pasaba por encima. Sé que todos podemos reaccionar de diferentes maneras, pero sentía que tomaba y recibía cosas que me estaban matando para volver a vivir”.
Después de la quimioterapia, vieron que el cáncer se redujo mucho y recibió 18 sesiones de radioterapia para buscar eliminarlo por completo. Al finalizar ese proceso, ella tocó la campana de la victoria, un simbolismo que usan en los departamentos de oncología de los hospitales.
Ahora espera nuevos exámenes en diciembre para saber si el cáncer se fue para siempre. La joven, quien habla español, portugués, inglés y un poco de francés, tiene fe de que sus resultados saldrán limpios.
“La parte de la fe me ha ayudado mucho; aunque no estaba bien, quise mantenerme positiva. En los momentos en los que me sentía más mal oraba y luego sentía alivio”.
“Me siento con fuerza, con ganas de vivir y hacer cosas que me hagan feliz. ‘Pelando el Ojo’ inspira y alegra mis tardes”, confió Sharom, quien durante el día trabaja en una transnacional.
Alegría de colores
Durante su proceso con el cáncer, que apenas terminó hace poco más de un mes, Sharom se reconcilió con las pelucas. Como compartía su experiencia con la enfermedad en redes sociales, personas se identificaban con el tema del cabello. Chicas con cáncer o con problemas de alopecia le decían que no se sentían bonitas y que se inspiraban al verla a ella usándolas “como si nada”.
Cada día, esta muchacha utiliza una peluca diferente. Tiene de todo tipo y colores y las combina con maquillajes y accesorios alegres.
“Me siento segura y superfeliz usando pelucas. Me hace gracia que a veces los chiquitos me preguntan que si soy un payaso por lo colorido del cabello”.
Y es que luego de “haberla pasado tan mal”, hay muchas cosas que dejaron de importarle y preocuparle a esta sobreviviente.
“Ya no me importa lo que las personas piensan de mí, sobre todo cuando me ven y empiezan a comentar entre ellas. Estuve demasiado cerca de dejar de existir. Me sentí en lo más bajo de mi vida, por eso que me vean usando peluca, no me preocupa.
“Mi cabello va creciendo de a poquito. Mi cuerpo se está liberando de toxinas. Mis cejas y pestañas ya no están tan transparentes”, comentó Sharom.
Ella desea que las personas sean más empáticas cuando ven o tratan a una persona que enfrenta una enfermedad.
La herediana valora cada detalle de la vida y agradece a todos los costarricenses que le mostraron tanta bondad.
Hoy, en su nueva vida, una en la que además cumple un anhelo profesional, Sharom está más que feliz. Desea aportar y entretener a las personas. Se siente muy acogida por su grupo de compañeros en Pelando el Ojo y se identifica mucho con Katherinne González, la otra mujer humorista del equipo.
“Ella es un amor. Me siento muy feliz de trabajar con otra mujer. El grupo es demasiado lindo. Espero poder aprender mucho de Norval y de mis compañeros”:
Ahora mismo, Sharom Mendoza Monge está cumpliendo su misión de la infancia: ser feliz y dar alegría a otros a través de su talento. Lo hace mientras valora la vida y agradece cada día por su salud.