El tiempo pasa rápido y hace un año exacto, un 23 de abril del 2014, a eso del mediodía, se apagó la voz para siempre del popular narrador Manuel Antonio Pilo Obando, quien falleció por una arritmia cardíaca, a pesar de superar con éxito un trasplante de riñón.
A un año de su muerte, varias personas que lo acompañaron en sus últimos meses de vida , recordaron algunos pasajes que vivieron junto al dicharachero y carismático relator de Repretel .
El presentador de televisión Alejandro Rueda (también sobreviviente de un trasplante de riñón ) era considerado por Pilo como su hermano.
Fue él quien corrió para que el nefrólogo Álvaro Herrera, del Hospital San Juan de Dios, lo revisara y comenzará con el proceso de hemodiálisis que necesitaba su organismo.
“Pilo no quería saber nada del médico. Una vez le dije: ‘Pilo, ¿estás jodido? Decime la verdad’. ‘La verdad es que me descompuse’, me respondió. Él estaba muy mal, nunca había visto un nefrólogo. Lo vieron un jueves, se hizo exámenes un viernes y el lunes ya estaba en hemodiálisis, un proceso en el que estuvo tres años. Yo digo que gracias a Dios fue bueno para él, de lo contrario Pilo se nos hubiera muerto antes. Intentamos darle un poquito más de calidad de vida”, manifestó el presentador.
Aunque Rueda y Obando trabajaron en canal 2 a finales de los 80, fue hasta los últimos ocho años que se estrechó más esa amistad
“Pilo será una persona que no va a pasar (de moda). Ya no hay narradores como él. Tenía un gran sentido del humor y nunca sintió miedo de ser tico. Nunca inventó frases, ni preparó nada. Él llegaba y como le nacía las decía. Era muy auténtico. En este país si hablás como tico se considera pachuco, y eso a él le dolía. La gente le tiene miedo al folclore urbano y él era un representante de ese folclore”, expresó.
Rueda también lo describió como un tipo duro, cerrado, a veces terco, apasionado por la narración y quien lloró por varias cosas, entre ellas por su familia y la distancia con algunos de sus hijos. “Eso fue algo que lo golpeó”, contó el presentador.
“Otra cosa que me dijo que lo marcó fue una mentira terrible que le ‘metieron’ a él, diciendo que estaba con una muchacha cubana de A Todo Dar (el desaparecido programa de Repretel). Eso marcó su huida de la casa, y todo eso era mentira. Los medios se encargaron de hacer un gran chisme y eso llevó a su separación de su familia”, dijo. La ilusión de este brumoso de corazón era ver a su equipo alzando el título nacional en el 2013, tras 72 años sequía. Es decir, la edad de Pilo. Cartago ganó ese título el 12 de enero de 1941 y él nació el 12 de junio del mismo año.
“Esto sí es en serio. Él quería ver a su Cartago campeón . Me dijo que nunca la había tenido tan cerca (cuando narró la final que perdió contra herediano, en penales). Él no sabía si iba a tener otra oportunidad más”, describió Rueda, quien mantiene una gran admiración por su amigo.
El dúo dinámico. Durante muchos años, Hernán Morales fue la mancuerna de Obando en las transmisiones deportivas.
Aquellas salidas olímpicas que ponía en aprietos al canoso comentarista, era mucho de lo que disfrutaba el televidente cuando los sintonizaban.
“Nosotros trabajábamos juntos: él narraba y yo comentaba. No sé si fue en los primeros años que se hizo una combinación solita. Nunca planeamos nada de ‘vos decís esto y yo te respondo esto otro... ¡nada! Cuando Pilo tenía una salida era porque se le ocurría. Yo lo que sí estaba era preparado para ver hasta dónde le seguía la corriente”, recordó.
No obstante, Morales añadió que más allá del vacilón, Pilo fue su maestro en muchas de las cosas que aprendió en televisión.
“Cuando yo ingreso a esto, mis primeras armas y todo lo que aprendí fue con él en cuanto a preparación de una transmisión. Todos esos años nos llevó a tener una relación muy buena, amistosa, de consejos. Él me dio más consejo s a mí que yo a él, por supuesto”, aceptó el comentarista de Deportes Repretel .
Actualmente, en las coberturas deportivas, Morales contó que pasan mencionando a su compañero inseparable, el mismo con quien grabó un anuncio de radio y preguntaba: ‘¡Diay Hernán!, ¿cómo está el arroz?’.
“Lo hemos recordado al aire, algunas veces yo, otras mis compañeros. Decimos: ‘Como decía Pilo’ o ‘las salidas de Pilo’. También aquella frase de ‘¡Si entra es gol!’ o ‘la hora tatá’”.
Morales resaltó que su profesionalismo era admirable, y recuerda el día en que Pilo lo llamó para confesarle que ya no iba a relatar más, luego de aquellos primeros 15 minutos del 3-1 de Costa Rica sobre Estados Unidos (la venganza de la nieve), en el Estadio Nacional, en La Sabana.
“Pilo, a pesar de su condición, siempre quiso trabajar. Un día me llamó y me dijo: ‘Hernán, creo que ya no voy a narrar más. Ya la voz no me da, casi no estoy viendo, no reconozco a los jugadores. Voy a hablar con don Fernando Contreras (presidente de Repretel) y le voy a decir que ya no más’. En ese momento supe que no íbamos a contar con él”, confesó.
Si bien es cierto que al relator lo querían mucho, existió un grupo mucho menor que no era muy simpatizante de su estilo.
“La gente tiene diferentes percepciones de él. Pilo era muy estricto y algunas veces muy directo. Eso provocó, tal vez, que algunas personas no les gustara su forma de ser. Sin embargo, el Pilo que yo conocí, ojalá todo el mundo lo pudiera apreciar, pues cambió mucho. Él reconoció que algunos actos no fueron los mejores en su momento. Era una persona directa para hablar, muy sincero, lo que sentía lo decía. Siempre te decía la verdad en la cara”, aseveró el comentarista.
El 7 también lo quiso. Curiosamente, tres meses antes de su muerte (un 23 de enero del 2014), Édgar Silva grabó con Pilo Obando el programa Las paredes oyen , de canal 7.
Aunque no es común que Teletica entreviste a una figura de Repretel, en este caso se hizo la excepción por el gran aprecio que le tenían los costarricenses.
“Es un personaje nacional. En eso uno no tiene que ser mezquino. Uno tiene que reconocer que alrededor de él había muchas manifestaciones de cariño, y la gente estaba interesada en conocer de su vida. Creo que le dimos una oportunidad para hablar de una forma muy íntima, muy personal, y yo sentí que él quería decir todo lo que dijo. Él quería sacarlo. Yo le agradecí la confianza que tuvo conmigo”, dijo Édgar Silva, director de Buen día y quien le realizó la entrevista.
Lograr este encuentro con Silva fue difícil, pues Pilo tuvo que suspenderlo en dos ocasiones: la primer vez por una cita de hemodiálisis y la segunda por un cateterismo que se le practicó.
El narrador estaba tan débil el día de la entrevista, que Teletica le envió un carro hasta su casa, en Heredia, para luego llevarlo de regreso al finalizar la grabación.
“Como nos había cancelado, sabíamos que había que tratarlo con cuidado. Tuvimos en todo momento a la doctora del canal. Le tomó la presión. A lo largo del recorrido, en la entrevista, noté cómo él se fue apagando. Un cansancio normal, pero a él se le notó más. Por eso, decidí cortala antes. Fue la entrevista más corta, de unos 57 minutos. Con los demás invitados duraba casi dos horas.
”Terminé la entrevista y me reclamó: ‘¡Diay, ¿eso fue todo? Yo pensé que íbamos a durar más’. Le dije: ‘Sí, te vi cansado y no quiero molestarte’. En eso bajaron a saludarle don René Picado y Jorge Garro (gerente y subgerente de canal 7)”, contó el presentador.
Silva confesó que tenía la esperanza –según lo conversado con Obando– de que saliera airoso del trasplante de riñón. Cosa que logró. Sin embargo, no contaba con la complicación cardíaca, que era la verdadera razón por la cual se iba posponiendo el proceso de la operación.
Cuando se enteró, por medio de un mensaje de texto del fallecimiento de Pilo, supo que tenía en las manos un documento histórico, de un personaje muy querido y que era necesario compartirlo.
“Él vino aquí no solo con disposición, sino con el deseo de contar su historia. Pedir perdón a quienes les pidió perdón. A mí me habían comentado que él era gruñón, pero él, en la entrevista, reconoció que era gruñón, que se le salía esa parte fea que todos tenemos. Me impactó mucho la dimensión del distanciamiento que había tenido con su familia; cómo le había pegado. A veces, la gente piensa que alguien como él, tan jovial, no tiene este tipo de problemas. En su caso fue muy dramático, lo golpeó mucho. Eso me enterneció”, dijo Silva.
Relator taurino. Durante 10 años, Manuel Antonio Pilo Obando compartió micrófonos, chistes, ocurrencias, salidas olímpicas y hasta imitaciones (como aquella de Eugenio Derbez: “Fue horrible, fue horrible”) junto al humorista de Pelando el ojo Norval Calvo.
Ellos hicieron equipo en la Selección mayor del humor para las coberturas de las corridas de toros en las fiestas de fin y principio de año, en Zapote, por canal 6.
Sus últimos relatos fueron para la temporada 2012-2013, (año en que Calvo se fracturó el hombro), y el mismo comediante recuerda no solo la rutina con el narrador, sino cuando este se enteró del accidente de Calvo.
“Ve, eso le pasa por Manolete. Nadie lo tenía de Manolete”, le dijo Pilo a Norval en aquel momento, cuando lo vio con el yeso.
En ese año, Pilo ya estaba con la hemodiálisis, por lo que solo iba a las corridas de las tardes.
“Para mí, Pilo era una persona completamente espontánea, ese don natural de simpatía lo traía. Después de los toros nos quedábamos de ver en algún chino que nos gustaba a los dos, y siempre que comíamos ahí repasábamos anécdotas. Él era una persona muy espiritual; entonces, siempre le dejaba a uno mensajes muy bonitos. Con ese recuerdo siempre me lo llevaré. Él contribuyó a mi vida profesional y me llevo solo recuerdos buenísimos”.
El imitador lo considera como “una persona insustituible”. Como dato curioso, Pilo fue el primer moderador que tuvo Pelando el ojo , en compañía de Froylán Bolaños, cuando inició en el 2001.
En las pasadas fiestas de Zapote, Calvo cerró transmisiones con un tributo en honor a sus dos amigos: Froylán y Pilo.
“Quise con ese especial recordar a dos grandes amigos que ya partieron”.
Hoy, 23 de abril, el responsable de ponerle Chunche a Mauricio Montero; el gestor del “zapatazo”, del “cañón”, del “¡ah, no pitó!” y muchos otros dichos, cumple un año de descansar en paz, sin que su legado se borre de la memoria de los ticos. Y como siempre decía para despedirse con humor, nadie olvida el “ele, jota. Lo’ juimo”.