Según una nueva biografía, titulada Queen of Our Times: The Life of Queen Elizabeth II, aunque ante el mundo la reina Isabel II se muestra con una inquietante tranquilidad cada vez que sale a la luz pública un escándalo de la familia real, a la soberana la invade una molestia y un dolor que sabe ocultar muy bien.
Con el divorcio de sus hijos no habría sido la excepción. Cuando el príncipe Carlos, la princesa Ana y el príncipe Andrés se divorciaron de sus parejas, la monarca se mostraba serena aunque, según la biografía, a lo interno del Palacio de Buckingham la historia era muy diferente.
En Queen of Our Times: The Life of Queen Elizabeth II, el autor Robert Hardman se adentró en los sentimientos de la reina, de 95 años, cada vez que uno de sus hijos concluía su matrimonio.
“Aunque aparentaba ser inalterable, como siempre, la reina encontraba las conversaciones relacionadas al divorcio de sus hijos profundamente perturbadoras (...). Un exmiembro del personal del Palacio recuerda que, de vez en cuando, daba señales de desesperación”, dice el libro en un extracto obtenido por la revista especializada People.
Otro extrabajador del Palacio le reveló a Hardman que la Reina estaba angustiada y molesta, mucho más de lo que nunca dejó entrever.
“Le dije: -Señora, esto pasa en todas partes. Es una práctica casi común-. Pero ella simplemente dijo: -¡Tres de cuatro!’, en un tono triste y exasperado. No se debe subestimar el dolor por el que ha pasado”, agregó.
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La primera en separarse fue la princesa Ana, en 1992, de su entonces esposo Mark Phillips, con quien estuvo casada por 19 años. Meses después de su divorcio, la princesa se volvió a casar, esta vez con Timothy Laurence.
En 1996 la reina sufrió un golpe por partida doble, pues el príncipe Andrés anunció su divorcio de Sarah Ferguson, duquesa de York, tras 10 años de matrimonio y dos hijas.
Además, ese año el príncipe Carlos y la princesa Diana anunciaron su separación tras una mediática relación, 15 años de matrimonio y un escándalo de infidelidad del heredero al trono con Camilla Parker Bowles, con quien se casó en el 2005.
Según declaraciones obtenidas por Hardman, para la monarca era “vergonzoso”, pero ella “siguió adelante”.
“Las tormentas van y vienen, algunas peores que otras, pero ella siempre bajará la cabeza y las atravesará. La reina siempre ha vivido según la doctrina: ‘Esto también pasará’”, le dijo a Hardman Sir John Major, quien trabajó muy de cerca con ella durante este período.
El único hijo de la reina que sigue casado con su primera esposa es el príncipe Eduardo, desde 1999. Ese año unió su vida a la de Sophie, condesa de Wessex.