El actor Ryan O’Neal, nominado al premio Óscar por su papel en el filme Love Story (1970), así como protagonista de películas memorables de los años setentas como What’s Up, Doc (1972), Paper Moon (1973) y Barry Lyndon (1975), falleció a los 82 años.
La noticia de su deceso fue anunciada por su hijo Patrick O’Neal a través de su cuenta personal de Instagram, este viernes 8 de diciembre.
“Esto es muy difícil para nosotros”, escribió Patrick O’Neal en su publicación. “Ryan tuvo un impacto enorme en el planeta y para el mundo de la actuación y esto será difícil de procesar; será complicado pensarla vida sin él. Esta pérdida dejará un gran vacío en nuestras vidas y nos encontramos absolutamente desolados ante este difícil momento que estamos pasando”, agregó.
Durante muchos años, O’Neal fue uno de los actores más buscados de su generación, compartiendo escena con grandes talentos como Barbra Streisand, Ali MacGraw y su hija, la ganadora del Óscar, Tatum O’Neal.
Este intérprete trabajó bajo la dirección de algunos de los mejores directores de Hollywood, como Peter Bogdanovich, Richard Attenborough, Stanley Kubrick y Walter Hill.
Sus interpretaciones en la pantalla fueron destacadas en la era dorada de Hollywood en los años 70. Su salto a la fama se produjo en la serie de televisión de los años 60 titulada Peyton Place, donde actuó junto a la gran Mia Farrow, antes de dar el paso al cine.
Eso sí: su papel como el desconsolado amante de Jenny en la popular película Love Story (1970) lo convirtió en un ícono instantáneo en las comedias románticas y lo llevó a ser nominado con el premio de la Academia.
También, cabe aclarar, que su vida no estuvo exenta de escándalos. En el 2007 fue detenido por disparar contra su hijo y en el 2013 fue acusado de robar un retrato que hizo Andy Warhol a Farrah Fawcett, quien fue su pareja.
Además, en muchas de sus biografías en medios, se ha registrado que de joven el actor tuvo serios problemas con alcohol, lo cual le hizo ganar fama de problemático y agresivo en su hogar.
En notas de periódicos como Vanitatis y El Mundo, se cuenta que además el estadounidense era un hombre difícil de tratar en el set de grabación, pues habitualmente se hallaba de mal humor y tenía problemas para congeniar con los técnicos de producción.