Una bola de nieve parece agigantarse en torno a Meghan Markle, la duquesa de Sussex.
En un comienzo, la noticia sobre una renovación de su hogar junto con el príncipe Enrique no caló bien en el ojo público. Posteriormente, Markle pidió privacidad total para el bautizo del bebé Archie, algo que no agradó al pueblo británico que quería atestiguar el sacramento.
Ahora, la gota que derramó la taza de té se dio tras lo que ha sido considerado como “una actitud de diva”, según escribió la periodista británica Sally Jones.
Su reproche se debe a un reciente partido de tenis que Markle observaba en Wimbledon la semana pasada. La comunicadora estaba sentada en la fila de Markle, tomando fotos de la tenista Serena Williams en acción.
De repente, apareció un guardia de seguridad que le pidió que no tomara fotos de Markle. “Le dije que era una locura y que, incluso si hubiera estado tratando de fotografiar a la duquesa, habría obtenido una imagen borrosa de su oreja derecha”, le contestó la periodista. Su testimonio lo escribió en el medio Telegraph. “Es particularmente irracional esperar privacidad en un evento público tan grande", anota Jones en su texto.
La actitud de Markle ha sido incontrolable para muchos que la rodean. Por ejemplo, Penny Juror, la biógrafa de la realeza, aseguró que fue un error que la pareja quisiera mantener en secreto la ceremonia del bautizo de Archie, tras haber gastado millones de dinero de los contribuyentes en la restauración de su nuevo hogar. En total, se gastaron 2,4 millones de libras (2,6 millones de euros) de fondos públicos para restaurar Frogmore Cottage, lugar que será su nueva residencia en Windsor.
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Este bautizo marcó un fuerte contraste con los bautizos de los tres hijos de Guillermo y Catalina. Tanto la ceremonia de Guillermo como la de Harry fueron de carácter privado, pero los medios británicos pudieron obtener imágenes de la entrada y la salida de los asistentes. Muchos se atreven a predecir que Archie crecerá en un secretismo inédito, a juzgar por la actitud de la duquesa.
Tan poca información ha trascendido de los duques que aún no se conoce el nombre de los padrinos de Archie. Lo único que se sabe es que “son amigos de la pareja”, sin ser figuras públicas.
Este tipo de secretos también le ha arrebatado la calma a los británicos, quienes siempre se han interesado en la vida íntima de la realeza a cambio de sus contribuciones. Con el tema de la madrina, toda una serie de teorías han surgido para conocer el esperado nombre.
Justo ayer trascendió, según la revista Vanitatis, que medios de comunicación ingleses quedaron sorprendidos por la presencia de Alexandra “Tiggy” Legge-Bourke en el sacramento, quien había sido la niñera del príncipe Enrique. El polvorín de chismes se ha destapado y aseguran que Tiggy es uno de los exempleados de la corona británica a los que se les guarda más cariño y no sería de extrañar su designación como madrina.
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Markle no ha hecho referencia a ninguna información al respecto, lo cual ha soltado el desenfado para los ingleses quienes han dicho que “no entendemos por qué no pueden decir un maldito nombre”, según se lee en una de las cajas de comentarios de la noticia.
Drama sin fin
Lo que sí ha diferenciado –para bien– la ceremonia de Archie con los bautizos de Enrique y Guillermo es la unión entre su padre y madre. Los medios ingleses señalan que, por el momento, Enrique y Meghan se mantienen muy enamorados, situación que dista mucho de la que vivieron Diana de Gales y Carlos de Inglaterra cuando bautizaron a sus hijos.
Por ejemplo, en 1982 cuando fue bautizado Guillermo, la dulce imagen de Carlos y Diana aún no estaba desgastada por las polémicas que luego se dieron, a pesar que Lady Di ya conocía parte del embrollo marital. El pueblo aún no sabía el descubrimiento que Diana había hecho en su noche de bodas, cuando Carlos lució unos gemelos con las iniciales de Carlos y Camilla.
Para el bautizo de Enrique, la imagen estaba empañada por los deslices íntimos. En una biografía publicada años después, Lady Di contó que Carlos deseaba una niña en ese momento. “Carlos siempre quiso tener dos hijos y que uno fuese una niña. Yo sabía que Enrique iba a ser niño, y no se lo dije”, cuenta en esa publicación, a lo que Carlos respondió cuando se enteró: "'oh, Dios, es un niño, y encima es pelirrojo”. El día del bautizo, Carlos le dijo a la abuela materna del bebé que “estamos decepcionados. Creímos que iba a ser una niña”.
Conocer que Tiggy es la posible madrina de Archie destapa un jugoso insumo de rumores pues la exniñera de Enrique fue una de las mujeres que más tristeza y odio trajo a Lady Di.
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Con el caso de la exniñera Tiggy, los biógrafos de la realeza aseguran que fue contratada por el príncipe Carlos en 1993 y que, desde el primer día, Diana de Gales sintió un tremendo odio hacia ella.
Para ese momento, la separación entre Carlos y Diana parecía inevitable. Muchos hablaban de problemas de salud mental por parte de Diana y la situación parecía incontrolable.
Algunos biógrafos han llegado a afirmar que Diana creía que entre Tiggy y Carlos existió una relación amorosa. Sus teorías llegaron al punto en que creyó que Tiggy había sufrido un aborto de un hijo fruto de una relación secreta con Carlos.
Estos laberintos mentales hicieron que Diana despegara un arsenal de opresión contra Tiggy, al punto en que Carlos se vio obligada a despedirla.