“Todas mis tías y mi madre eran muy lindas y piernudotas; mi tía Concha era bellísima, morena como una gitana, preciosa, delgadita, las más bonita de todas y la primera en independizarse. Esto fue básico para mi historia y mi futuro aunque, claro, yo en ese momento momento no había nacido aún”, relata Silvia Pinal en su libro autobiográfico.
Este 12 de setiembre la última diva del cine mexicano cumple 90 años. Y prácticamente más de 70 en el ambiente artístico, si se toma en cuenta la ocasión en que, siendo adolescente, participó en una función académica de La Traviata, para la cual había ensayado por días, desafinó, se avergonzó y lloró.
Su maestro le dijo que no tendría que preocuparse, pues era normal al no dominar aún el escenario. Y un compañero la recomendó para entrar al Instituto Nacional de Bellas Artes donde sus profesores fueron, entre otros, Carlos Pellicer, Salvador Novo y Xavier Villaurrutia, mientras que compartía clases con Luis Gimeno y Bárbara Gil.
“Ahí hice mis pininos en la obra de teatro Sueño de una noche de verano. Mi personaje era el de una humilde dama de la corte, porque los estudiantes de primer año no teníamos derecho a papeles ni nada, sin embargo, estaba feliz de estar en el elenco y más de pisar un escenario como Bellas Artes”, relata la actriz en el texto.
Y algo reflejaba, porque cuando apenas tenía 14 años un periodista que la había visto en la obra de teatro experimental Los caprichos de Goya, le dedicó una línea: “Esta niña va a ser una gran estrella”. Tres años después, a los 17, tuvo su debut cinematográfico (Bamba)... en esa ocasión, el productor Miguel Contreras Torres le dijo que era una bruta y estúpida, porque no podía llorar en escena.
“Fue muy grosero conmigo ese viejo horroroso. Me regañaba mucho, digo, yo estaba muy verde, lo reconozco, pero de eso a que me gritara y regañara, era por ser violento”, recordó en una entrevista con El Universal, de 2019. Esa “bienvenida” solo la impulsó en su carrera.
Contabiliza más de 100 producciones como actriz en cine y televisión, sin contar teatro. Tiene en sus vitrinas tres premios Ariel a mejor actriz (Un rincón cerca del cielo, Locura pasional y La dulce enemiga), además de uno de Oro por su trayectoria que incluye cintas en Europa.
A Pinal se le quiso relacionar sentimental con Pedro Infante, con quien trabajó en el filme El inocente, clásico que se transmite cada año el último día de diciembre. Pero siempre hubo amistad. Solo eso. Y enojos porque él llegaba a comerse los tamales de pescado que cuidadosamente ella guardaba.
Silvia forma parte del ya cada vez más pequeño grupo de actrices de la llamada Época Oro del Cine Mexicano vivas, que incluye a María Victoria, con 94 años de edad; Elsa Aguirre quien cumplirá 92 el 25 de setiembre; Yolanda Montes “Tongolele”, de 89 años e Irma Dorantes, de 86 años.
En junio de este 2021, Pinal fue ingresada de emergencia a un hospital en México, pero pronto salió del centro médico y se recupera muy bien en casa.