Hace más de un año que la farándula nacional quedó en shock. Tras 21 años de ser una ficha clave en el engranaje de Teletica, el maquillista profesional Angelrafael González anunció que renunciaba a la empresa y que se iba del país.
Cuando el artista del maquillaje dio a conocer la noticia las muestras de cariño no se hicieron esperar; sin embargo, en el corazón de González había una singular explosión de sentimientos. Tenía preocupación y miedo, ciertamente, pero también lo dominaba la emoción de salir de Costa Rica, emprender una nueva vida y volver a vivir con sus papás, en San Francisco, California.
El maquillista, que nació y creció en Estados Unidos, se convirtió rápidamente en uno de los rostros más reconocidos y queridos de la farándula costarricense, no solo por su talento y trabajo en el arte del maquillaje, sino también porque pasó algunas temporadas frente a la cámara presentando programas de televisión como Siete Estrellas, realizando secciones de maquillaje en la revista Buen Día e impartiendo cursos de maquillaje profesional.
Además, con su forma de ser, se ganó el corazón del público tico (aunque también algunos detractores).
Pero, ¿qué ha pasado con Angelrafael después de que dejó una vida resuelta en Costa Rica?
Para averiguarlo hablamos con el artista vía Zoom. Desde su casa, en California, Angelrafael conversó de cómo la pandemia llegó a cambiarle los planes y le dio nuevas oportunidades de trabajo, vida y crecimiento personal.
Actualmente, Angelrafael vive en un pueblito cerca de la localidad de Napa, en compañía de sus papás y una de sus hermanas. Sigue estudiando y aprendiendo sobre las nuevas tendencias del maquillaje, pero curiosamente encontró trabajo en una profesión que jamás se imaginó. Además ha descubierto otras habilidades: se desenvuelve bien en la cocina -pues ama prepararle platillos a sus papás-, y también se ha vuelto “un adicto” a la red social TikTok, donde constantemente comparte con sus seguidores detalles de su vida.
A continuación un extracto de la entrevista.
-¿Cómo ha sido este año después de la decisión de irse?
- Sinceramente ha sido muy impactante, porque yo me fui de Costa Rica el 15 de febrero del 2020 sin saber que detrás mío venía una pandemia. Entonces fueron como las dos cosas al mismo tiempo. Además, cuando estoy procesando el estar de vuelta en Estados Unidos y la pandemia, encima de eso mi mamá ha estado muy enfermita.
Entonces esas tres cosas me han mantenido bien ocupado, pero venir acá era algo que tenía años de querer hacer. Para mí ya era algo que me jalaba, un instinto de saber que tenía que regresar a estar con mis papás. De verdad ha sido una bendición.
-Supongo que tenía un montón de cosas por hacer y que quería hacer, pero se vino la pandemia y nos tocó quedarnos en casa. ¿Cómo asumió el que todos esos sueños o esas metas que tenía hubo que pausarlas?
-Después de 21 años en Teletica -y que durante ese proceso tenía hasta tres trabajos- yo sabía que al renunciar necesitaba un tiempo para mí. Cuando me fui de Costa Rica yo estaba como burnout, necesitaba un desconecte, necesitaba un alto.
Entonces renuncio al canal, me vengo para Estados Unidos y fue como hasta cierto punto una bendición que llegara el coronavirus, en el sentido de que no hubo tiempo para pensar nada, o sea, cerraron las puertas y no podíamos salir de la casa. Todo esto me forzó hacer algo que ya venía planeando hacer, pero que jamás pensé que iba a hacerlo encerrado en una casa. Pensé en no trabajar, pero esto fue al extremo y me ha servido mucho porque me permitió replantearme la vida. Siento que me dio la crisis de la mediana edad como a los 45 (este año cumplo 49), entonces llega uno a un momento en que comienza a preguntarse por qué sigue haciendo esto y por qué no hago algo diferente. Ha sido un año de reflexión.
-¿Qué ha hecho, además de bajarle a la intensidad?
-En la parte de maquillaje, cuando llegó esto de la pandemia, yo decía: -¿quien va a querer que le estén tocando la cara ahora?-. Me pregunté si la industria del maquillaje iba a volver. Una de las primeras cosas que me dije es que necesitaba aprender algo que pudiera hacer desde la casa porque lo mío no es así, porque yo tengo que estar tocando a la persona. Entonces eso me asustó un poco. Me dije que tenía que aprender algo nuevo, que pudiera estudiar en línea y ejecutarlo en línea.
Tengo un primo que es intérprete médico, aquí en Estados Unidos se usa muchísimo este recurso por la cantidad de emigrantes que vienen al país. Yo me puse a estudiar la profesión de intérprete médico y ya me gradué, ahora voy por una nueva certificación. Es muy lindo porque es ayudar a las personas en un estado muy vulnerable, uno está siendo un vehículo en la barrera que hay con el lenguaje, es algo que no me había pasado por la mente antes. Es algo tan lindo poder ayudarle a otra persona, es maquillarles el alma con el idioma.
-¿Y con el maquillaje?
-Al mismo tiempo me puse a tomar cursos de maquillaje con otros maquilladores. Me puse a hacer un montón de clases y a dar clases virtualmente. He estado muy activo en el mundo del maquillaje. Estoy trabajando en un proyecto con unos socios y vamos a ver qué sacamos en los próximos meses, es algo que ha sido un sueño mío desde hace muchos años.
-Personalmente ¿cómo se ha sentido con el cambio? ¿Ha tenido mal de patria?
-Eso ni lo dudes. Como emigrante uno tiene el corazón partido en dos, siempre uno desea estar en los dos lugares al mismo tiempo; mi corazón es muy costarricense. No te voy a mentir, ha sido una montaña rusa, han sido altos y bajos, he tenido momentos de depresión, momentos donde he llorado, momentos de felicidad y momentos serenos. Pero algo que tengo es mucha paz. A pesar de las pruebas que estoy viviendo, a pesar de las diferencias de cultura y todo, creo que al final de cuentas esa es la vida, no puede haber dulce sin salado. He tenido que reaprender muchas cosas como la paciencia.
-¿Está siendo feliz entonces?
-Sí, pero igual estaba feliz en Costa Rica. Simplemente sé en mi corazón que aquí es donde tengo que estar ahorita. Todo lo que estoy viviendo con mi familia es muy duro, pero ahí vamos.
-¿Cómo está su mamá, cómo han afrontado la situación?
-A mami la diagnosticaron cáncer en el esófago, esto fue en diciembre. Desde ahí, pues ha sido todo un proceso de ir a hospitales con los tratamientos de quimioterapia y radiación. Ver a alguien que uno ama sufrir, especialmente la mamá o el papá es muy duro, porque uno se siente muy impotente. Uno deseara quitarles el dolor y vivirlo uno. Pero mami es un roble, es una luchadora y sé que va a salir de ésta porque Dios tiene el control. Yo creo que cuando uno cree en Dios, da paz saber que lo que va a pasar va a pasar.
-Regresó en el momento justo...
-Lo cuento como testimonio, porque esto (la enfermedad de la mamá) no se sabía. Dios había puesto en mí esa inquietud de que tenía que venirme, no sabía por qué, pero sabía que tenía que venir. Al final, al estar ayudándolos a ellos, me están ayudando a mí también. Venir aquí ha sido también muy sanador para mí, los papás no son perfectos y los hijos tampoco, pero al final el amor es el amor. A veces hay que escuchar el instinto.
-¿Cómo ha sido la convivencia? Lo digo porque usted ha estado acostumbrado a vivir solo desde los 18 años.
-(Risas) ¡Gracias a Dios por las computadoras!. Lo más duro ha sido estar sin mis perros, porque tenía cuatro mascotas, entonces en este momento el estar sin mis perros y estar encerrado en la casa con mis papás sí ha sido difícil, pero no ha sido tan difícil como me lo hubiera imaginado. Algo que he descubierto es que me encanta cocinar, entonces cocino todos los días, algo que no hacía tanto antes porque no me gustaba cocinar para mí solo. ¡Vieras los platillos que me echo! Es algo que me encanta, ahora soy como el máster chef en la cocina.
-¿Qué más ha descubierto sobre usted en este tiempo de introspección?
-He descubierto que hay un mundo fuera del maquillaje. Tengo 25 años, o sea la mitad de mi vida de maquillar, entonces he descubierto que hay muchas cosas que me llaman mucho la atención. El no tener perros, el no tener una responsabilidad, ni siquiera una planta, me ha dado una libertad que no había sentido nunca porque me sentía atado a las responsabilidades. Algo que hago ahora es caminar tres o cuatro millas todos los días.
-Está como renaciendo...
-Es como un renacer, era parte de esa necesidad de irme. Era eso lo que yo sentía, que ya necesitaba un cambio, pero no sabía cómo ni en qué forma. Pero para abrir estas alas mías necesitaba tirarme al abismo y abrirlas a como fuera, porque a veces en la vida no todo se puede planear.
Todos agarramos diferentes rutas, yo no me casé, yo no tuve hijos, mi matrimonio era mi trabajo, yo vivía para trabajar. ¿Pero qué pasa cuando uno se propone metas y las logra?. Yo me imagino como si fuera una pareja que se divorció, yo me divorcié, terminé la relación y es importante que uno como ser humano pueda hacer eso.
-¿Viene pronto a Costa Rica? ¿qué planes tiene?
-Yo quiero ir a ver a todo el mundo. Espero vacunarme pronto para sentirme un poco más tranquilo, ya que me gustaría ir a dar unas clases. Pienso ir en junio, ver a mis perritas, a mis amigos y familiares. Quiero comer todo lo que me pueda comer, todos mis antojos.