
Hablar de un ser querido que falleció siempre suele ser difícil o triste. En algunos casos, provoca un profundo dolor que no cesa; en otros, según la persona, se guarda en esas emociones desgarradoras. La periodista Ginnés Rodríguez lo sabe, pero también ha hecho suya la frase: “Todo va a estar bien”. A casi dos años del fallecimiento de su esposo, el también periodista Gerardo Zamora, la comunicadora reflexiona sobre el duelo, la maternidad y el amor familiar.
Contrario a lo que muchos podrían imaginar, a Rodríguez se le ilumina la vida cuando habla de su esposo: sus ojos brillan y mantiene una sonrisa cargada de aprendizajes. Sin embargo, eso no significa que el duelo haya acabado o que haya sido fácil.
“Ha sido un proceso de mucho crecimiento, a mí me parece mentira decir que ya estamos cerca de cumplir dos años del fallecimiento de Gerar -como le dice de cariño-, hay periodos que se me han hecho muy muy cortos y otros extremadamente largos”, afirma en una entrevista especial con La Nación donde repasa sus luchas, retos y aprendizajes en estos últimos dos años.
Para hablar de este tema, hay que remontarse a la noche del 5 de abril del 2023, cuando Zamora, de 45 años, murió. Para recordar ese día, la periodista tomó un breve respiro antes de narrar aquel duro momento de su vida.
“Ese día me dio una lección muy importante para mis hijos. Gerar fallece frente a mí, frente a mis hijos, y gracias a Dios estaba mi cuñado en ese momento en casa de mi suegra. Fue muy repentino. Gerar se levanta para ir por un medicamento, y en ese instante, tiene el evento cardiorespiratorio, empieza a convulsionar, mis hijos presencian todo eso, yo entro en shock y mi cuñado reacciona”, recuerda. Ella llamó al 9-1-1 mientras sus hijos lloraban.
Pero afirma que quedarse con ese momento es mantenerse con la angustia y el dolor. “Ese día tuvimos la gracia de Dios de tenerlo con nosotros en sus últimas horas y minutos (...) Yo siento que fue un regalo de Dios el poder compartir con él”, asegura.
Zamora luchó durante tres años con un tumor meningioma en su ojo derecho —una masa benigna—, que, en su caso, se había vuelto a formar en reiteradas ocasiones. La presentadora de Informe 11 recuerda que, luego de estar unos días hospitalizado, a su esposo le dieron la salida dos días antes; gracias a ello, lograron estar juntos ese último momento. Incluso, su hijo Marcelo se quedó a dormir esa noche al lado de su papá.
“Para mí, eso es resignificar el momento; si nos quedamos con la angustia del evento cardiovascular, es quedarnos con algo que estaba fuera de nuestro control”, explica.
Sin embargo, ese camino no fue fácil de comprender, hubo preguntas y lágrimas de por medio.

“A mí me costaba mucho entender por qué Gerar se había ido. Yo todavía no logro entender cómo no vi las señales, nunca me preparé para que Gerar falleciera, pero creo que, en el momento en que él se va, es porque sabía que todo iba a estar bien, y que nos iba a seguir protegiendo y cuidando”, señala.
El reto de ser madre “solita” de Ginnés Rodríguez
Ginnés y Gerardo tuvieron dos hijos, Luciana y Marcelo. Uno de los grandes retos que ha enfrentado la comunicadora es continuar con la educación de ambos en solitario, lo que ha representado una tarea difícil para ella.
Incluso, revela que existen momentos donde se encuentra reclamándole a su esposo por dejarla en esta etapa.
“Justamente, el jueves en la noche estaba lavando platos y, a veces, suelo tener conversaciones con Gerar. Entonces, yo le decía que estamos entrando en una etapa familiar en la que tengo un hijo preadolescente y una hija adolescente completamente. Y esto conlleva tantos retos”, afirma.
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Esos incluyen tratar de ser una madre cercana que escucha y, en otras ocasiones, convertirse en una “mamá militar”, quien dice que ciertas palabras no se escuchan en su casa o que el Internet no se usa más allá de tal hora. “Esa dualidad para una sola persona es muy complicado”, manifiesta.
“Todavía hay momentos en que le reclamo y le digo: ‘Ay, me dejaste una etapa tan jodida, solita’”, pues recuerda que su esposo era la parte ordenada de su relación, mientras ella era “la de las ideas locas”.
“Hasta que no nos corten la luz, que no nos corten el agua, porque a mí se me olvida pagar los recibos, es algo que se ha hecho complicado. Entonces sí, todavía hay momentos en que yo digo: ‘Esto se me va a quedar grande’; pero recuerdo que hace dos años dije lo mismo: ‘No voy a poder con esto sola’ y al final sí pude”, explica.
Con sus hijos, el tema de la muerte no es un tabú. Hablar de su padre y del hombre que tanto amó es recurrente en su hogar.

“Cada uno tiene su manera. Marcelo es muy abierto en sus emociones; por ejemplo, es futbolista apasionado, y eso lo sacó del papá. No tiene filtro para decir: ‘Me hubiera gustado que papito estuviera conmigo para que me enseñara a hacer más jugadas’. Yo a veces intento jugar con él, pero soy bien chapa”, aclara.
Dice que su hija es un poco más cerrada con sus emociones y le cuesta hablar más de su papá, pero siempre recuerdan a Gerardo. “Es uno de los mejores aciertos para que el duelo fluya con naturalidad. Hay días que los recordamos con tristeza y hay días que lo hacemos con sonrisas”, agrega.
El nombre de su esposo surge cuando se habla de chocolate, de fútbol y cuando recuerdan sus historias y su buen sentido del humor.
En medio de ello, Ginnés afirma que no ha regresado al cementerio y que sus hijos tampoco le han solicitado hacerlo. “Creo que poco a poco le hemos dado un lugar menos físico y más espiritual”, menciona.
A su esposo lo encuentran en pequeños lugares, como un retrato que les regaló una amiga, donde sale toda su familia, sus perritos, y Gerardo aparece con alas. Ese tipo de detalles, según la presentadora, son los que marcan ese recuerdo permanente de que él sigue allí, de otra manera, pero allí.
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La otra Ginnés Rodríguez
Estos últimos dos años significaron para Ginnés un cambio y una adaptación de su vida, por ello enumera una serie de aprendizajes que ha tenido durante este tiempo. Entre ellos, aprender que ser mamá es cometer errores y también ofrecer disculpas cuando se ha equivocado.
También, agrega que: “La Ginnés mujer y profesional es ahora tan dueña de sí misma. Después de tocar fondo con un dolor tan grande, uno dice: ‘Ya no tengo nada que perder, estoy en el hueco más oscuro de la vida’. De pronto ahí todo lo demás no tiene importancia y allí Dios puede entrar sin filtros”, explica.
Recuerda que en algún momento quiso tener el control sobre todo, pero en un punto entendió que no iba a ser posible. “Yo creí que podría incluso sostener la vida de mi esposo y me di cuenta de que no, que no podía (...) Pero yo quería hacer como un despecho, una revancha, y ya le dije (a Dios): ‘Tome esto, es lo que queda’, pero a cambio me sentí inmensamente amada por Dios”.

Ahora, la comunicadora afirma que es una mujer diferente y que incluso lo que digan algunas personas no le interesa, pues sabe quién es ella.
“Es la principal transformación. Me duele en el alma que mi esposo no la hubiera visto aquí en vida. Me hubiera gustado compartir con él esta Ginnés más entera, con más capacidad de recibir amor y de amar, que la que él tuvo”, finalizó.
