Ellos no se consideran para nada una familia unida, sin embargo, el cariño que se tienen es innegable. Viven muy cerca y aunque casi nunca se visitan, están al tanto de los proyectos que desarrolla cada uno.
El arte corre por sus venas y se ha convertido en una pasión y el motor de toda la familia, eso sí, cada uno lo disfruta a su manera y de forma independiente.
Danny por ejemplo es un reconocido bailarín, actor y productor audiovisual; Valentina se ha destacado como una gran bailarina; mientras que Ítalo se inclinó por la televisión y actualmente es una de las figuras de Canal 6.
Ellos son los hijos del reconocido actor Álvaro Marenco y desde pequeños tienen una especial conexión con el mundo artístico, al igual que toda su familia.
Aunque el patriarca no está tan seguro si es hereditario o conductual, comentó que en la familia de la madre de sus hijos, la destacada actriz Roxana Campos –quien no participó en la entrevista–, hay varios actores y algunos sobrinos que se dedican a la música. Sin embargo, por su lado solamente él se inclinó por las artes.
No obstante, confiesa que siempre fue un sueño ver a sus hijos sobre escena, una ilusión que fue creciendo con los años, cuando comenzaron a mostrar afinidades hacia este mundo, principalmente por la gente que ellos conocían y en el medio en que se desenvolvían.
“Me gusta que siempre hayan estado ligados al ámbito artístico, a pesar de que en algún momento pensé lo que piensan todos los papás. Lo que pasa es que yo no tenía cara para decir ‘mire no haga tal cosa’, pero como papá uno siempre piensa en cómo sus hijos van a ganarse la vida y eso es absurdo pensarlo, porque eso es un poco lo que se da en todas las profesiones”, explica Álvaro.
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De hecho, nunca fue necesario obligarlos a hacer algo que no querían y el mejor ejemplo, fue Italo, el menor de los hermanos Marenco. Él fue el único que no estudio nada relacionado con el arte, sin embargo, de una u otra forma terminó sumido en este mundo.
“En ningún momento lo decidí yo y siempre tuve claro que tenía que ser una decisión de ellos”, añade el padre.
Todo empezó en el Conservatorio Castella, institución reconocida por impulsar y potenciar la creatividad de sus estudiantes por medio del arte. Ahí los niños y jóvenes desarrollan sus aptitudes e intereses vocacionales.
Ese centro educativo ha visto nacer a un sinnúmero de artistas destacados en diferentes áreas y por eso, nunca hubo duda en optar por esta opción para el estudio de los tres hijos, que sin duda iba a estimular su creatividad.
Ítalo Marenco.
La historia con Ítalo fue diferente, él en cuarto grado se dio cuenta que estaba en una escuela que no llenaba sus expectativas y sus padres se vieron obligados a cambiarlo, pues lo suyo, en realidad era el fútbol.
El ahora presentador de Giros asegura que manejar la presión fue difícil al principio, sin embargo, tener el apoyo de su familia en todas sus decisiones siempre, fue lo que más le ayudó.
“Imagínese: mi mamá actriz, mi papá actor, Danny con premios nacionales, Valentina se va a Alemania a estudiar danza entonces había mucha presión. Yo quería hacer otras cosas y llorando le dije a mi mamá que quería ser futbolista. Es que no me llenaba el Castella, entonces me cambiaron y fui más feliz”, reconoce el menor de los hermanos Marenco.
Pese a que el arte no era lo suyo siempre se ha sentido orgulloso de lo que han alcanzado sus hermanos, su mamá y su papá porque “no es cualquier familia que vive de las tablas, hay muchas que lo intentan y mueren en el camino y no es fácil. Y mi familia de eso ha vivido”.
Su etapa como futbolista duró aproximadamente 15 años, una época que no cambia por nada y que lo hizo feliz. Pero llegó un momento en el que este deporte lo fue desgastando física y económicamente, y se vio obligado a tomar la decisión de retirarse.
Sin imaginarlo, otra gran puerta se abría en la carrera profesional del más chineado de la familia (según revelan sus hermanos): la televisión.
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El medio artístico lo perseguía y de pronto los comerciales vinieron más frecuentemente y sacaban ese lado artístico que vivía dentro de él.
“Fue la vida misma la que me fue llevando a la tele, a los comerciales y hasta el día de hoy es lo que hago y lo que me hace feliz y que me hace mantener un contacto con la gente, que es el mejor regalo que me pueden dar”, dice Ítalo quien a la fecha suma 10 años haciendo comerciales y seis años de formar parte de Repretel.
“Yo siento que estoy en un momento muy bonito”, agrega el orgulloso padre de Irene, su pequeña de tan solo dos meses.
Valentina Marenco.
Ella es la única mujer y para sus hermanos, Valentina es la más fuerte, la que siempre intenta solucionar los problemas en la familia.
En su vida no ha habido una segunda opción que no sea la danza, es una pasión que ella no puede explicar pero que ha estado allí desde antes de entrar a la escuela, impulsada por su papá, quien la metió a clases desde que era una bebé.
Para la bailarina de 41 años, la danza se ha convertido en un hogar, ese que le ayuda a liberarse y que a la vez le permite jugar y derrochar toda la creatividad que lleva dentro.
“Yo pude haber hecho otra cosa, pero el teatro, la danza y lo escénico son como mi hogar, entrar al teatro es sentirme en familia. En un hogar tan disfuncional como el nuestro, el teatro era el lugar que nos acogía, creo que cada uno se ha albergado en un teatro a su manera, de las luces del escenario y ese es el hogar nuestro, creo que la creatividad nos ha salvado, te salva del ahogo y de la vida misma y eso hemos sabido hacer”, explica.
Ella completó sus estudios en danza en Alemania y a la fecha ya suma más de 20 años de trayectoria aunque reconoce que no es la misma bailarina que era en 1994, cuando comenzó a trabajar.
La misma carrera le ha permitido evolucionar y llevar la danza a otro nivel, pues ahora la también profesora de la Universidad Nacional, se encarga de investigar el cuerpo y la proyección en escena, lo que le permite diversificarse y ver la creatividad de una forma diferente.
“Con el tiempo, ya no estoy tan preocupada de si les gusta, si no les gusta, es decir, por supuesto me importa la conexión, pero la conexión puede ser también para que no les guste, para incomodarte, para abrazarte y, en fin, eso es lo lindo del trabajo escénico”, afirma.
Pese a que ha pasado por diferentes etapas, hay una que la he hecho ver la vida de otra forma: convertirse en madre del pequeño Luca, un niño de tres años.
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De hecho cuando estaba embarazada presentó la obra The Goodbye Project, un show que la marcó, pues en ese momento entendió que se estaba despidiendo de una Valentina que ya no volvería.
Con el nacimiento de Luca vinieron nuevas expectativas de vida, cambios y hasta una madurez que le ha permitido dejar de preocuparse por cosas que antes la agobiaban.
“He aprendido a soltar, a dar tiempo a las cosas cuando son, porque en el trabajo escénico uno está esclavizado del cuerpo y hay que soltar eso, aceptar el cuerpo como es, como va, como se envejece, con las canas, con la llanta, con la celulitis, es decir, esa es la realidad, sobre todo en la danza que es muy violento a veces”, asegura.
Danny Marenco.
El mayor de los hermanos Marenco, Danny, es considerado el más serio de la familia, pero también el más inquieto.
Se dedica a la danza, a la actuación, es productor audiovisual y ahora está aprendiendo a tocar el piano. Para él, el aprendizaje es fundamental y le ayuda a crecer como persona.
“Nunca he sido de la mentalidad de estar enfocado en desarrollarse en una misma cosa sino que siempre he tenido la curiosidad de estar aprendiendo lo más que pueda, leer de todo lo que se pueda, estudiar y tener inquietudes para diferentes cosas y tratar de hacerlas todas lo mejor que uno pueda con sus limitaciones y sus capacidades”, confiesa.
Su carrera inició profesionalmente en 1990 como bailarín y actor; desde allí ha podido desarrollar innumerables proyectos que le han dado prestigio y reconocimiento, sin embargo, hay uno que lo ha marcado y del que se siente muy orgulloso.
Se trata del Plan Nacional de Desarrollo, un proyecto gubernamental con miras al 2022 y en donde Danny fue invitado para trabajar como profesor en el programa cultural que se desarrolla en La Cruz de Guanacaste.
Allí trata de estimular y enseñarle a grupos de folclor de la zona y a toda la población que se quiera involucrar de forma gratuita.
“Es un plan que se debería continuar porque es descentralizar todo el fenómeno del Valle Central porque todo sucede acá, sino que también fuera del circuito de la GAM exista una posibilidad de desarrollo humano”, detalló.
La familia.
Si hay algo que hasta la fecha ha generado la satisfacción de la familia, es que ese amor por el medio artístico en el que han desarrollado sus carreras los ha llevado incluso a trabajar juntos.
Por ejemplo, Ítalo ha hecho comerciales con su padre. Valentina ha dirigido a Danny y Danny también ha actuado con su progenitor.
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Y aunque lo han hecho de una forma profesional y se han comportado a la altura, los hermanos Marenco agradecen a la vida por esa oportunidad que les ha permitido crecer y mantener la conexión artística que los caracteriza.
A pesar de que el año recién inicia, el teatro, el baile y la televisión no descansan y la familia Marenco tampoco, por eso los reflectores están listos para iluminar los nuevos proyectos que desde ya preparan los miembros de esta dinastía artística.