La presentación en Costa Rica del humorista venezolano Benjamín Rausseo, conocido como Er Conde del Guácharo, no podía transcurrir de otra manera: con risas al unísono, que llevaron el sello de sus coterráneos que viven aquí.
Unas 400 personas, la mayoría paisanos del comediante y uno que otro tico, llegaron el martes al hotel Real Intercontinental para pasar una hora y 40 minutos de alegría.
La noche fue para los “chamos”, aunque lo único similar a Costa Rica fue el retraso de 50 minutos con que Er Conde subió al escenario.
A las 9:50 p. m., el comediante hizo su entrada triunfal, acompañado de sus cuatro músicos de la Filarmónica Musical.
La colonia venezolana comenzó así a disfrutar de un compatriota que echa mano de su talento para criticar directamente la situación política que se vive en su país.
“Vengo mamado (cansado) porque me vine a pie... ¿Acaso ustedes no pudieron encontrar una ciudad más cerquita?”, fue lo primero que él dijo, con lo que se alborotaron las primeras carcajadas.
Fiel a su estilo irreverente en el formato de stand up comedy y con el uso de muchas expresiones comunes entre sus paisanos, Er Conde logró que la velada se tiñera de recuerdos y suspiros para quienes están lejos de su terruño.
Un poco de política. Se sabía que uno de los temas más esperados por sus fans sería la labor del presidente Hugo Chávez, quien está muy lejos de ganarse la etiqueta de amigo de Er Conde.
Al inicio, en forma sutil, aseguró que no diría nada sobre el mandatario. “No puedo hablar de mi amiguito porque está enfermito. Aunque enfermo y todo, cómo jode”, expresó en la primera parte de su show .
A pocos, el tono político cambió. El humorista comentó que devolvería el dinero que le pagaron por la presentación, ya que aquí podía hablar de lo que quisiera sin que existiera temor de que lo encarcelaran.
“Les pido por favor que lo que aquí se hable, aquí se quede”, expresó con ironía evidente.
“Es que hay que tener cuidado con lo que se diga porque existen muchos infiltrados. Aquí mismo podríamos tener uno. Ese mesero me parece sospechoso; ahí debe estar ya pasándoles toda la información”, aseveró Er Conde.
El divorcio, la emigración y el funcionamiento de varias entidades públicas de su país se convirtieron en parte de los tópicos que, con buen tino, repasó el comediante.
A las 11:30 p. m., el moreno de poco pelo y unos kilos de más, se despidió. Salió por la puerta trasera, aunque algunos segundos después corrió en busca de un baño. “¡Cónchale, me estaba meando!”, dijo sin tapujos ni verguenza alguna.