Si usted está en China o India y quiere conocer cuál será el color de temporada, es posible que lo pueda descubrir al acercarse a un río. Los tintes usados en los millones de prendas que pronto saldrán al mercado son echados a las vías fluviales.
Clare Press, periodista de moda y autora de Wardrobe Crisis, libro que analiza el impacto de la moda en la industria y el mercado laboral dijo en entrevista con ABC de Australia que los ríos y las vías fluviales de todo el mundo están siendo envenenados por la industria textil.
“En algunos casos, los agricultores pueden predecir el color de la temporada al observar el color que corren los ríos”, dijo a ABC.
Si el dato anterior lo asombró, aun hay mucho más...
La Agencia de Medioambiente y control de Energía de Francia (ADEME) realizó un estudio acerca de un par de jeans fabricados en mezclilla de 666 gramos, hecho con un metro y medio cuadrado de tela, y con un ciclo de vida de cuatro años para calcular su impacto. El País de España citó el estudio que evidencia datos alarmantes.
Producir el tejido del pantalón requiere 8.000 litros de agua. Para fabricar el jeans se utilizan 2.000 litros más, lo que implica 13 kilos de emisiones de CO2, además de 10 kilos de colorantes y químicos con su consiguiente liberación incontrolada al medioambiente. Algunos permanecen en el aire mucho tiempo, como el Reactivo Blue 19, que tarda en desaparecer más de 46 años.
Para el efecto desgastado, se emplea medio kilo de sustancias químicas, casi siempre cloro. Eso solamente en su elaboración. Aparte, durante su ciclo de vida ese jeans de mezclilla consumirá otros 1.500 litros de agua en los lavados que hace en su casa, con sus correspondientes 19 kg más de emisiones de CO2. Sume a esto el secado y el planchado A nivel global, según ADEME la producción de mezclilla es responsable del 10% de los pesticidas y de cerca del 25% de los insecticidas usados mundialmente al año, explica el estudio.
Queda más... Si lo que usted viste está hecho de poliéster (la fibra más usada para hacer ropa en el mundo) esa prenda tardará más de 200 años en descomponerse. Cada año se usan 70 millones de barriles de petróleo para fabricar el poliéster, según indica BBC Mundo en el reportaje ¿Sabes cuál es la industria más contaminante después de la del petróleo?
Un informe del 2017 de Boston Consulting Group y Global Fashion Agenda prevé que la industria de la moda aumentará sus emisiones anuales de residuos y energía en un 60%, mientras que su consumo de agua aumentará en un 50% para 2030, cita Vogue.
Según Forbes, para 2015 la industria de la moda representaba el 10% las emisiones mundiales de carbono, convirtiéndose en la segunda más contaminante del mundo, superada solamente por la del petróleo.
Ahora hay otro gran problema: el Fast Fashion o Moda Rápida en su traducción a español. Un fenómeno en el que grandes empresas crean millones de prendas “en tendencia” que pueden adquirirse a bajo costo, pero que tienen un ciclo de vida muy corto y que por lo general, terminan en el basurero.
La moda rápida es lo que usted encuentra en las tiendas del centro comercial cada quince días: nuevo inventario: nuevas ofertas.
Según la revista Hola de España, solamente en Europa se desechan seis millones de toneladas de productos textiles al año y sólo un 25% son reutilizados. ¿Cada cuánto renueva usted su guardarropa? ¿a dónde va a dar la ropa que ya no utiliza?
Costa Rica es reconocido en el mundo por su sostenibilidad, revistas como Vogue lo han resaltado al decir que “se escucha mucho sobre la moda sostenible en la ciudad de Nueva York, en el oeste de Los Ángeles y Down Under en Australia, pero ¿qué hay de Costa Rica? El pequeño país de América Central podría no estar en su radar, al menos no en términos de su escena de la moda. Pero los compradores con conciencia ecológica estarán felices de saber que la sostenibilidad está arraigada en el diseño costarricense, principalmente como resultado del paisaje tropical: Costa Rica es una de las regiones con mayor biodiversidad del mundo, y una cuarta parte de su tierra está protegida por parques y reservas”, cita un artículo publicado en noviembre.
En este artículo le presentamos a cuatro diseñadoras que tienen iniciativas totalmente amigables con el ambiente. ¿Se imagina poder comprar accesorios, ropa y zapatos sostenibles? En este punto verde del planeta llamado Costa Rica, es posible.
Stefani de La O, accesorios de lujo. Nomadic Collector
Stefani de La O es una diseñadora, arquitecta y activista ambiental costarricense. Ella es la creadora de la marca sostenible de carteras, bolsos y accesorios de lujo Nomadic Collector, misma que se vende en Estados Unidos, Londres, Perú, México y el Caribe.
“Yo no vine a empezar mi marca a Costa Rica por ser tica, lo hice porque tenemos una ventaja sostenible en el resto del mundo. Mi experiencia trabajando aquí (antes tuvo una marca de ropa que se trabajaba con textiles orgánicos) me enseñó que podemos tener mano de obra artesanal de calidad. (…) Para este nuevo proyecto decidí encontrar materiales sotenibles primero y diseñar alrededor de ellos. En Costa Rica tenemos una tenería que se llama Tenería Pirro, es la única que existe en el país y va a cumplir 100 años. Es cuarta generación, solo hay mujeres encargadas. Son carbono neutro, cero desperdicio...”, explicó.
Las carteras, bolsos y accesorios que diseña De La O son de madera certificada por Minae y cuero carbono neutro.
“Además del cuero usamos otro material que es carbón neutro por naturaleza: un árbol. Todos son certificados por Minae. Han estado cortados o son maderas recuperadas. La idea es ir replantando. En Costa Rica protegemos los bosques”, añadió.
Según De La O, la inmensa cantidad de agua que se utiliza para curtir el cuero que su marca usa como materia prima, se devuelve al río “más limpia” de cuando se sacó. Según lo comentado, en Tenería Pirro ese líquido pasa por más de 15 procesos de filtración.
En su empresa, De La O también dice ser sostenible a nivel social y en procesos de producción.
“Para mí es importante pagar eticamente. Ha sido un proceso grandísimo. Hemos trabajado con muchos artesanos. Les pagamos 20% más de lo que estimaban recibir. Insistí en pagar más, pero me deben hacer el trabajo bien. Ellos están enamorados de la marca. Producen productos de alto nivel, se respeta su trabajo. Cuando han visto sus trabajo en Vogue o Elle se ponen muy felices”, contó.
De La O, quien hasta hace pocos días integró la junta directiva del consorcio Estilo Costa Rica, que promueve el diseño costarricense en el mundo y quiere posicionarlo como pionero de moda sostenible, considera que con trabajo duro por parte de los diseñadores costarricenses es posible que Costa Rica sea una industria sostenible para la agenda 2030 de las Naciones Unidas.
“Sé que nosotros tenemos esta ventaja de crear una industria sostenible porque todos estamos empezando de cero. No hay una industria consolidada.
A nivel social y ambiental estamos comprometidos: todo mundo quiere trabajar bien con sus artesanos, sus costureras, quiere pagarles lo necesario, darles los lugares correctos y buenos para trabajar. Eso es una parte importantísima.
La otra parte es la medioambiental en la que nadie quiere botar residuos, todo mundo quiere ser responsable. Quieren buscar los mejores materiales posibles. Solo tenemos que crear compañías fuertes, pero eso sí es un poco más difícil”.
La aspiración de esta diseñadora es posicionarse como la primera marca de accesorios de lujo sostenibles en Latinoamérica.
Las carteras de Nomadic Collector tienen un rango de precio entre los $600 y los $2000.
Ana Gutiérrez: rescate de prendas en desuso
“Un 10% de toda la ropa que se produce en el mundo no se llega a vender y se bota. Hay una cultura lineal de produzca, use y bote”, destacó alarmada Ana Gutiérrez.
Conocida por ser diseñadora de joyas (hechas con plata reciclada que se saca de radiografías) y accesorios, Ana Gutiérrez quiso ir más allá y ahora está diseñando ropa amigable con el ambiente usando la técnica Upcycling, misma que rescata prendas en desuso.
“El Upcycling consiste en tomar algo que existe y darle más valor agregado. Esta blusa que ando son dos camisas de hombre y una pretina de jeans, la hice con prendas que ya no se usan.
En Fashion Week presenté reconstrucción de prendas que ya existían. Tenía un vestido de seda de una colección anterior que no se había vendido; ese vestido se desarmó y esa seda se utilizó en una prenda distinta. Ese vestido nuevo que nunca se había usado está dentro de ese 10% que al final nunca se vende y, ¿qué hace uno con esos textiles?: las grandes empresas las mandan a botar. La idea es que ese 10% que no se vendió vuelva al taller; Con el Upcycling queremos ver cómo podemos reutilizar prendas nuevas ajustándolas a la temporada”, explicó.
En las prendas que ya están a la venta en la tienda Ana Gutiérrez utilizan tres tipos de insumos para la reutilización: retazos que siempre van quedando; restructuración de prendas que no se vendieron y creación de otras prendas con ropa ya usada como materia prima.
Gutiérrez explica que la moda no es frívola, por el contrario, comunica, y el mensaje que da en este momento es importante para el mundo.
“La moda es parte importante de decir qué pasa en el mundo y en este momento lo que pasa es que hay una preocupación: hay que utilizar los recursos de formas más inteligentes (...)”, dice.
En cuanto a la moda rápida, esa que es creada en exorbitantes cantidades y que se vende a precios bajos, Gutiérrez invita al consumidor a analizar lo que está comprando.
“Una vez estaba con una amiga en Estados Unidos y ella me llegó con una gran bolsa de una reconocida tienda y me decía: ‘vea qué chiva; me compré dos vestidos, tres pantalones y cinco camisas y solo gasté $50’. Le dije: qué bien, no sabía que vos estabas interesada en contribuir a la contaminación y al esclavismo en el mundo...
Un jeans le había costado $7, de los cuáles la tienda puede ganarse $2, la tela puede costar $3, a eso hay que agregarle el costo del zipper y el botón... ¿Cuánto cree que se gana el que hizo ese jeans. Cuánto quedó para pagarle a la señora que lo cosió?”, lamentó.
Un vestido creado con la técnica Upcycling puede rondar los $120 en la tienda de Ana Gutiérrez.
Andrea Belén: téxtiles elaborados con plásticos sacados del mar
En Etérea todas las prendas, accesorios y zapatos que ofrecen son amigables con el ambiente. Andrea Belén, diseñadora y directora de esta marca nacional explicó que el cuero utilizado es certificado como carbono neutral; los linos y algodones que usan son totalmente naturales, y sorprendentemente el poliéster que emplean en sus creaciones es reciclado: “está hecho con desechos sacados del mar: con net (red) de pesca y botellas plásticas. Ese téxtil reciclado además, cuenta con protección solar 50. Es una locura”, dice.
Belén empezó en el mundo de la moda para usarla como “instrumento de participación social”.
“Para ser honesta, la moda es para mí como una herramienta para un propósito mayor que siento en mi vida que va relacionado a hacer un impacto positivo en la sociedad y en los seres humanos. Ahora también en la parte ambiental. Otros textiles que utilizamos son aquellos que fueron desechados en el primer mundo. Es tela que no la quieren y que si no le dieramos vida terminaría en la basura”.
Los pintorescos estampados de las prendas en Etérea tienen un minucioso proceso de producción en los que no se desperdicia ni una gota de tinta, logrando que el impacto ambiental sea nulo.
“Ya sabemos que la industria de moda es la segunda más contaminante en el mundo después del petróleo y una de las formas más fuertes de contaminar es el agua que va llena de químicos de los tintes. Ya sabes que pasa en China y cómo es que se conoce cúal será el color de moda de la temporada... En nuestros procesos la tinta no se va ni al río, ni a la basura, ni al agua, ni a nada”.
Las ilustraciones que usan en las prendas son originales de la marca y están hechas por Lisa Sánchez, artista nacional e ilustradora científica. “El diseño gráfico que se hizo se sublima en la tela”, contó Belén.
“Siendo un país tan reconocido en temas de sostenibilidad y derechos humanos es un privilegio que la moda nos represente de una manera sostenible”, destacó.
Para Etérea trabajan solamente mujeres y los procesos de producción laboral tienen la premisa de ser sostenibles.
“En Costa Rica desaparecieron las maquilas por la gran producción importada. En nuestros talleres vamos rotando a las costureras para que aprendan nuevas operaciones del oficio técnico. Les damos capacitaciones de habilidades blandas e inteligencia emocional, entre otras. La mayoría son jefas de hogar, todas jóvenes, la mayor del equipo soy yo, de 33 años”, agregó Belén.
Más allá
Andrea Belén creó, junto con un grupo de diseñadores, Espacio, una gran tienda en Escazú en la que 40 diseñadores ticos ofrecen sus productos. Ella también es socia fundadora, junto con Sylvia Arias Penón y Diana Trejos, de Dress your Rights, fundación que tiene como fin impactar a la sociedad positivamente alrededor de tres esferas: promoción del Movimiento Slow Fashion (Moda Consciente); el paradigma de sostenibilidad ambiental y humanitario en el mundo de la industria de la moda; género, inclusión económica y participación social para microempresarios artesanales, principalmente mujeres.
Etérea apunta a posicionarse internacionalmente, siempre y cuando tengan “un crecimiento órganico y responsable”.
Esta marca se presenta como moda inclusiva. La accesibilidad es su pilar, por ellos ofrecen prendas en un rango de precio entre ¢35.000 y ¢40.000.
“Diseñamos ropa pensando en que funcione para todo tipo de cuerpo. En el reciente Fashion Week fuimos la única marca en presentar a una modelo talla grande”.
Pamela Hernández, zapatos de madera y cuero
Pamela Hernández es una diseñadora de zapatos que están en armonía con el medio ambiente. Ella es la creadora de la marca de calzado de cuero y madera Cruda. Su compromiso con el ambiente hace que esta artista invite a los consumidores a recapacitar en cuanto a lo que adquieren.
“Tenemos muchísimo tiempo de consumir sin ser conscientes de lo que compramos. Estamos destruyendo al mundo. La moda sostenible es un pequeño gran aporte para empezar el cambio. Si empezamos a consumir productos que sabemos de dónde vienen eso es un gran avance. De nada vale comprarse 10 pares de zapatos de $10 dólares si los hacen personas en condiciones laborales pésimas, o si el material que usamos es contaminante, solo para salir del paso. Es mejor ser más austeros, conscientes, invertir mucho más dinero pero comprando algo que respete al medio ambiente y sea amigable con la humanidad... Es imposible que algo con costos tan bajos pueda venir de un lugar bueno”, aseveró la diseñadora Pamela Hernández.
Hernández promueve la sostenibilidad en su empresa de moda Cruda, en la que se hacen zapatos de cuero y madera, primeramente, teniendo condiciones laborales “respetuosas y pagando salarios justos a sus colaboradores”.
“Cruda quiso mantener la tradición de cómo se hacían los zapatos. Es proceso rudimientario. Este producto es sostenible porque lo vendo, genera empleos y me mantiene a mí”, afirma.
Todos los materiales que se utilizan en Cruda son amigables con el ambiente y además, se adquieren mediante pequeños productores o empresas con prácticas medioambientales sólidas.
“Reutilizamos casi el 100% de nuestros desperdicios y trabajamos con cuero que está certificado como carbono neutro. La madera que usamos es nativa de laurel, una empresa nos da servicio de madera, están certificados; también hemos trabajado con artesanos de Turrialba que utilizan árboles caídos de su comunidad, ellos secan la madera y empiezan a sacar las piezas. Trato de que las cosas se hagan honestas y amigables”, contó.
Los zapatos de Cruda van desde los $100 hasta $200. Precios que Hernández considera justos para un producto hecho a mano.
“Habrá quienes digan qué baratos o qué caros o incomprables. Pero todo va acorde. En un par de zapatos de estos, un grupo de personas puede durar un día haciéndolo. ¿Cuánto cuesta un día digno de trabajo? A ello hay que sumarle el material, mi diseño, el acabado, empacar, distribuir. Yo estoy cobrando lo mínimo, la verdad es un trabajo muy artesanal”, dijo.
¿Considera sostenible criar ganado para después usar su cuero?
“Habrá gente que diga que este producto no es sostenible porque tiene crueldad animal porque usan el cuero. Pero yo también digo que la industria de la producción de vinil para hacer zapatos o de las fábricas que generan telas de poliéster desperdician no sé cuántas cantidades de agua para hacer esto. Es una por otra. Este material es biodegradable y de los animales no se usa solamente el cuero: también la carne, no hay desperdicio”.