La emoción empezó desde el primer día en la Antigua Aduana, en San José. La vigésima edición del Costa Rica Fashion Week (CRFW) trajo consigo reinvención y todo tipo de sentimientos. Esta entrega se caracterizó por su apuesta directa al diseño y a la cultura.
El evento de moda costarricense salió triunfante en un contexto tan complicado como la pandemia que nos arrincona desde marzo del 2020; la organización ofreció un producto bien logrado del que se podría disfrutar, gratuitamente, a través de la plataforma digital Youtube.
Unos pocos invitados presenciales, entre los que destacaron la primera dama de la República, doña Claudia Dobles, la gimnasta costarricense Luciana Alvarado, creadores de contenido y prensa, pudimos revivir la emoción de ver pasarelas en vivo.
Durante el 5, 6 y 7 de agosto, desde la 1 p. m., y hasta pasadas las 8 p. m., se reactivó esta sensación de agrado, de adrenalina y curiosidad al estar frente a nuevas propuestas de diseño nacional. La combinación de emociones venía también de lo grato que era poder ver al talento exponerse en una plataforma importante luego de meses tan complicados para todas las industrias, incluida, por supuesto, la de la moda.
Esta entrega tuvo tres importantes muestras: la primera fue la nacional, donde convergieron el arte, la creatividad, propuestas inclusivas, sostenibles y emotivas. Asimismo, vimos las promesas de un futuro cercano con las presentaciones de estudiantes del Instituto Nacional de Aprendizaje, de la Universidad Creativa y del Instituto Marangoni.
La tercera gran muestra fue la internacional: la participación de diseñadores de Colombia, Perú, Chile y República Dominicana recordó la capacidad de la región. También hubo invitados de España, entre ellos, la marca Angel Schlesser, que viajó por primera vez a Latinoamérica.
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En su cumpleaños número 20 el CRFW celebró estrenándose como semana de la moda, siendo este el primer año en que se acredita internacionalmente. Karina Díaz, directora del evento desde el 2019 (por 18 años estuvo en manos de Juan José Jiménez), comentó que lo de la acreditación viene de la misma necesidad a la que ella se enfrentó hace muchos años, cuando siendo diseñadora de modas no contaba con una plataforma para exponer su trabajo.
El CRFW fue novedoso, osado y con una producción bien lograda para quienes lo vimos en vivo (o de manera híbrida, tanto virtual como presencial), pero sobre todo, para aquellos que desde un dispositivo móvil tuvieron un fascinante encuentro con la moda, que fue democratizada.
El éxito de este evento que se realiza presencialmente por primera vez desde la pandemia (el año anterior solamente se grabó) viene de la mano del equipo profesional que hay detrás. El grupo está dirigido por Chacha Posada, reconocida creadora de las semanas de la moda en el mundo, entre ellas las de Milán y París. Las luces de la pasarela fueron manejadas por un especialista en luminotécnica que viajó desde Nueva York.
Karina Díaz, quien terminó la jornada satisfecha y feliz por lo logrado, habló de esta nueva era del CRFW.
“La principal reinvención es democratizar la moda. Necesitamos hacerlo. Dejar el clasismo y la parte efímera que trae la moda. Nosotros como plataforma y dentro de los pilares que tiene Costa Rica Fashion Week está el tema de acción social, sostenibilidad y calidad. Es importante que los diseñadores costarricenses tengan una puerta internacional”, comentó Díaz.
La primera dama, doña Claudia Dobles, asistió presencialmente al evento y reconoció “el esfuerzo importantísimo de los organizadores”, quienes contaron con el apoyo del Ministerio de Cultura y Juventud y de Procomer.
Dobles, quien siempre se ha inclinado por vestir y apoyar lo local, celebró primero el poder retomar paulatinamente y con orden los eventos culturales; asimismo, la cantidad de trabajos que la industria de la moda proporciona mayoritariamente a mujeres.
“Es motivo para estar optimistas retomar poco a poco actividades culturales tan necesarias para alimentar el espíritu. Es una celebración de talento grandísimo. Me gusta venir para conocer diseñadoras y diseñadores nuevos”, comentó. En ese momento, la mascarilla que utilizaba doña Claudia era de la marca Nacional Selfmade, un emprendimiento que cataloga como “lindísimo” y en el que resalta las buenas prácticas de sostenibilidad en sus procesos.
A continuación presentamos un resumen de lo vivido estos tres días.
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Día 1
En el primer día del CRFW, la representación costarricense estuvo en manos de Mario Barboza, Marianela Sandí con su marca Sastrería Triana, y Linda Liz Díaz con su colección 33:3. También la pasarela la caminaron los diseños de los estudiantes del INA.
Barboza presentó Catarsis, una colección de piezas en las que sobresalieron las texturas fuertes combinadas con delicadas. El cuero y textiles con movimiento fueron protagonistas en una muestra en la que predominó el suprarreciclaje (da nuevo valor y uso a prendas que no tiene uso), técnica clave en la moda sustentable.
En esta oportunidad también se conoció más masivamente a Linda Liz la diseñadora y no a Linda Liz, la hija de la expresentadora y exmodelo Lynda Díaz. Su presentación era una de las que más generaba expectativa por lo noble de su concepto. Ella mostró 33:3, una colección que inspiró su hermana Nicole, quien lucha contra el cáncer y debió realizarse una ostomía. En pasarela se vieron piezas cómodas y contemporáneas que resaltaban el gusto por los detalles. Linda Liz es, además, la directora creativa del CRFW.
En esta pasarela participaron modelos de todas las tallas, lo que reafirma aún más el concepto inclusivo de Linda Liz. Uno de los momentos más emotivos fue cuando la diseñadora salió a saludar al público. Ella caminó con un celular en sus manos: en la pantalla, a través de una videollamada, estaba su hermana Nicole.
Sastrería Triana llevó la elegancia a la Antigua Aduana. Por la pasarela desfilaron sofisticados y distinguidos trajes, en su mayoría masculinos.
La representación internacional estuvo a cargo del español Juan Carlos Mesa, director creativo de Angel Schlesser, marca que por primera vez se presenta en Costa Rica. Él llevó variados estilismos femeninos elegantes y cómodos. Al final de la pasarela salió y armó una fiesta junto a las modelos.
Otra interesante propuesta fue la de la marca dominicana Isla & White. En pasarela se vieron vestidos con estampados y colores felices. Esta marca no oculta su devoción por el Caribe en sus piezas modernas y femeninas.
El cierre del primer día estuvo a cargo de la dominicana Giannina Azzar, quien puso en pasarela una luminosa y detallada colección en la que sobresale el trabajo artesanal.
Día 2
La jornada inició con nóveles pero ambiciosas propuestas por parte de la escuela de diseño del prestigioso Instituto Marangoni, un importante aliado del CRFW en esta edición.
Más tarde, Paula Cerdas, de Pentimento, inyectó la primera dosis de diseño local. Con Advitam, Cerdas presentó una colección que gravitó alrededor de la conciencia ambiental. Su pasarela fue una muestra de todas las posibilidades que existen alrededor del denim (mezclilla) y de las prácticas sostenibles al crear un 95% de su colección dando vida a prendas sin uso.
Nicole Madriz, de la marca costarricense Selfmade, mostró una línea de piezas reconfortantes. Esta pasarela aportó una dosis de bienestar y calma. La filosofía de la marca es sostenible. En los vestidos y piezas, que fueron teñidos naturalmente, se notó el trabajo manual que tanto defiende Selfmade.
Eve Valverde y Del Manzano fueron las otras dos presentaciones nacionales de esa jornada.
Evelyn, directora creativa de su marca homónima, mostró Secuoya, una línea de prendas femeninas en las que transmite lo poderosas que son las mujeres. En las faldas, blusas y vestidos hubo una clara alusión a los años 70.
Por su parte, Lienerz Manzano compartió en una colección sus sentimientos. Con Aida rindió tributo a su madre. En esta sentida muestra sobresalieron las llamativas mangas abullonadas y un estilo para ir, por el día a día, con un look de sofisticación y buen gusto. Las piezas, elaboradas bajo el enfoque de moda consciente, van de lo formal hasta lo casual.
Maison Mesa, de España, y Lina Cantillo, de Colombia, fueron dos de las muestras internacionales del evento.
Juan Carlos Mesa, el creador, presentó una colección dirigida para mujeres con belleza interior y de todas las edades. Mientras que Cantillo, inspirada en la luna trajo hasta Costa Rica piezas que aseguran comodidad y buen gusto para caballeros.
La segunda noche fue cerrada con broche de colores y alegría. La peruana Jessica Burtrich presentó su colección de zapatos y accesorios causando un agrado general por lo lúdica de su propuesta. En ella sobresalen nubes, arcoíris, fresas, cerezas y mucha diversión formando su propio mundo contemporáneo pero sin dejar su esencia retro y latina.
Día 3
Una pasarela de la Universidad Creativa vaticinó que tendremos talento nacional por mucho tiempo. Estudiantes de este centro presentaron interesantes propuestas dignas de pasarelas como esta. El desfile constó de 22 salidas en las que trabajaron siete alumnos.
La marca nacional Amag, de Nolys Rodríguez, trajo lo que prometió: una colección creada para la mujer guerrera y luchadora. Sus piezas de estilo casual y formal fueron trabajadas en gran parte con prácticas de sostenibilidad.
Más tarde, el diseño colombiano tomó protagonismo con la propuesta romántica y femenina de Carlo Carrizosa.
Tiempo después llegó la última presentación nacional. La pasarela de Mauricio Cruz fue una de las más concurridas, dentro de lo que cabe y el aforo permite. Todas las sillas estaban distanciadas y no había ni una sola persona sin mascarilla, aún así, con un sano distanciamiento, se notaba cómo muchos querían conocer la iniciativa inspirada en los insectos.
La cantante nacional Debi Nova fue una de las invitadas especiales de Mauricio para esta presentación que nos introdujo en un mundo en el que todos somos iguales, importantes y valiosos sin importar nuestra apariencia o identidad sexual.
Mauricio, quien crea por y para la comunidad LGTBIQ, presentó una colección divertida y electrizante.
Luego del espectáculo de Mauricio, el bloque de la noche fue cedido al talento de la chilena Lorraine Holmes; de la hondureña radicada en España, Duly Romero, y de la inolvidable Pepa Pombo.
Duly trajo hasta Costa Rica una colección de alta costura. Además de los impresionantes y a la vez delicados diseños, lo más extraordinario de sus vestidos es que la centroamericana se encarga de cada detalle de esas piezas. La colección de Duly se llama Soñar y es justo lo que cada pieza mostrada en la pasarela transmitió.
La diseñadora quiere que con sus prendas las mujeres se sientan “con la fuerza para conquistar sueños”.
La vigésima edición del CRFW terminó con una pasarela de la marca colombiana Pepa Pombo, quien con sus tradicionales tejidos cerró una jornada memorable.