Usted lo ha visto: es un bebé flotando pacíficamente dentro de una piscina, casi sonriendo; a la derecha de la imagen, hay un billete de un dólar sostenido por un anzuelo. Fuera de contexto es una imagen pacífica, graciosa, pero 25 años después de que el mundo la vio por primera vez solo hay una palabra que asociar: Nirvana.
Este 24 de setiembre se cumple un cuarto de siglo desde que la imagen de ese bebé se plasmó en la portada de Nevermind , el segundo disco de Nirvana. La portada se volvió aún más grande que el contenido: pasó de ser una imagen de puro acompañamiento a un símbolo de rebeldía, a una forma de encontrar a los otros que sabían. 24 millones de copias después, el legado de Nevermind sigue vivo.
“No pensé que estuviéramos haciendo un álbum clásico, solo pensé: ‘¡Esto suena muy bien!’”, comentó Dave Grohl, baterista de Nirvana en un documental producido por Classic Albums.
“(Nevermind) anunció una nueva guardia en el rock, un nuevo régimen”, expresa Krist Novoselic, bajista del grupo, en el mismo audiovisual.
El documental llegó 14 años después de la salida del disco; es decir, ni siquiera había pasado una generación. Pero, como la historia lo prueba, a Grohl, Novoselic y Kurt Cobain todo les ocurrió muy rápido.
Nevermind fue el carril veloz por el que Nirvana se resbaló y en su recorrido, reacomodó toda la industria de la música.
Generación. Para entender el fenómeno que representó este disco, hay que analizar quiénes fueron las personas que abrazaron esta música estruendosa, a quiénes les brillaron los ojos la primera vez que sonó Smells Like Teen Spirit .
En un especial de Nat Geo dedicado a la generación X (nacidos entre 1960 y 1980), explica que este grupo etario, –al cual los miembros de Nirvana pertenecen–, creció a la sombra de varios hechos históricos devastadores.
La guerra de Vietnam (que terminó en 1975), la renuncia del presidente Richard Nixon por espionaje y corrupción (1974), las tasas de divorcios más altas en la historias de Estados Unidos (que tuvieron un pico en 1975) y la caída de la bolsa de Wall Street (1987) marcaron esta generación.
Las instituciones del matrimonio, el Gobierno y la economía se derrumbaron frente a los ojos de esta generación y así, crecieron con pocas expectativas, agobiada por el sistema y desconfiada de las autoridades.
Ese caldo de cultivo fue el que generó el punk en Inglaterra, a finales de los años 70, una música que venía de las calles, de los jóvenes de clase trabajadora que sufrían estas mismas preocupaciones. Y ese mismo panorama, sumado a la llegada del punk a la juventud estadounidense, le dio pie al grunge para despegar.
El mismo Kurt Cobain lo explica en una entrevista insertada en ese especial de Nat Geo: “Me intimidaban mucho los guitarristas profesionales, pero cuando escuché el punk rock por primera vez, me di cuenta de que esa gente se parecía mucho a mí”.
Cobain y sus amigos lograron crear la misma clase de revolución desde el noroeste de Estados Unidos tocando desafinados, mal ensayados, pero entonando a todo pulmón canciones que reflejaban todo su descontento.
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“Kurt Cobain y la escena musical de Seattle tocó a una gran porción de los jóvenes blancos estadounidenses, que estaban deprimidos, tristes”, explica el músico Henry Rollins, en el documental Punk Attitude (2005).
“De pronto apareció un tipo que se veía como ellos, venía de ellos y cantaba para ellos y sobre ellos... De pronto, y sin darte cuenta, tenías puesta una camisa de Nirvana”.
Fenómeno. El 10 de setiembre de 1991 se lanzó el primer sencillo del disco, Smells Like Teen Spirit , canción que condensa el sarcasmo y la frustración de una generación.
Se suponía que la canción sería a penas un adelanto del disco, una forma de atraer a los fanáticos de la música underground , pero la popularidad del video obligó a que MTV lo moviera de su programación nocturna a la diurna y tal exposición obligó a las radios de rock a sonarla.
Nirvana tuvo su primera probada de este fenómeno en Europa, en noviembre de 1991. Lo que serían algunos conciertos en espacios reducidos se transformaron en llenazos con públicos alocados; la canción sonaba en las radios de todas las ciudades que visitaron.
Para enero de 1992, Nevermind le quitó a Dangerous, de Michael Jackson, el primer lugar en ventas de Estados Unidos. En ese punto, la disquera reportó a The New York Times que vendían 300.000 copias por semana.
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Ed Rosenblatt, presidente de Geffen Records, le explicó a ese medio como ellos venían el fenómeno: “Nosotros no hicimos nada, fue uno de esos discos en los que tuvimos que quitarnos de del camino y agacharnos para no ser aplastados (por el éxito)”.
La imagen de los integrantes de Nirvana y la portadas del álbum se convirtieron en camisas, posters y la vestimenta del grupo se coló en el imaginario colectivo. Las camisas de franela y los jeans rotos empezaron a ser cool para los jóvenes y seña de vagabundería para los más viejos.
Nirvana se trajo abajo el mundo del rock como se conocía hasta ese entonces. La generación X, buscando algo “real” dejó de identificarse con los roqueros de cabello largo que tocaban en estadios y cantaban de lujos y placeres, sino con los tipos comunes que cantaban sobre temas cotidianos, tipos como Cobain que hablaban de “nosotros”.
“La industria de la música tuvo que hace un reset. Despidieron a todos los tipos de pelo largo y de pronto Alice in Chains estaban firmados, Soundgarden y Nirvana también y todos ellos estaban haciendo discos multiplatino”, explicó Henry Rollins en Punk Attitude.
En cuestión de cuatro meses, la música underground dio un salto de popularidad en Estados Unidos y con la misma velocidad los padres ya no escuchaban el mismo rock ni el mismo pop que sus hijos.
El documental de la generación X incluye el testimonio de Courtney Love, pareja de Kurt Cobain. Ella recuerda el momento en que Cobain salió en la portada de The New York Times .
“Cuando vi a Kurt en la portada dije: ‘Wow’, y él parecía no entender lo que estaba sucediendo. Le dije: ‘Esto significa que ahora van a copiar cómo te vistes y que estás en el epicentro de esta nueva cultura’”, dijo Courtney Love. Así sucedió.
Legado. Nevermind tiene 12 canciones y en ellas Kurt Cobain coronó el ruido como un recurso para dar dinámica a sus canciones, que en el momento menos esperado, explotaban en un coro estruendoso.
En las sesiones de estudio él trató de darle a las canciones de Nevermind la misma crudeza presente en el primer disco del grupo (Bleach, 1989), pero el ingeniero de mezcla Andy Wallace, pulió las grabaciones.
Cobain se quejó varias veces de forma pública de este cambio, pero fue este sonido el que mostró apropiadamente el poder ensordecedor del grupo y realzó los pasajes más tranquilos del álbum.
A 25 años de su publicación, Nevermind sigue sonando como una bofetada, un golpe en la mesa, un llamado de atención más o menos articulado. La ansiedad de una generación revienta en las guitarras, en el bajo y la batería de un grupo que no pensaba en ellos mismos como estrellas. Pero el destino decidió que lo fueran.
Smells Like Teen Spirit fue escogida por VH1 como la canción más importante de los años 90. MTV y Rolling Stone la colocaron de tercera en su conteo conjunto de las 100 mejores canciones pop en la historia. Esta es y siempre será la canción más conocida del grupo, la referencia inmediata al grupo, pero no está sola.
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En Breed, Cobain empieza diciendo “no me importa” unas cinco veces; es la canción epítome de la indiferencia; Drain You es una sátira a las relaciones posesivas; Lithium trata sobre la religión para salir a flote de la depresión y Polly es sobre una violación.
En el disco se narraron realidades que podrían ser actuales y también se escribieron sinsentidos, palabras sueltas. Es este resultado por el que Kurt Cobain sigue siendo visto como un personaje enigmático, un tipo que marcó un antes y un después de los noventas.
La portada de Nevermind y las fotos de Kurt Cobain podrán estar muy “quemadas”, pero la música sigue viva 25 años después. Y eso no es algo que pueda decir cualquier trío de vagabundos todos los días.