Son las 8 p. m. del 16 de agosto en Múnich, Alemania, y 15 costarricenses son parte de los 74.000 asistentes a la sexta noche de diez shows que está realizando la artista británica Adele en esa ciudad, la cual espera engalanar el cielo Bávaro.
Aunque no se conocían, el amor por ver a la cantante hizo que ticos de Coronado, Desamparados, Moravia, Curridabat, Tarrazú y hasta San Carlos se unieran para vivir esta experiencia, que promete ser una de las mejores noches de sus vidas.
Una de ellas fue Ana Gabriela Calvo, doctora de profesión, quien con bandera en mano aprovechará para disfrutar el show de la británica pero a la vez celebrar su cumpleaños con este espectáculo.
Y es que la travesía tuvo un único objetivo: poder ver a una de las cantantes más importantes del momento, abrazada por un imponente despliegue tecnológico que la producción ha denominado Adele World.
Además de Ana Gabriela, también se unieron Carol, Ana Graciela, Andrea, Pablo, Nayuribe, Cintia, Carolina, Olga, Marissa, Jorge, Melissa, Esteban y Catalina, para presenciar, en sus palabras, una de las mejores noches de sus vidas.
Quien escribe estas líneas acompañó al grupo. Como creador de contenido de viajes, con mi perfil LaMochiladeKike, creé esta aventura fugaz para poder cumplir el sueño de estos ticos.
La aventura
Salimos desde el aeropuerto Juan Santamaría, con destino a Madrid, para hacer una pequeña escala y luego llegar Múnich. Esta ciudad fue la base de operaciones para congregarnos como grupo.
Aunque la ciudad no es pequeña, albergar unos 148.000 nuevos visitantes por semana, ya que Adele hace dos espectáculos por semana, no es tarea fácil e incluso ha colapsado la ocupación hotelera y transporte público.
Nosotros optamos por quedarnos a unos 45 minutos del área del concierto, teniendo en cuenta que aprovecharíamos el metro para llegar.
Esta aventura tenía que ser por todo lo alto, por lo que cada uno cuenta con una entrada categoría VIP frente al escenario, cuyo valor era de unos 450 euros. Ver a la artista lo más cerca posible era la meta.
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El show da inicio a las 8 p. m. y aunque teníamos nuestras entradas aseguradas, preferimos llegar a eso de las 2 p. m. para poder aprovechar todo el área del show.
El espectáculo
Al ser las 3:30 p. m. en punto las puertas del majestuoso Adele World se abren y empieza una carrera contrareloj para aprovechar cada espacio del show.
El Adele World mide unos 70.000 metros cuadrados y cuenta con áreas de comida y bebidas, tiendas de merchandising oficial de Adele, juegos mecánicos como sillas voladoras, una rueda de Chicago, un segundo escenario para presentaciones de otros artistas y gran variedad de zonas fotografiables.
Algo que parece que no previeron los organizadores fue la cantidad de gente interesada en productos de la artista, esto debido a que la tienda era pequeña y los asistentes hacían filas de hasta tres horas por comprar un producto oficial.
Es en el Adele World donde uno espera hasta que sean las 5:30 p. m., hora en que se abren las puertas del recinto y se puede entrar al espectacular escenario creado para Adele.
Es importante destacar que el escenario cuenta con la pantalla LED más grande jamás creada para un espectáculo, con 220 metros de largo y 30 metros de alto, que cautiva a los asistentes sea donde sea que estén ubicados.
Es así como luego de una larga espera, se encienden las luces del escenario y empieza a ver salir humo. De pronto aparece Adele subiendo en una plataforma eléctrica interpretando su icónico tema Hello.
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En ese momento el estadio la ovacionó, pero no eran gritos a los que uno estaba acostumbrado. Mejor dicho, se escuchaba la gente gritar, pero no como cuando un artista sale en el escenario en Latinoamérica.
Ahí confirmé mi teoría de que el público europeo va a un concierto a escuchar cantar al artista, mientras que de este lado del mundo el público canta en una sola voz logrando, muchas veces, que el artista no se escuche.
Eso sí, cada uno de los 15 ticos que estábamos en ese lugar corearon a más no poder las canciones y brotaron algunas lágrimas.
Adele logró hablar y conectar con su público, como siempre lo hace, y a la vez interpretó varios de sus éxitos como Rumor Has It, I Drink Wine, Water Under Bridge e Easy On Me, cantando un total de 22 canciones en dos horas exactas de espectáculo.
El juego de luces, pirotécnia, fuego, confeti, pantallas y elementos que se utilizan durante el show hace que sea una experiencia inmersiva, tanto así que cuando interpreta la canción When We Were Young, los papeles utilizados como confeti son fotografías de ella que ha tomado a lo largo de toda su vida y que los fanáticos esperan poder agarrar.
Esto hace que cada asistente trate de agarrar un papelito para tenerlo de recuerdo.
Definitivamente, Adele sabe cómo complacer a su público, de una u otra manera, las canciones tienen un orden que mueve las emociones de todos los asistentes.
Adele comparte lo que piensa, hace muecas, se ríe, llora, es natural. Y eso el público lo agradece.
Ante este monumental espectáculo, he de decir que esta nueva forma de presentar un show será cada vez más recurrente entre los grandes artistas, donde ya no es el cantante que viaja a cada país a presentarse, sino que los fanáticos son los que tendrán que ir a donde está el artista con su puesta en escena.
No sé si es uno de los mejores conciertos que he ido, puede que sí, pero lo que sí estoy seguro es que 15 costarricenses engalanaron la ciudad de Múnich ondeando en lo más alto nuestra hermosa bandera. Ellos,sin duda, tuvieron una de las mejores experiencias de sus vidas.