S irope: Líquido espeso azucarado que se emplea en repostería y para elaborar refrescos. Esa es la definición literal, al menos para la Academia Real Española, del nuevo disco de Alejandro Sanz.
El significado se transforma cuando se traslada al vocabulario personal del cantante, para quien la palabra Sirope representa la oportunidad del endulzar cada una de las emociones.
Las dosis musicales para lograr su propósito vienen condensadas en los 13 temas que forman parte de su onceavo álbum de estudio, en el que el artista decidió mezclar géneros que van desde lo ranchero hasta lo funk.
Si bien, el primer sencillo de este disco, Un zombie a la intemperie, sigue guardando la esencia de sus baladas, el músico asegura que, en esta ocasión, las letras son más arriesgadas y reflejan una mayor madurez musical.
Efectivamente, no se guardó nada. En este tema, el español quiso reflejar cómo los seres humanos tienden a vivir “más en la peste, que en la propia felicidad”.
Es así como Sanz entrega otra pieza del rompecabezas de su vida a sus fanáticos, del cual dice, es uno de los más valiosos hasta el momento.
En este disco está incluido el tema Capitán Tapón que le dedica a su hijo Dylan, ¿cómo fue tener a este invitado tan especial?
Es el dueto más difícil que he hecho en mi vida, probablemente (ríe). La verdad es que tenía muchas ganas de escribirle al personaje de mi hijo Dylan, porque realmente es tal y como lo cuento en la canción. El chico ya se ha hecho el dueño de la casa, ya me ha quitado mi sitio favorito, ya me quita los partidos y pone a Bob Esponja . Él manda.
”Cuando aparece en el estudio, le pongo el micrófono para grabar y, efectivamente, comienza el tipo a mandar. Así te das cuenta de que no mentí en la letra (ríe)”.
¿Dylan es todo un caballero diminuto, como dice la canción?
Totalmente. Ahorita él está en un centro educativo que está basado en los idiomas y, con tres años, ya habla cinco idiomas. Como son chicas las que le enseñan, es todo un caballero con ellas. Doy fe de ello (ríe).
¿Por qué le puso Capitán Tapón a este tema?
Me da gracia, porque es tan pequeño como un tapón de botella, pero tiene toda la actitud de un capitán. Estoy seguro de que cuando tenga 30 años va a adorar la canción, pero a los 14 la va a odiar. Lo que he hecho es secuestrar el destino de este momento.
Temas como A mi no me importa , Pero tú y Un zombie a la intemperie , mantienen la esencia del amor. ¿Esto sigue siendo la columna vertebral de sus discos?
Más que el amor, son las emociones en todas sus formas. Dentro de las emociones caben el amor y el desamor; la esperanza y la desilusión. Me gusta tratar con las emociones, ya que, al final, es el instrumento con el que trabajamos los músicos y compositores. Para mí, eso es mucho más importante.
La canción El silencio de los cuervos es como una especie de carta a Santa Claus. Lo que más llamó la atención es que una de las frases dice: El mundo que yo quiero ver, no lo voy a poder ver . ¿Por qué esa afirmación? ¿Siente que estamos lejos de esa transformación que el mundo le pide a la humanidad?
¿Qué estaremos pensando, no? En realidad estamos bastante lejos de conseguir el mundo perfecto. Precisamente por eso es una carta a Santa; allí pido todo lo que yo quiero ver. Siempre digo que es un villancico y la gente se ríe cuando se lo comento (risas).
“Realmente nos falta mucho para llegar a eso, la única forma para arreglar esto sería de que nuestros hijos estén mejor educados que nosotros, y sean capaces de solucionar los problemas que nosotros no hemos sabido responder. No somos capaces de convivir con la naturaleza en paz, no somos capaces de convivir entre nosotros en paz, no somos capaces de invertir el tiempo y el dinero y el esfuerzo en crear, sino en destruir.
“Digo esto a grandes rasgos, porque por supuesto hay muchas excepciones. Hay gente que sí ha creado, hay grandes amantes que engrandecen la humanidad. Pero, cada vez que la humanidad hace un avance enorme, ¡ boom !, retrocede de manera violenta.
No madura el coco es una canción que rinde homenaje al Caribe. ¿Por qué escribir una canción como esta?
Yo se la dediqué a Venezuela, está clarísimo. Hay un cuatro y un arpa llanera, que son instrumentos venezolanos. No quería escribir algo político en lo absoluto, pero el subconsciente también escribe y, al final, tiene esa connotación de la tierra quejándose de todo el daño que le han hecho. La relación que tengo con Venezuela es de mucho tiempo atrás; yo conocí ese país hace años y es muy diferente a la que está ahora. Por supuesto había corrupción, porque en todos lados hay: aquí en España hay y en Estados Unidos; pero hay que luchar contra ello. El poder corrompe y eso lo tenemos claro, pero es una barbaridad llevar a todo un pueblo a la absoluta miseria. No entiendo que nos callemos nada más por seguirle el juego a alguien.
“Han metido presos a todos los opositores y ¿eso es una forma de hacer democracia? Eso se llama dictadura de aquí a Pekín”.
El disco tiene más presencia de instrumentos de viento y sonidos electrónicos. ¿Cómo fue la construcción de este álbum a nivel musical?
Los primeros ocho meses los pasé solo en mi estudio diseñando todas las baterías, teclados, guitarras. Todos los instrumentos que escuchas, los tocamos nosotros. Es mucho más acústico de lo que parece y conlleva esa intención de encontrar una cosa acústica-orgánica-analógica, pero que al mismo tiempo sea moderna. Queríamos que todas las canciones salieran como las tenía en mi cabeza.
¿Y salieron como las esperaba? Sé que es muy estricto con su trabajo...
Bueno, se parecen bastante (risas). Siempre uno tiene que ser crítico consigo mismo, porque sino lo eres, nunca avanzas. Paco de Lucía, que era mi compadre, siempre me decía que la única compañera segura que vas a tener en toda tu vida artística es la duda. La duda tiene que ser tu compañera y es la que te va a poner a trabajar cada vez más duro. Es la que te va a enseñar el camino del esfuerzo.
¿Qué parte de su historia tiene este disco?
Creo que hay mucho de las cosas que me preocupan hoy en día, de quienes me rodean, de mis hijos, del futuro, de lo que pasa en Latinoamérica y en España, de lo que siento, de lo que rechazo, de lo que ya no me importa, de lo que quiero, de cosas así.
Ha confesado que disfruta escuchar sus primeras canciones, como Viviendo deprisa . ¿Cuál es la valoración que hace de este tiempo?
Que he mejorado bastante (ríe). Aunque eso sí, si tuviera la oportunidad de hablarle a ese Alejandro le diría: ‘Cámbiate ahora mismo ese peinado, quítate esa chaqueta y esa camisa que te has puesto’ (risas).
”Ha sido un camino de más de 20 años, así que no me puedo reprochar nada, pues suelo escuchar mis discos pasados. Lo que sí me ocurre a veces es que cuando me ponen discos como Más y El alma al aire , siento que han sobrellevado bien el paso del tiempo. Nunca voy a renegar nada de lo que haya hecho en mi vida. Excepto el primer disco ( Viviendo deprisa ); te confieso que sí me da pudor escucharlo (ríe)”.
Ha dicho que su reloj biológico está programado para hacer discos cada tres años y que también le gusta incluir solo 10 temas en sus trabajos. Sin embargo, en el pasado ( La música no se toca , 2012) y en este, incluyó 13 temas. ¿Cada vez se hace más difícil dejar canciones por fuera?
De lo que me estoy dando cuenta es de que es muy difícil contarte una mentirijilla (ríe). Me las has pillado todas. La verdad es que me entra una ansiedad cada vez que voy a escribir un disco, pues pienso que no me va a salir nada. Fíjate si es así que, para este disco, hice 40 canciones. Claro, de 40 dejar solo 10 es muy difícil. He intentado, pero al final creo que la voy a dejar en 13 (ríe).
“No quiero agobiar mucho a mis fanáticos, porque me parece que es demasiada información para ellos, porque cuando lleguen al final ya no se acordarán de la primera canción. Además, es mucho el cuidado que le pongo a cada una de ellas”.