El cariño que el público costarricense les tiene a los españoles Ana Belén y Víctor Manuel es desbordante. La noche del martes, los artistas y esposos lo comprobaron una vez más, durante el primero de dos conciertos que ofrecieron en el Teatro Melico Salazar.
Ellos no se dejaron ningún as bajo la manga; durante dos horas y media se dedicaron a cantar éxito tras éxito. En clara respuesta de agradecimiento, el teatro en pleno cantó a todo pulmón muchas de sus creaciones más emblemáticas.
Conforme avanzó la noche, les arrojaron flores al escenario, muchos besos y les obsequiaron una bandera de Costa Rica. Pero, ante todo, los agasajaron con un mar de aplausos.
Para devolver la gentileza, Ana Belén no paró de sonreír, de extender sus brazos, que parecían enviar su cariño hasta el último rincón de la sala. En cambio, Víctor Manuel dio muestras de simpatía al compartir anécdotas e interactuar con muchos de sus fans.
Minutos después de las 8 p. m., los reflectores del teatro dieron paso a la penumbra; sin pompa alguna, aparecieron los grandes protagonistas de la noche: ella vestida de blanco y él de negro.
En sus voces, Contamíname , ese hermoso tema de Pedro Guerra , del que se adueñaron en la década de 1990, cautivó a un público que buscaba cómo mostrar su entusiasmo en las butacas: tomando fotos de los cantores con sus celulares o bien gritándole ‘¡guapa!’ a María del Pilar Cuesta Acosta –nombre real de Ana Belén–.
La fórmula de la pareja es ya conocida: compartían voces en algunos temas, mientras que en otros dieron espacio a la individualidad, para mostrarse dueños y señores del escenario.
Repertorio de lujo. Desde el principio, apostaron a los temas ya inmortales como Luna , España camisa blanca de mi esperanza o Soy un corazón tendido al sol .
La música de estos españoles funcionó como alquimia con los ticos; ellos entonaban un verso y el público caía rendido a sus pies. Muy conmovedor fue ver y escuchar a muchos asistentes cantar sin pena esos temas que los marcaron en otra época.
Ese fue el caso de Victoria Arce, quien, desde su butaca en la zona de luneta, siguió con especial atención las canciones más populares de Víctor Manuel.
Era la primera vez que escuchaba y disfrutaba de ese derroche musical en vivo.
Escucharlos cantar resultó grato, pero, oír su buen verbo resultó en un complemento que transformó la experiencia en un momento inolvidable. Así fue como un teatro lleno se enteró de ese cariño que Ana Belén le tiene a composiciones de hombres que la marcaron con su música: Sabina, Fito Páez y Miguel Ríos, entre muchos.
De esa forma introdujo Rayo de sol , un tema de su disco Viva L´Italia . De alguna manera, esta canción, que presentó por primera vez en el Festival Internacional de las Artes 2004 , era una pausa en medio de una avalancha de éxitos.
Llegaron Ay amor , Quiero abrazarte tanto , Si me nombras , Nada sabe tan dulce como tu boca y ese calipso tico que es Puerto Viejo (original del costarricense Luis Ángel Castro ).
Víctor Manuel, además, hizo gala de ser un gran conversador. Una de las anécdotas más encantadoras fue cuando explicó el origen de Solo pienso en ti .
El recordó como en España a dos personas con discapacidad les impidieron casarse, hasta que un sacerdote no temió a sus superiores y los unió en matrimonio.
Luego, añadió con un poco de picardía cuando contó que de joven se enamoró de la actriz Brigitte Bardot . De ahí surgió su A dónde irán los besos . De seguido el público lo acompañó con sus voces.
Canción pequeña , Peces de ciudad , Bailarina , Lía y El hombre del piano también desfilaron y encantaron. La despedida la hicieron con Derroche y La puerta de Alcalá , que fueron aprovechadas por algunos para bailar entre las butacas.
Ana Belén, Víctor Manuel y su banda se despedían del Melico Salazar con un espíritu de júbilo y ritmo de samba, inspirado en el tema La banda , de Chico Buarque, un cierre alegre para enviar a todos a casa con una sonrisa en el rostro.