En el Condominio Blanco y Negro, todos son buenos vecinos. En el primer piso vive una mujer misteriosa quien pocas veces abre las cortinas de su espacio. En el piso superior está la señora de las cuatro décadas, que cada cierto tiempo se toma una copa de vino; a dos puertas de la suya, hay un saxofonista que aprovecha su soledad para practicar su música.
En el Condominio Blanco y Negro, que se ubicó en el escenario del Estadio Nacional en La Sabana, vive también Ricardo Arjona y ahí armó una fiesta a la que invitó, nada más y nada menos, que a 26.000 personas.
Sí, el guatemalteco armó un gran festejo la noche de este viernes 9 de diciembre con sus amados ticos, a los cuales tenía casi cuatro años de no ver. No había mejor excusa que su regreso a Costa Rica para armar semejante fiestón.
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El anfitrión se lució con su guitarra, mientras los músicos cómplices en este reencuentro se pusieron el mejor traje para recibir a los invitados. Dos coristas amenizaron la celebración, ellas con sus encantadoras voces repartieron los primeros abrazos de alegría. Todos en la sintonía de divertirse y divertir, de enamorar y provocar coros más ensordecedores, lo mismo que las 26.000 personas que aceptaron la invitación.
Arjona, acostumbrado a dar las mejores fiestas donde quiera que vaya, no se guardó nada tanto en lo musical como en la parte visual de su fiesta. La primera canción que interpretó el guatemalteco para sus amigos fue Si yo fuera, un ancla clara al pasado, a ese disco Historias que tanto le dio y al que muchos recuerdan como su primer gran encuentro con las canciones del chapín. Fue directo al corazón, impactante en la memoria.
Como anfitrión, Arjona es de esos amigos a quienes nos encanta visitar porque es ameno, divertido, un gran contador de historias. Así fue en su reunión en casa, porque Costa Rica es su casa, lo ha sido desde el inicio de su carrera. Los ticos son su familia y así lo dijo.
“Costa Rica buenas noches. ¡Pura vida! Tenía que inventarse aquí esa frase. Suena a cliché, pero lo tengo que decir: cada vez que vengo acá me siento como en mi casa”. Esta fue la primera conversación de la noche, una velada que desde el inicio prometía ilusión, emoción, amor, desamor, gargantas calientes, propuestas indecentes y mucho más.
Si bien el festejo se dio en el marco del estreno de su disco doble Blanco y Negro, Arjona sabe que su amplia carrera merece reconocimiento y que el público que ha crecido con él, que se enamoró con él, por él y de él, también merecía un poquito de cada una de sus diferentes etapas.
Así que Acompáñame a estar solo y una versión muy roquera de El problema fueron parte de la banda sonora de la noche.
Tarde, a la que llamamos también Sin daños a terceros, la cantó a piano y violín, como sentado en la sala de su casa, en una sesión acústica a la que solo había invitado a sus mejores amigos. La todavía vigente Si el norte fuera el sur fue como una descarga de adrenalina y la infaltable Señora de las cuatro décadas (que ahora nos llega más que antes a más de una) fueron parte de la seguidilla de éxitos.
Los fans, por supuesto, agradecieron los guiños a sus clásicos, pero también disfrutaron al máximo el repaso por lo más nuevo de Arjona. Hongos, El flechazo y la secuela y Morir por vivir fueron igual de aplaudidas y coreadas como las “viejitas”.
Sin parar
Arjona lo disfrutó tanto como sus invitados, pero los músicos sí que se la gozaron en escenario. Hay que ver cómo se emocionan estos artistas con cada nota ejecutada, cada grito del público, cada melodía que viven desde lo más profundo de sus talentos.
Ellos bailan, se ríen, brincan... En fin, fueron los más entusiasmados de la noche y eso ya es decir mucho. ¡Qué gusto verlos y escucharlos, muchachos!
Como en toda buena fiesta, la algarabía siempre provoca una que otra mirada por la ventana para ver qué estaba pasando. Los vecinos del hotel Hilton se tiraron los toros desde la barrera, allá en lo más alto en las habitaciones se podía ver contraluz a una que otra cara curiosa.
También en el Condominio Blanco y Negro más de uno salió a ver de qué se trataba aquel alboroto, más en el momento que sonaron Dime que no, Cuándo, Cómo duele y el gran éxito Historia de taxi (sí, nos devolvimos a 1994 otra vez y todos felices). Ahí estaba, pegada a la ventana, la pareja del apartamento del centro del segundo piso.
Después de una sentida sesión más íntima solo con su guitarra, Arjona dedicó el cierre de su festejo a ponerse todavía más romántico y sensual gracias a Desnuda, Te conozco y Señorita. Para ese momento, con casi dos horas de fiesta, los invitados no querían que el jolgorio se acabara. Todo mundo se sentía en calor, queridos y enamorados.
El final tenía que llegar y con Minutos, Fuiste tú y el éxito de éxitos, Mujeres, Arjona dijo adiós y se despidió con mucho amor de sus invitados. Así cerraron las puertas del Condominio Blanco y Negro, aunque este sábado el anfitrión repetirá la hazaña con otros más de 20.000 amigos.