Dice el refrán que el hábito no hace al monje y, efectivamente, la ropa no hace al rapero. La escena estadounidense ha bombardeado la misma imagen de excesos: el rapero vestido con ropa de diseñador, joyas pesadas y, además, adornado de ego.
A los ticos les importa muy poco impresionar con la ropa que usan; prefieren lo cómodo por encima de lo ostentoso.
“A veces veo artistas que se ven superincómodos. La ropa es una herramienta para hacer muchas cosas. No tiene que estorbar, pero se tiene que ver bien”, opina la rapera Nakury.
La comodidad viene en la forma de diversas prendas: desde tenis hasta botas de trabajo; jeans holgados para los hombres, leggings o shorts para las mujeres, y para ambos los accesorios: la joyería con diseño, las gorras, los gorros tejidos y las sudaderas flojas.
Por otro lado, las camisetas las utilizan con colores sólidos, cargadas de ilustraciones, incluyendo arte creado por grafiteros. Existen tiendas dedicadas a distribuir este tipo de serigrafía exclusiva, como El Hidrante, en Barrio Escalante.
Nakury describe su estilo como “fresco, útil, adaptado a la ciudad”, y confiesa que muchas de las piezas que utiliza las adquiere en tiendas americanas o, incluso, las hace ella misma.
“Por lo general, compro mucho en la americana. Le compro a amigos que hacen cosas: a los que hacen serigrafía o pintura a mano. Como no compro cosas de marca, no voy a tiendas específicas: si veo algo bonito que pueda adaptar a mi estilo lo compro”, cuenta la artista.
De su estilo único creó una marca comercial, Union Break, pues conforme otros notaban su ropa se acumulaban en su Facebook los pedidos de compra.
Ahora, la marca no solo se distribuye por medio de redes sociales o correo electrónico, sino que vende las piezas directamente a tiendas físicas o en Internet, radicadas en San José (la Nasional Skateboards), Cartago, Siquirres y Guápiles (la Tienda Subterráneo).
Otros raperos también se han arriesgado a crear sus propias marcas, originadas de su estilo personal pero diseñadas para las expectativas de los compradores.
Es el caso de Monarquía, la marca que distribuye Real G desde junio. Por ahora, los productos incluyen gorros tejidos y cinco diseños de camisetas de llamativos colores con serigrafía. Por ahora, la marca se vende en 506 Barber Shop, en Cartago, y en puestos en eventos de hip-hop.
Otro artista que distribuye sus diseños en pequeña escala es el rapero Fakir: aunque inició vendiéndole a conocidos, ha logrado exportar sus camisetas con el mensaje de Música para las mentes fuera de Costa Rica, con miras de consolidarla.
Sobre su forma de vestir es tajante: en su armario el hip-hop “gringo” no calza con la realidad de su arte: “Le hablas a alguien de rapero y piensan en ropa ancha y cadenas. Eso es un estereotipo muy gringo que cuesta mucho tropicalizarlo”, dice. “Acá cada quien tiene su estilo”.