La imagen de Abel Guier, Federico Miranda, Luis Montalbert y Massimo Hernández subidos en sus tarimas despidiéndose de una caravana de carros con pitos, aplausos y luces al máximo quedará grabada en la retina, tanto de ellos,los cuatro Gandhi, como de los seguidores que realizaron este homenaje como un agradecimiento a la descarga de amor y de adrenalina que se vivió la noche del viernes en Parque Viva durante el show que la banda nacional ofreció en formato de autoconcierto.
Y es que eso fue la noche. Aunque suene trillado, el rock de Gandhi fue adrenalina pura, una descarga de emociones que, pese al distanciamiento social, provocó un sentimiento de calor humano y felicidad que nada le envidia a los conciertos como los conocíamos antes de la pandemia. No hubo nada que extrañar de aquello de brincar y gritar a más no poder en un espectáculo porque dentro de cada carro cada burbuja social se deshizo en aplausos y gritos.
El espectáculo de Gandhi se llevó a cabo bajo estrictos protocolos de salud en el Centro Printea de Parque Viva. Al lugar entraron 87 carros, según la organización, un aforo muy alentador tanto para los artistas como para la producción, que en este y los anteriores espectáculos que ahí se han realizado como autoconciertos (Malpaís y Manuel Obregón) se esmera por ofrecerle una experiencia única. El recital es parte del Festival Viva en Vivo que producen Luzart y Liveevents.
La música que interpretó Gandhi se escuchó impecable en los radios de los vehículos, y las luces y el juego de proyecciones en la pantalla gigante detrás del escenario fueron de tan alta calidad que la fiesta fue completa de principio a fin.
La emoción se sentía desde los carros: entre pitazos y los juegos de cambios de luces, la banda sintió el apoyo de sus fans. El repertorio fue otro punto alto de la noche, pues la agrupación hizo un repaso intenso por sus éxitos, dio probadas de su nuevo material (el disco Boicot:Victoria) y hasta aprovechó para hacer un sentido homenaje al legendario guitarrista Eddie Van Halen, fallecido días atrás.
Gandhi interpretó Solo el mar, Ondularte, Boicot, Ciclos, En dibujos animados, Mientras tanto, Una ilusión, Gran ciudad, El invisible, El delirio de victoria, Quisieras, Arigato, Hogar, Estréllame y Seca, roja, reja. El tributo a Van Halen surgió en medio de una intensa interpretación en la guitarra de Federico Miranda, con versiones de los ticos para los clásicos Eruption y Dreams.
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Dar y recibir
Ubicados en cuatro tarimas diferentes, pero con una sinergia y una complicidad que solo las dan la experiencia de casi 30 años de tocar juntos, así fue como Luis, Federico, Abel y Massimo se reencontraron en directo con su público.
Desde que arribaron a escena la emoción comenzó, los pitos de los carros no se hicieron esperar e incluso se logró oír con claridad a los presentes clamar "¡chivo, chivo!”. Luces de celulares que salían por las ventanas de los carros y hasta aplausos se pudieron escuchar y sentir.
“¡Ay! Primero que todo estoy como si hubiera hecho una gira mundial en una sola noche porque la energía muscular y mental estuvo siempre al máximo. Estamos muy motivados y elevados a la vez por las emociones que hubo en el concierto, fue una noche mágica. Desde tarima se veía cómo los carros se movían, sabíamos que la gente lo estaba disfrutando al igual que nosotros por volver a tocar en vivo”, comentó el bajista Abel Guier tras la presentación.
Y es que la energía fue recíproca porque los músicos entregaron todo en escena y el público les retribuyó con la misma emoción. Cada intérprete se veía feliz: las sonrisas y las expresiones de asombro los delataban.
“Fue increíble, superó totalmente nuestras expectativas. Fue emocionante sentir el calor de la gente expresado de una manera diferente con la interacción de los pitazos y los cambios de luces”, afirmó el guitarrista Federico Miranda.
Algo que Miranda resaltó como otro de los puntos altos del evento es que está diseñado para que los asistentes lo vivan en familia, y que durante el espectáculo hubo presencia de niños que también disfrutaron de la música, entre ellos los hijos del guitarrista, de cuatro y un año.
Hubo otro momento muy especial y fue cuando Luis Montalbert solicitó a la producción que apagara las luces del escenario y le pidió al público que encendieran las de las cabinas de los autos para verlos. La imagen fue esperanzadora, fue como una analogía de la ilusión que hay por retomar los espacios culturales en nuestro país, algo que hace tanta falta para el entretenimiento como para la industria de los espectáculos.
“Fue algo increíble, realmente me encantó porque de verdad sentí que la gente estaba ahí, que nos escuchaban y que respondieron durante todo el concierto. Fue una energía lindísima por la cual me siento agradecido porque mi cuerpo ya necesitaba algo así, fue como una medicina”, comentó el baterista Massimo Hernández.
El show superó las expectativas tanto de protagonistas como del público, tanto así que ya la banda está deseosa de poder presentarse de nuevo en este formato.